La vida perra de Juanita Narboni:
La diégesis de una neurosis
Ahmed Oubali
Ahmed Oubali
PREÁMBULO
Distinguir entre
buenas y malas obras literarias me recuerda la parábola del trigo y la cizaña,
tal como viene en el Evangelio. Es separar el buen grano de la mala hierba.
Aplicada a los premios
literarios, la parábola no deja de escandalizarnos. En efecto, no es ninguna
novedad observar que hay obras cumbres que no son premiadas (tal es el caso de
la novela que a continuación voy a analizar) y al revés, hay autores mediocres
que son galardonados con notorios premios internacionales. Paralelamente, hay
dos otras observaciones que siempre me han dejado perplejo: hay autores
geniales a los que no fue otorgado el Nobel, pienso por ejemplo en Borges,
Nabokov, Alejo Carpentier, Theodor, W. Adorno y W. H. Auden, entre otros, y el
colmo de los colmos, quizás una consecuencia de lo que precede, hay una lista
impresionante de eminentes autores que rechazaron dichos premios, literarios o
no, Legión de Honor incluida [1] .
Esto no hace sino
mostrar el caos editorial y el mundo aleatorio de los galardones.
Antonio Ángel
Vázquez Molina [2] es uno de estos grandes escritores, con incomparable talento
y fértil imaginación e inteligencia, cuya obra fue inexplicablemente descuidada
por la crítica y las Instituciones organizadoras de esos premios, pese al
Planeta que obtuvo por Se enciende y se
apaga una luz.
La vida perra de Juanita Narboni [3], como es el caso de las grandes novelas, convoca
básicamente cuatro niveles de lectura: el narratológico, el lingüístico, el
semiótico y el psicoanalítico, cuya articulación teórica a la novela se basa en las aportaciones de Gérard Genette, Todorov, Umberto Eco y Lacan,
respectivamente.
Expondré sucintamente
cómo encajan e interactúan el primero y el cuarto niveles (el lingüístico trata
el tema de la Haquitía –tercer
componente/personaje de la novela, junto a Juanita y Tánger- y el semiótico destaca el paralelismo entre
Tánger y Juanita: ambos los tengo ya publicados separadamente) para centrarme luego en la psique de la
protagonista porque, como lo indica bien el mismo título, la novela ofrece a
este nivel otra lectura, la de un "diario" de Juanita Narboni (casi
una "autobiografía" del autor) que, a través de un largo monólogo en
presente de indicativo, discurre simultáneamente sobre su vida y Tánger en dos
etapas, una de extraordinario y esplendoroso recorrido existencial y otra, de
dramático desenlace, revelando, como en una sesión psicoanalítica, los avatares
de sus vivencias singulares y de sus pulsiones sexuales reprimidas (veremos que
son en realidad las del autor).