MI TRADUCCIÓN DEL FRANCÉS AL ESPAÑOL
ENTREVISTA DE CLARA RIVEROS
AL SOCIÓLOGO ABDESSAMAD DIALMY :
: Critique de la masculinité au Maroc, Collection Université et société,
Saad Warzazi Éditions, 2009, 199 p.
(extraits):
Violencia sexual, Islam e islamismo en Marruecos /
Abdessamad Dialmy, profesor universitario y sociólogo marroquí, ha sido consultado ampliamente en los meses recientes a raíz del episodio de agresión sexual de un grupo de adolescentes a una joven que se desplazaba en un autobús en Casablanca. Dialmy sugiere la problemática de fondo: el de Casablanca no fue —y no es— un hecho aislado sino que responde al arraigo de prácticas, de hábitos, de percepciones y, en últimas, a un sistema de valores que encubre la violencia hacia la mujer. Violencia que —al ser cotidiana— está tan extendida como subestimada por una parte considerable de la sociedad marroquí. Quien padece de forma permanente este contexto de violencia y agresión es, principalmente, la mujer marroquí que todavía hoy no alcanza igualdad efectiva ni ante la ley, ni en el entorno social pero, no es la única.
Clara RIVEROS: Encontré algunos casos de hombres —marroquíes musulmanes— que se involucran con mujeres occidentales y luego las descartan explicándoles que para tener una relación seria, formal, estable y afectiva solo van a considerar a una mujer musulmana. La mujer occidental es considerada como un objeto sexual y para la diversión ocasional frente al imaginario de ‘pureza’ que encarna la mujer musulmana.
Abdessamad DIALMY: En general, la mujer occidental es percibida por los marroquíes ordinarios como una mujer sexualmente fácil de conquistar, no controlada por una sociedad represiva ni inhibida por una moral sexual religiosa restrictiva. Como resultado, esta mujer es la pareja ideal para tener experiencias sexuales ricas y variadas, sin límites ni tabúes. Esta percepción masculina marroquí-ordinaria de la mujer occidental impide al hombre marroquí participar emocional y socialmente en la relación porque teme a una mujer independiente, responsable y liberada que ha dejado de ser sumisa, que puede decir no cuando se le antoja y largarse simplemente en caso de insatisfacción o incompatibilidad en la pareja. El marroquí necesita a una mujer-niña a quien puede dominar a su antojo, y la mujer occidental es una mujer adulta, especialmente a nivel sexual. Por lo tanto, él cree que una relación sexual con ella va a ser un mero desahogo o una válvula de escape. Una relación, en definitiva, considerada como sucia e impura en vista de su ilegalidad e ilegitimidad. En comparación, él piensa que la mujer musulmana, al contrario, no puede tener una sexualidad extraconyugal impura, lo cual es falso, por supuesto, ya que es solo una representación mental operativa y eficiente, inherente y consustancial a la conducta masculina.
C.R.: Un hombre marroquí, musulmán, adulto, formado, con un buen nivel cultural y estudios universitarios vive fuera de Marruecos. Combina sus creencias religiosas y estilo de vida musulmán con algunos ‘vicios’ de la vida occidental. Se lamenta. Cree que es un ‘mal musulmán’ porque tiene relaciones sexuales sin estar casado. No bebe alcohol. Reza. Considera que el cuerpo y el sexo son algo sucio, los repele pero los desea. Es obsesivo con la limpieza de los cuerpos (y de la casa) antes y después del sexo. Es egoísta. Solo busca saciarse. No permite que la mujer (occidental) tome la iniciativa en el acto sexual y si lo hace la cuestiona por su pasado, cree que ella sabe demasiado y le molesta. Se muestra dócil, refinado y sutil en el cortejo previo al acto sexual pero durante el sexo puede tornarse agresivo y autoritario. No acepta que le digan que no a ciertas prácticas sexuales: «pensé que eras mía y que podía hacer contigo lo que quisiera». No importa lo que ella pueda sentir o desear, no le importa si la lastima, incluso parece que lo disfruta, solo se trata de su satisfacción. Lo anterior sugiere cierto trastorno, desorden y confusión en el comportamiento del hombre musulmán.