Ahmed Oubali,
precursor del relato noir marroquí
Por
Mustapha Handar.
En 2009, el firmamento de la literatura marroquí en lengua española
conoce el nacimiento de una nueva estrella literaria; distinta y de color negro
brillante. Es cuando Ahmed Oubali, escritor, semiólogo y catedrático marroquí,
publica Chivos expiatorios y otros
relatos; su ópera prima de once relatos –escogidos entre una larga lista de
relatos publicados tempranamente en los suplementos de periódicos y últimamente
en la Web- que se encasilla en el género negro en su vertiente de thriller
psicológico; nunca cultivado hasta hoy en día por los escritores marroquíes.
Una contribución, esta última, que apunta a colmar el vacío existente en
nuestro canon literario hispano-marroquí. Esta obra sui generis fue todo un exitazo literario y sigue siéndolo desde el
punto de vista, tanto de los lectores como de los críticos, por eso no es de
extrañar que actualmente haya alcanzado su tercera edición [1].
Recientemente, Ahmed Oubali acaba de sacar a la luz su segunda
incursión en el género noir: Perfidia
de áspid y otros relatos [2].
Un thriller psicológico de alto voltaje cuyos temas principales son
el crimen perfecto, el tráfico de drogas y de personas, la codicia, el
erotismo, la traición, el deseo de venganza, la explotación sexual de mujeres,
además de una minuciosa descripción analítica de traumas de infancia y de comportamientos
parafílicos (algolagnia, pedofilia, paranoia y sadismo) que justifican la
perpetración de toda clase de crímenes.
La obra integra siete morbosos relatos criminales cuyas acciones
transcurren en órbitas rurales y también en núcleos urbanos y otros marginales
de varias ciudades marroquíes: Ouarzazate, la ciudad de arte cinematográfico,
el Hollywood marroquí y africano, con sus regiones ocres y calurosos;
Marrakech, eterno espacio turístico de miliún cuentos y núcleo oculto de la pedofilia
y la prostitución; Ketama, segunda capital mundial de los estupefacientes,
sumida en asesinatos por ajuste de cuentas entre mafiosos y drogadictos; una lúgubre
aldea en el Rif arrasada por la miseria, el hambre, la incomunicación, la
locura y una epidemia deletérea; Casablanca, capital económica, moderna y bulliciosa
pero también vasto nido de criminales y delincuentes; Tánger, la cosmopolita,
rutilante y mítica ciudad internacional; Rabat, Khuribga y Mequinez... Sin
olvidar las ciudades españolas, tales como Tarifa, Ceuta, Algeciras, Málaga,
Madrid, Huelva… Alusión permanente a la sempiterna e inexorable convivencia
hispano-marroquí.
El relato que sirve de entrada a la obra viene titulado
"Perfidia de áspid"; el mismo título que lleva la obra entera. Una narración
que gira en torno a dos ejes: el afán de poder y la codicia que llevan al
asesinato y el amor enfermizo que, siendo traicionado, conduce a su vez al
incontrolable deseo de venganza. Una siniestra historia de reptiles venenosos,
herramientas eficaces utilizadas para perpetrar crímenes perfectos, y de
personajes pervertidos que se exhiben en la trama argumental como áspides
asesinos camuflados de seres humanos con perfiles bondadosos y atractivos pero que
resultan camaleónicos al usar múltiples identidades difuminadoras para alcanzar
sus objetivos más inicuos. La historia es verosímil, como lo son todas las
narraciones del autor. El relato se caracteriza por una lógica
interna sorprendente y unas descripciones realistas casi visuales. El suspense
va dosificado, gota a gota, con unas impresionantes intrigas sustentadas con un
constante efecto cliffhanger y enlaces sorpresivos.
Muntasir, un joven aldeano y cazador de serpientes de Ouarzazate
conoce a Umaima, una despampanante mujer de Marrakech, víctima de un matrimonio
forzado. Atrapado por su sensualidad, loco enamorado y conmovido por su infelicidad,
el joven se ofrece a redimirla de las garras de su senil y agresivo marido. Ambos
deciden matarle. Las serpientes son el arma del crimen. El veneno es
instantáneo y el homicidio pasa por ser un accidente. Muntasir le entrega la
caja de serpientes con todas las instrucciones y convienen verse dos días
después del fatídico incidente, al
volver él de Marrakech. Pero tal encuentro no se realiza porque Umaima
desaparece como el agua en el desierto, lo cual pone al protagonista en un remolino
de incertidumbres. Decide entonces emprender una desesperada misión
detectivesca tratando de reencontrarla. Sus pesquisas lo llevan a descubrir,
para su gran espanto, que desde su primer encuentro con Umaima todo ha sido una
ratonera en que ha caído fácilmente: la mujer indefensa y víctima de violencia
casera resulta ser una embaucadora, una "femme fatale", una
criminal innata, un rol de actriz que la verdadera y real Miryam Mundir supo
interpretar con profesionalidad para ejecutar su plan hollywoodiano: seducir al
aldeano encantador de serpientes, conseguir el áspid más letal de todos,
infiltrarlo en la cama de su propio padre –y
no de su inventado marido-, quedarse finalmente con la colosal herencia paterna
y vivir como una reina con su amante y
cómplice, un abogado penalista. Sintiéndose ultrajado e invadido por un extraño
pundonor, el domador de víboras se resuelve a vengarse perpetrando un
horripilante asesinato. El autor exhibe aquí uno de los crímenes más perfectos
que el género negro jamás ha conocido.
El segundo relato, "No abras esa caja", es el más corto
de toda la selección. La carga de suspense engancha al lector desde el íncipit. Si el título del relato
anterior tiende a provocar estremecimiento -en inglés significa thriller-, resaltando el nombre de uno
de los más espeluznantes reptiles, este describe como personaje principal a una
caja anodina pero de contenido enigmática que suscita curiosidad y angustia,
ingredientes del suspense: ¿qué hay detrás de esta advertencia? ¿Qué contiene
la caja? ¿Un explosivo? ¿Una víbora? ¿O quizás la cabeza de una víctima
degollada? Estas preguntas se erigen como tuercas en la mente del lector y lo
mantienen sin aliento pegado a la historia en busca de respuestas, en espera de
lo inevitable. De lo peor. Una deflagración extrema constituye el meollo
narrativo de este escabroso relato. La trama se estructura alrededor de tres
partes que se puede definir con tres palabras: preapocalipsis, apocalipsis y
postapocalipsis. Mediante un vaivén entre el pasado y el presente, esta pieza
literaria nos introduce en el ambiente criminal de las mafias narcotraficantes
de drogas y traficantes de personas en Ketama que abusan sexualmente de las
mujeres marroquíes contratadas para trabajar en España. Nos cuenta primero una
historia de amor fronterizo que se convierte en un feliz matrimonio mixto. Pero
pronto todo culmina al final con la incineración de todos los personajes debido
a una explosión causada no por el contenido de la caja sino indirectamente por
algo que subyace detrás de este objeto. Los recursos y gags para crear esta gran tensión narrativa en el relato son: las
anacronías como los raccontos, la paralepsis, la analepsis externa y la homodiegética
completiva, el retardar del conflicto y el efecto de sorpresa final.
Resumiendo el argumento, el relato cuenta la historia de un
proxeneta español llamado Pedro Domínguez. Mientras viaja a Ulad Issa, pequeña
aldea ubicada en Ketama, con el propósito de llevar a su esposa Sumaya a Ceuta,
evoca su primer encuentro amoroso, su conversión al islam por razones
oportunistas, los tres días de boda y su luna de miel en Marrakech. También
recuerda la escalofriante historia de Sumaya: el asesinato de sus tres hermanos
por ajuste de cuentas por droga y la muerte en la cárcel de su padre, gran
cultivador de hachís. Una vez llega a su destino, se sienta a una mesa en un
modesto restaurante esperando la llegada de su mujer. La descripción del
ambiente es típicamente noir, pese a la luminosidad del día y el aspecto
indigente de la localidad. Entre los clientes hay camioneros, turistas, una
pareja española que discute el tema de la compra ilegal de un bebé, drogadictos
y vendedores de drogas. Todo cambia bruscamente cuando un individuo se acerca a
Pedro y le pone sobre la mesa una caja de zapatos, antes de desaparecer.
Creyendo que la caja contiene una bomba de relojería, el aludido decide no
abrirla por temor a que explotara y permanece paralizado hasta que llega
Sumaya. Al querer irse precipitosamente derriban la mesa y la caja cae al suelo
poniendo al descubierto inmensos fajos de
dinero. Una repentina ráfaga de viento hace que los billetes sobrevolaran
en el aire y toda la gente se precipita corriendo tras el remolino de billetes
para atrapar la cantidad que pudiera. En su estampida, los asistentes de la
gasolinera se olvidan de las mangueras de los surtidores insertas en los
depósitos de combustible, causando un enorme derrame de gasolina cuesta abajo.
Un conductor suelta la colilla de su cigarrillo y se prende un violento incendio
que pronto se convierte en varias explosiones que terminan carbonizando
tremebundamente a todos. En el epílogo, el narrador desvela el misterio de
aquella pavorosa caja: se trataba de la segunda entrega de dinero que le
correspondía a un hombre cuya fisonomía e indumentaria se parecían a las de
Pedro. Una mortal confusión.
El relato más innovador de esta obra es indudablemente "Las
manos que ven". En él, el autor teoriza sobre un nuevo paradigma narrativo
creado por él y que denomina "el presente isoentrópico" [3]. Es donde
el lector se autoidentifica con la víctima o el verdugo a través de la voz
narrativa de un "yo" pulsional. El lector no solamente lee, sino
también experimenta los sentimientos y las situaciones vividos por los
personajes, ejecuta y asume sus acciones. Dicho de otro modo, de un ser
extradiegético, el lector pasa a ser intradiegético, un elemento primordial de la diégesis, un
actante dentro de la intriga que participa en directo en todas las escenas de
la trama criminal, desde el principio hasta el final. De hecho, como Salma, la
protagonista de la historia, el lector se siente repentinamente ciego y, por
ende, despistado, pávido, amenazado y presa fácil, sobre todo, cuando se
percata de que sus enemigos aprovechan de su ceguera para planear su muerte. La
relación, pues, que mantiene con respecto al tapiz textual es transtextual,
instintiva y subliminal. El escritor quiere, según sus mismas palabras, hacer
que los ojos del lector no solo lean sino que toquen, que se muten en manos
para dar lugar al tacto, sentir el deseo y lograr que sus manos calquen las de
los personajes, transformándose en ojos para visualizar escenas particulares. Es
lo que se llama en psicoanálisis visión háptica o arte de producir contacto
físico a través de la vista o contacto visual a través del tacto [4].
Como temas fundamentales de este relato citamos la envidia, la
codicia, la frustración sexual, la violación y el asesinato. Lo "Un
Heimlich" es también una temática excelentemente elaborada en el
texto. Es un término con que Sigmund Freud explica, en su libro "Sobre lo
siniestro", que la sensación de angustia e inquietud se da a partir de la
transformación de un elemento o situación familiares en algo completamente siniestro
e increíble, la cual nos aleja de la sensación de seguridad que produce lo familiar
para colocarnos fuera de la zona de confort. Lo "Un Heimlich"
en "Las manos que ven" está presente desde que la protagonista pierde
la vista y se intensifica mayoritariamente cuando descubre que su cuñado desea violarla y que su propia hermana proyecta
asesinarla.
Resumiendo el argumento, Salma es una joven psiquiatra que pierde provisionalmente
la vista en un premeditado accidente de coche. Su hermana Sonia y su cuñado Muhsín,
a quienes no vio hacía muchos años, la visitan y deciden alojarse en su casa haciéndole creer que quieren ayudarla y apoyarla.
Ya en el chalet donde vive, Salma intuye hápticamente varios
incidentes extraños, todos ellos
orientados para asesinarla: una explosión en el cuarto de baño donde, por
fortuna, tarda en llegar; la desaparición del maletín donde guarda sus joyas; un
aguijonazo en la espalda mientras meriendan en el jardín; un alambre incrustado
en lo alto de las escaleras; un delincuente con gorra que merodea por la
vivienda y la desaparición de su novio.
Cuando explora kinestésicamente la habitación de Sonia y Muhsín,
aprovechando su ausencia, Salma descubre aterrorizada una jeringuilla, pequeños
frascos y un cuchillo, además de unas herramientas electrónicas y una gorra.
Comprende entonces el complot criminal que le tenía preparado la pareja,
responsable del corte de los frenos de su coche y de los extraños sucesos
anteriores. En ese momento llegan Sonia y su marido y la sorprenden. Se inicia
una pelea pero Salma logra escapar de su hermana que quería coserla a puñaladas
y de las garras de su cuñado, un psicópata incapaz de reprimir sus desmedidos
instintos sexuales.
Solo al final sabemos los motivos egoístas y criminales de Sonia
que quería quedarse con la herencia paterna.
Esta conducta y mentalidad parafílicas constituyen la quintaesencia
narrativa del cuarto relato de la obra, titulado "Perversión
secreta", otra historia morbosa y negra sobre el secuestro, la violación y
el asesinato de niñas por un psicópata y homicida serial.
Entre las peculiaridades de esta gema ficcional está la dimensión
fantasmagórica que el autor le confiere al espacio. Una aislada aldea en el Rif
envuelta en un espeluznante ambiente negro está magistralmente dibujada en las
páginas de este relato macabro mediante minuciosas descripciones topográficas y
prosopopéyicas que la convierten en una categoría actancial de mayor
repercusión sobre los personajes y el lector. Grosso modo, se trata de un
almirez donde los aldeanos están machacados
por todas las calamidades naturales y humanas inimaginables: una miseria
extrema, la incomunicación total, una arrasadora y cruel epidemia y, máxime, un
misteriosos monstruo que no deja de raptar a sus inocentes niñas, abusar de
ellas y matarlas para no dejar pruebas incriminatorias.
El sujeto enunciador del discurso es un narrador autodiegético:
Yasmín, una mujer oriunda de esta aldea, nos cuenta desde Londres con su propia
voz la terrorífica historia de su rapto por un psicópata que intentó violarla y
luego asesinarla cuando tenía apenas 13 años. De hecho, el lector debe
distinguir entre el pasado de la diégesis (el enunciado) y el presente de la enunciación,
o sea, entre la perspectiva de una menor secuestrada sufriendo los hechos y la
de una mujer madura y ahora libre, que narra los acontecimientos.
Como en todos sus relatos, Ahmed Oubali alimenta la tensión
dramática sometiendo a sus personajes asesinos o no a unos análisis
psicológicos científicos y describiendo el reflejo externo del mar agitado que
esconden en sus adentros. En el caso de "Perversión secreta",
presenta a uno de los criminales más horrorosos del mundo criminal: un hombre
que, por perder a su mujer y a sus hijos a causa de una epidemia mortal, se muta
de devoto a ateo, de un hombre respetado y honesto a un cruel pedófilo obseso,
de un viejo bondadoso a un monstruo asqueroso; un ogro real secuestrador de
niñas y vampiro chupador de sangre. Por ende, no es nada fortuito el que la
protagonista narre su desgraciada historia desde Londres, estando a 3080,30 km
de distancia de su país natal.
En "Tres tristes rostros", el escritor aplica un decálogo
diferente. Edifica una trama compleja cuyo eje central es un enigma de difícil
resolución en torno al cual giran todos los acontecimientos de la historia:
¿Quién es el asesino?
En los perímetros eriazos de Casablanca y al borde de las
carreteras, descubren escalofriantes cadáveres congelados de niñas rubias adolescentes
envueltos en bolsas de plástico con monedas dentro de su vagina y con la firma
del asesino, unas extrañas y espeluznantes iniciales, clave del enigma. Un
periodista fotógrafo y un juez de instrucción se encargan de investigar el caso
atribuyendo los crímenes a un presunto asesino serial inteligente que imita a un
tal Jack, llamado el Verdugo de Toulouse, uno de los criminales más peligrosos
y conocidos a nivel mundial. Cuando un psiquiatra y médico forense forma parte
del grupo de investigación, el relato se convierte en un genial juego de puzles.
El lector se transforma paulatinamente en un miembro más dentro del
equipo detectivesco pero sus reflexiones, sospechas y adivinanzas siempre se
ven equivocadas, como lo son las de todo el equipo. El suspense viene
salpimentado con bruscos giros narrativos, astutas desviaciones, falsas
historias, poderosas elipsis de hechos e intrigantes ratitos de cliffhanger
que solo adquirirán sentido absoluto al final del relato. Este excelente
thriller es una estresante partida de ajedrez. El autor da al lector falsas
pistas y hace que centre sus sospechas en un abanico de personajes con antecedentes
penales y, hasta, en la figura del juez, el jefe que preside la investigación.
Con todos estos enredos, Ahmed Oubali logra poner a prueba nuestra
inteligencia y mortificarnos de manera tremenda. El suspense conoce su Big Bang
en un clímax impredecible y un desenlace increíble: una prueba delatora concreta,
accidentalmente perdida por el criminal y casualmente atrapada por una
fotografía tomada en la escena del crimen por el periodista, será el hilo de la
mortaja que conduce al ovillo. Si para
Raymond Chandler el género negro es "el simple arte de matar",
para Ahmed Oubali, habría que añadir: “y también de martirizar al lector"
[5].
"La ingrávida espiral del crimen" es un pantano que versa
sobre una red criminal e internacional especializada en el contrabando de estupefacientes.
Abdelatif, un joven ilusionado, abandona su aldea ubicada en las afueras de
Marrakech, dejando atrás a una familia pobre e indigente con el propósito de viajar
clandestinamente a España. El destino pone en su camino a Zubeir que viaja a
Tánger y se ofrece a llevarlo con él en su coche. Sin embargo, pronto descubre
que su anfitrión no es trigo limpio ya que al enfilar la carretera secundaria
para evitar los controles policiales, le confiesa que lleva una cantidad de
cocaína que ha de entregar a un mafioso tangerino. La muerte de este último en
un brusco choque del coche contra un despeñadero contribuye a que Abdelatif
cambie sus planes: usar la identidad del contrabandista difunto, hacerse
millonario con la venta de la cocaína y "volver al pueblo como un gran héroe". Pero pronto se ve inesperadamente involucrado
en una interminable espiral de crímenes, persecuciones y espionaje. Una
organización criminal de traficantes de drogas lo persigue, le tiende trampas y
le envía matones para asesinarlo y recuperar la cocaína robada. Percances y
situaciones muy peligrosas de los cuales el protagonista logra salir con vida
por actuar como un criminal experto y tan fuerte como un tardígrado.
Un ingenioso análisis sobre la capacidad humana para supervivir por
todos los medios. Resalta el lado oscuro y salvaje de nuestra naturaleza: la
pura maldad con sus prendas hitchcockianas.
La ambientación es el punto fuerte del autor: la acción no decae ni
un instante desde Marrakech hasta Tánger. El itinerario, de apenas unas doce
horas, es orquestado a cuentagotas por un suspense in crescendo en el
que no cesan de aparecer cadáveres, cruentas peleas, sexo, policías falsos y
acechanzas.
La mayor parte de la trama transcurre en contextos rurales
terroríficos y, a veces, surrealistas. Espacios con características de "un
planeta sin oxígeno", donde prevalecen
macabras escenas de niñas agredidas por perros rabiosos, de otros perros
escuálidos que se acoplan, de casas de adobe y alguno que otro chiringuito
destartalado, de vertederos e inmensas tierras resecas, de animales descarnados
e increíble gente inculta y famélica. En este mundo pesadillesco e inusual surge
en contraposición algo maravilloso, inesperado y sublime: una autoestopista,
una deslumbrante rubia, excelentemente ataviada y con atractivas y alucinantes curvas eróticas que deja
perplejo al lector. Pide al protagonista que la lleve en su coche, sin revelarle su verdadera intención de alevosía
y perfidia.
Un thriller donde un Scooter deportivo, una agenda de contactos,
una simple equimosis o una insignificante trenza de cabello son detalles
menores y aislados, pero de tope importancia cuando se retoman en un momento
futuro del relato para aumentar el suspenso y crear el efecto de sorpresa final
en el lector.
Los superalimentos que mantienen viva la tensión narrativa son,
primero, las elipsis y las prolepsis que enganchan al lector y le suscitan un
abanico de preguntas, dudas y sugerencias y, segundo, las analepsis repetitivas
y completivas con el objetivo de provocar sorpresa, asombro y revelar
informaciones escondidas debajo de las mangas del narrador.
Como no todo lo que reluce es oro, en "Amor post mortem",
Cintia descubre ex abrupto que la verdadera identidad de su millonario
cónyuge Juan Antonio Balaguer es en realidad Albert Silbertbauer, uno de los
peligrosos mafiosos y asesinos más buscados por las autoridades españolas. No
obstante, delatarlo o denunciarlo le costaría la vida. Albert es un Barba Azul
del que Cintia quiere liberarse y, como no tiene hermanos que puedan
socorrerla, aprovecha de Karim, un marroquí de Tánger que trabaja de camarero
en un hotel, seduciéndolo con su extrema belleza para planificar con él un
viaje de huida a la ciudad internacional y mítica.
Una gema literaria basada en un juego de máscaras, donde un
luminoso chalet es una cárcel, un floreciente jardín tapuja un cementerio
secreto atiborrado de gente asesinada por ajuste de cuentas, una cena puede ser
aquella última cena de Cristo o ser prácticamente real una tremebunda
pesadilla. En fin, he aquí una historia
que corta el aliento por la variedad de condimentos con que el autor recrudece
el suspense y mortifica al lector. Con la reducción del tiempo narrativo a
tan solo seis horas (de las 03h a las 09) sostenido por un ritmo tremendamente
veloz, el lector se siente como si condujera
vertiginosamente un coche sin frenos.
La historia se narra desde el punto de vista de un narrador
extradiegético omnisciente. Es un narrador en tercera persona que conoce más
que los personajes. Se adentra en sus sueños y conciencia, conoce, incluso, sus
perversiones y todo lo que ocurre en sus pensamientos y fueros anímicos. Los
caracteriza prosopográfica y etopéyicamente, sobre todo por sus actuaciones y
sus diálogos enriquecidos con acotaciones y monólogos que son dos técnicas
teatrales que involucran al lector en la catarsis. El proceso del que más se
alimenta la caracterización de los personajes de este relato es, sin duda, la
animalización en el cual se atribuyen y aplican una serie de rasgos o
cualidades específicas de los animales a seres humanos. El objetivo de esta descomunal
deshumanización de índole naturalista estriba en ilustrar la criminalidad, la
sexualidad y la bestialidad de los personajes asesinos:
/ El del sombrero rellenó otro, lo bebió de golpe y aulló con
mojigatería, enseñando los dientes en una sonrisa forzada (p. 201), / Era un gorila de cara crispada (...) la cara
mofletuda, hinchada, uno de los más siniestros asesinos a sueldo de su marido.
(p. 212) / Sonríe como sonríe un gato a un ratón (...) Advirtió una nariz
aguileña, la carnosidad que colgaba de la barbilla (p. 218).
Otras veces, el autor recurre a los objetos para mostrar este
carácter agresivo y amenazador dándoles un sentido alegórico como en este
ejemplo / Él frunció el entrecejo muy pensativo y atacó con brutalidad el
filete con cuchillo y tenedor. Ella vio horrorizada cómo persistía en hundir
ferozmente el cuchillo en la chuleta (p. 208) / actitud que da a entender que
Albert piensa despedazar a su mujer Cintia como el león a una gacela con sus
bien afilados fauces.
Algunas frases que subrayo esporádicamente a guisa de ejemplos
sobre el carácter psicótico de los personajes:
/ El aludido tensó las comisuras de la boca a guisa de asco. Su
rostro pasó de amarillo a blanco y tanto su boca como sus ojos estaban muy
abiertos / inquirió con cierto sarcasmo en la expresión aunque la inflexión que
le dio a la pregunta rayaba en la decepción / Albert Silbertbauer tragó saliva.
Se quedó sin el habla. Tenía la boca abierta como un aldeano. Soltó un
improperio. Frunció los labios un momento y reflexionó. Su cara tornó a ser un globo
de materia incandescente. Giró la cabeza buscando la reacción del otro
chantajista. Este estaba de un humor de perros. Asintió con la cabeza / Pedro
se hizo a un lado y la bala alcanzó el cuerpo del de la cicatriz que cayó
muerto al suelo con un sordo ruido. Su compinche se retorció una sola vez bajo
el efecto del veneno y aterrizó sobre un sofá donde se quedó quieto / Pedro
tenía la mirada acerada. Vio en sus ojos, detrás de su fingida sonrisa, un
profundo resentimiento y su corazón empezó a acelerarse / Cintia sintió como
una garra apretándole y retorciéndole el corazón. Durante un momento horrible
que le resultó interminable creyó que iba a perder el control, desfallecer y
confesar / Frunció un momento el ceño y cerró parcialmente un ojo. Su rostro estaba
ahora velado y yerto. Una vena zigzagueante empezó a latir en su frente. Sintió
ella un desgarrador escalofrío recorrerle la médula espinal al creer que él
había descubierto sus planes y que solo esperaba el momento de desenmascararla
/…
Los personajes nucleares del relato son Albert/victimario,
Cintia/víctima y Karim/marioneta usada por Cintia, cuya caracterización se hace
también desde la vida pasada de cada cual. En efecto, el rasgo común entre
ellos es que todos tienen un pasado negro, fóbico y traumático. Albert arrastra
detrás de él un pasado macabro, lleno de crímenes, chantajes, persecuciones y
fugas. Cintia sufre porque no tiene familia ni raíces. Karim sufre de un pasado
cruel y trágico en el cual perdió a su mujer y a su hija en un trágico
incendio.
La desenfrenada pasión venérea de Karim por la bella y rubia Cintia
recuerda a Grace Kelly, la actriz preferida de A. Hitchcock. Esta alusión al
personaje de carne y hueso tiende a cumplir dos funciones narrativas. Primero,
es una técnica empleada habitualmente
por el autor para visualizar mejor a su personaje ficticio Cintia,
caracterizarlo con atributos de una persona real muy conocida y prescindir de
este modo de una descripción improductiva. Ambas mujeres son semejantes en
cuanto a su belleza, sensibilidad y encanto. Segundo, se trata de crear una
relación paratáxica entre la historia de Cintia en el relato y la historia de
Margot en “El crimen era casi perfecto” (Dial M for Murder), la famosa
película realizada por Alfred Hitchcock en 1954 y cuya heroína es interpretada
por Grace Kelly. Tony Wendice programa el asesinato de su mujer Margot a través
de un secuaz debido a su aventura amorosa con un escritor de novelas policíacas
y también por temor a que lo abandonara. El mismo destino cruel espera a
Cintia. Ambas mujeres ilustran el prototipo de la víctima perseguida y atrapada.
Pero las dos historias difieren totalmente en cuanto a la trama. En “Amor
post-mortem” la intriga es más complicada, estresada y sorpresiva: todo el
periplo de Tánger, la travesía, el idilio, la persecución y al final la muerte
de Cintia y Karim perpetrada por los matones de su marido, resulta ser una
terrible pesadilla soñada por Karim debido a las pastillas que se tomó en el
hotel antes de emprender el viaje a Tánger. El lector solo se da cuenta de este
gag al final del relato, después de
haber pasado momentos de profunda angustia e insoportable tensión psicológica de
frustración, creyendo equivocadamente que
Cintia y Karim habían muerto –objetivo narrativo principal del autor.
La mujer en la
obra de Ahmed Oubali ocupa sin duda un lugar honorable e insigne. Contrariamente
a Hitchcock que ostentaba una obsesión enfermiza por las rubias, el autor
presenta una variada y extensa tipología de figuras femeninas, sean europeas o
marroquíes, ilustrando todos los aspectos físicos y psíquicos existentes que
hacen atractiva e irresistible a una mujer: las hay rubias, morenas y
pelirrojas, con el sentido del humor o no, sofisticadas o no, dominantes,
seguras de sí mismas y exquisitamente atractivas e inteligentes. El tono de voz
es importante, también la sonrisa. Son en general delgadas pero con curvas alucinantes
y cinturas proporcionadas. Dos figuras
se destacan en particular: la mujer noble y la femme fatale. Ambas son capaces
de realizar hechos extraordinarios y a la vez sórdidos. En ello superan al
hombre, a quien dotan o privan de amor, elevan o degradan, dependiendo de su
actitud hacia ellas.
Perfidia de áspid y otros relatos –como
lo es también la primera obra del autor- constituye un tributo a la mujer
víctima de toda clase de vejaciones y sobre todo de violencia de género.
"Perfidia de áspid" y "Las manos que ven" resaltan su
inteligencia, su honestidad y nivel intelectual muy altos pero también su
desdicha y fracaso al carecer de esas cualidades. "No abras esa caja"
presenta a la mujer esclavizada y abusada sexualmente en el mundo laboral. "Perversión
secreta" y "Tres tristes rostros", expresan su dolor. Ponen de
relieve los riesgos que corre desde su niñez hasta su madurez, especialmente el
secuestro, la violación y el infanticidio cuyo protagonista verdugo siempre es
el hombre. En "Amor post mortem" se le describe dentro del núcleo
matrimonial siendo maltratada, menospreciada y privada de libertad, además de estar
desesperada ante su ansia de redención que resulta imposible.
Esta joya
literaria es sin duda una obra-homenaje a la mujer, una apología de su
naturaleza femenina, de su lucha para emanciparse, de carácter singular y noble.
Revela su sufrimiento y resistencia frente al machismo del hombre, y por ende si
el autor le da siempre el papel de víctima, es para resaltar e ilustrar su
lucha sempiterna por liberarse de todos los yugos, sean ideológicos, culturales
o cultuales.
La obra de Ahmed Oubali no es producto del método llamado «la
creación espontánea». Es, al revés, una Filosofía
de la composición, un método de escritura de trabajo arduo y a la vez divertido.
Es el verdadero arte de componer ficciones y el mejor proceso capaz de
conseguir el efecto esperado en el lector según Edgar Allan Poe. Ahmed Oubali no
cuenta nimiedades ni describe detalles innecesarios ni deja nada al azar. La
extensión de los relatos parece variada pero siempre es fiel al código del
relato corto. Utiliza un estilo conciso, un tono violento, un ritmo sin
riendas, una lengua abrillantada, unas descripciones provocadoras y un léxico
selecto y muy amplio. Son cánones lingüísticos inherentes al género negro y su
vertiente, el thriller. Pocos personajes para no confundir al lector;
tiempo-espacio reducido para intensificar la intriga y aumentar el suspense.
Predilección por los colores naturales y de vestimenta; enfoque de ciertos objetos
y símbolos que terminan siendo protagonistas, una gastronomía selecta y mucho
erotismo. Siguiendo en esta misma línea, cabe señalar el aspecto elegante del
lenguaje ubaliano siempre rico en figuras literarias que dan mayor intensidad a
la expresión y solemne gravedad al texto, como la hipérbole, la metáfora, la
metonimia, el polisíndeton y las enumeraciones de gradaciones ascendentes y descendentes;
y también recursos estilísticos que aportan rapidez y dotan de poder sugestivo
los relatos como la anacronía y todos sus tipos.
El autor explota, como acabamos de verlo sucintamente, toda la genealogía del thriller: el thriller
de relaciones (Perfidia de áspid) donde la traición es un concepto crucial para
la trama; el thriller de conspiración (Las manos que ven) donde el enigma
principal de la trama es: ¿quién está detrás de las acciones criminales?; el
thriller de investigación (Tres tristes rostros) donde la resolución del enigma
solo es revelada en el clímax; el thriller de misterio y asesinatos (No abras
esa caja) donde el azar y la muerte rigen el destino de todos; el thriller de
acción (La ingrávida espiral del crimen) donde el protagonista es víctima de
las acciones de los villanos...
Algunos se preguntarán por qué "trata" el autor un género
que data de los años treinta. En realidad tal no es el caso. El crimen bajo
todos sus aspectos existe desde que existe el mundo y solo desaparecerá con la
desaparición del hombre. Mientras tanto la labor de la literatura es describir
y (re)-producir ese mundo. Las sociedades y las épocas cambian pero la maldad
humana mantiene los mismos códigos del mal. Entre el policial y el negro
clásicos, Ahmed Oubali muestra un interés particular por el
"thriller" que en inglés significa “estremecimiento”. Es un subgénero
literario o cinematográfico psicológico derivado de los géneros citados y que
se basa en la generación de suspense (intriga, expectación, angustia, estrés y
miedo) y misterio (secretos, ocultación, desapariciones, traiciones), elementos
principales que mantienen al lector o al espectador en vilo hasta el final de la narración donde, en un
genial giro, descubren quién estuvo detrás del crimen.
No es pues ningún secreto decir que el autor [6] se inspira
básicamente en el thriller hollywoodense de los años cincuenta y sesenta que
ilustró en la pantalla al género literario negro y policial clásicos de los
años treinta y cuarenta, especialmente en su vertiente hitchcockiana. Así, y
dentro de esta nomenclatura, Ahmed Oubali ha optado por el thriller psicológico
que trata sustancialmente un tema central: el conflicto entre individuos
originado por alguna de las pasiones humanas como lo es el odio, el amor, la
traición, la culpabilidad, el sadismo, etc. A este nivel el thriller es
concebido por el autor como en un medio estético-poético cuyo objetivo
primordial es conmovernos, haciendo que nuestro corazón lata más de prisa y
ponga al descubierto y en profundidad las emociones, las pasiones y las
experiencias más internas e íntimas del alma humana.
Entre las innovaciones del autor en el ámbito del relato negro y de
suspense en particular, se puede citar en resumen los siguientes aspectos:
- El tiempo-espacio abarca
el ambiente criminal hispano-marroquí del siglo
pasado. Del noir americano y
anglosajón solo se mantienen los códigos narrativos y los avatares del crimen
organizado.
- El estilo, aunque violento, es muy
elegante en contraposición con el estilo seco y duro del noir clásico.
- No existe el protagonismo dicotómico
"detective vs asesino": el detective puede ser cualquier personaje en
busca de la verdad y el asesino puede ser el hombre más amable y bondadoso del
mundo.
- El protagonista es siempre un
anti-héroe. Muchos de los personajes principales son animales, objetos
anodinos, símbolos, etc.
- El enigma y el misterio no son un
objetivo en sí, sino herramientas a disposición del thriller.
- Los relatos no pretenden ser una
crítica social ni política. Las numerosas descripciones de las nefastas
condiciones de vida, de la inmoralidad, de la criminalidad, de la incultura y de
la falta de infraestructuras, reinantes en ellos, desempeñan el papel
fundamental de encuadrar las tramas ficcionales en contextos realistas que
concuerdan con el género negro y que sirven de trasfondo para las historias nigérrimas
contadas. El objetivo supremo del autor estriba en divertir, distraer e invitar
al lector a degustar la magia formal en que dichos relatos están presentados.
Es cierto que hay amigos y lectores que puedan discrepar conmigo en este
aspecto pero sus opiniones son respetadas y aceptadas.
- La narración no se centran en la
inteligencia de un detective ni en la astucia de un asesino, sino en el
análisis psicológico de la víctima y en el del asesino y sus móviles. Prevalece
el punto de vista de la víctima.
- No existe un personaje sin una
historia negra detrás, un historial
freudiano.
- Emocionar, mortificar y hacerle
cómplice al lector es un fenómeno permanente desde el inicio hasta el final de
cada relato. Para ello, el autor se basa mayoritariamente en el guion
cinematográfico facilitando al lector pasar de lo leíble a lo visible.
- El género negro, por ser duro, contiene una
gran dosis de pesimismo donde prevalecen
la farsa, la sospecha, el cinismo y la fatalidad. El noir encierra un sabor amargo donde las
relaciones entre los personajes son siempre movidas por el deseo de poseer
dinero o placer, los demás siendo meras marionetas para lograrlo. La traición y
el desencanto, la mentira y la falsedad son los que lo rigen todo. Son los
ingredientes inevitables de un buen thriller. Pero en los relatos de Ahmed
Oubali cunde también otra característica que sobresale: el final hilarante, el
happy ending con que terminan todos sus relatos, refleja la cosmovisión
oubalística: la vida no es solamente un cuadro pesimista, un siniestro mundo
malvado, sino también tiene un lado iridiscente con un sinfín de goces y placeres
que debemos disfrutar plenamente, con el corazón abierto –la
única forma de burlar provisionalmente a la muerte.
En la edición encontramos además un prólogo excelente del
periodista y escritor español José Manuel Serrano Valero y una nota del propio
autor que bien se merece que el lector, antes de leer la obra, haga un brindis
a la salud de Ahmed Oubali. Las sinopsis iniciales de cada pieza son otro
atractivo, pues ejercen de acicate para lanzar las expectativas del lector
respecto a las páginas que le aguardan.
Se dice que se
denominan relatos cortos, negros, de intriga, de terror, de misterio… Se llamen
como se llamen son: sobresaltos, platos agriamargos, pantanos narrativos y cuentos
pesadillescos y a la vez placenteros. En definitiva, son esmeraldas nigérrimas
de un thriller que, como de costumbre, Ahmed Oubali logra dotar de una espesa
dosis de adrenalina, de picazones eléctricos
y de una impresionante carga y elegancia literarias.
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Referencias / Webgrafía
[1] Oubali, Ahmed, Chivos expiatorios, publicado
en Amazon:
[2] Oubali, Ahmed, Perfidia de Áspid y otros
relatos, Varsovia: Amazon, 2019. ISBN 978-1089-403-661.
[3]
Véanse el artículo publicado por el
autor, junto con el relato, en este enlace
[4] Ídem.
[5]
Sinopsis del relato:
[6] En su Blog literario, el autor justifica sus
fuentes de inspiración y teoriza sobre su
arte de escribir.
Están también sus artículos de semiótica y
crítica literaria dedicados a autores marroquíes y extranjeros.
Varios de sus relatos están también grabados en audio. Algunos enlaces:
Perfidia de áspid, presentado por Sergio BARCE:
Una mirada crítica sobre Chivos expiatorios, por Azeddine ETTAHRI:
Lo estético en la obra de Ahmed Oubali, por Azeddine ETTAHRI:
Ahmed Oubali, consagra al género
negro marroquí, por Mustapha Handar:
Ahmed Oubali PARTICIPA EN
LA I JORNADA DE NOVELA NEGRA:
Ahmed Oubali y el género
negro:
Entrevistas concedidas:
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