viernes, 15 de mayo de 2020

El entorno enunciativo en “Precoces”, de M. Bouissef Rekab.




El entorno enunciativo en
“Precoces”, de M. Bouissef Rekab.



 

Publicado inicialmente en La Mañana, mayo de 1996.

NOTA

Por fin un relato que engancha por razones que se expondrán más adelante. Pese a que  el tipo de análisis que suelo presentar no permite hablar del autor real (su muerte teórica ya es historia), conviene recordar que Mohamed Bouissef Rekab es de estos intelectuales que, al ponerse a escribir, van directo al grano de la narración, después de haber determinado minuciosamente su estructura, regulado su ritmo, fijado su tema y purificado sus recursos lingüísticos. Es obvio que para crear mundos posibles de ficción con todas estas habilidades hay que ser un artista innato y laborioso.

 

ACLARACIONES

Todo texto literario es sujeto a múltiples lecturas, todas ellas interesantes. El presente artículo se propone mostrar cómo elabora el autor sus propios recursos lingüísticos internos para invitar al lector a impregnarse del ambiente de ese mundo trágico y sórdido pero curiosamente familiar y conmovedor que presenta el relato  "Precoces".

Por razones de brevedad, he tenido que abstraer el aparato teórico metodológico y sintetizar la parte práctica de este estudio en diez puntos, añadiendo a las referencias bibliográficas ya citadas la aportación de Austin J. L. (1982) sobre la teoría los actos de habla.

 

1.               TIPOLOGIA TEXTUAL

Se trata básicamente de una narración corta donde los acontecimientos son relatados en breves secuencias, con pocos personajes, con marcas subjetivas implícitas y donde el tiempo verbal utilizado es el habitual en estos casos: el pretérito indefinido (tiempo  perfectivo que da comienzo y fin a los procesos) y el pretérito imperfecto (tiempo imperfectivo que describir y comenta esos procesos), ambos en modo indicativo. La incidencia del condicional y del subjuntivo imperfecto sirve de prospectiva para traducir un futuro en el pasado o un hecho hipotético. Ahora bien, una lectura sería hace ver que el texto encierra también un componente discursivo con varios indicios bien hiperdeterminados: el proceso dialógico en que están inmersos los personajes (se hablará más adelante de intertextualidad y de pragmática), la modalidad retórico-narrativa y los tiempos verbales del discurso que son el presente y el pretérito perfecto de indicativo. Está también el curioso pero sintomático uso de los apodos que sustituyen los nombres de los personajes y ciertos adverbios y adjetivos que ilustran la problemática naturaleza enunciativa y discursiva del relato. El lector debe pues tener en cuenta esta doble perspectiva si quiere deleitarse de la lectura: el relato narra una siniestra historia pero enuncia también un discurso sobre la misma; el autor crea acontecimientos y mundos posibles pero al hacerlo enuncia también una crítica sulfúrica sobre ellos. Se instala así la mecánica de la verosimilitud que hace que todo parezca anclarse en la realidad: los acontecimientos que se desarrollan en la escena textual son descritos con el prisma de un cineasta que instala teatralmente actores y escenarios en una cronología bien elaborada del universo imaginado. Para lograrlo, el autor utiliza varios niveles de focalización: la del grado  cero donde el narrador, siendo omnisciente, lo sabe todo sobre los personajes y los lugares descritos y la externa, donde el narrador, siendo extradiegético, se eclipsa, manteniéndose en la periferia del texto, para otorgar libertad de expresión a los propios personajes. Tenemos pues dos perspectivas de enfoque de los hechos, una absoluta y dos relativas:

                    - Absoluta: cuando se citan lugares reales como El Fendaq, el cine Español, Lamsala, etc.

                   -  Relativa: visible en el enunciado (lo veremos con los adverbios y los adjetivos)

                    - Relativa: visible en la enunciación (lo veremos con los apodos de los personajes y las modalidades discursiva e intertextual)

 

2.               PROCESOS NARRATIVOS

Las estrategias narrativas abarcan el conjunto de métodos y recursos que el autor utiliza para transmitir su obra literaria al lector. Se expondrán a continuación empezando con la estructura externa del relato.

“Precoces” contiene cinco unidades o secuencias narrativas.

1. El argumento: unos miserables delincuentes callejeros, de entre nueve y once años, se drogan inhalando soluciones tóxicas para escapar al hambre y al abismo de los vicios en que viven.

2. Los personajes: son niños bastardos, huérfanos, desheredados y sin hogar ni afecto. Sufren la pobreza, la violencia física y sexual. La calle es su único techo y modo de vida, donde se exponen al infierno de la delincuencia, la prostitución masculina y el consumo de drogas baratas. Felús es el jefe da la banda, por tener la cara rajada; Lefta (nabo) es la víctima principal del grupo; Pitu, un personaje indefinido y misterioso; el Cojo, el ladrón de cartones que sirven de cama; Wald Turia (hijo de Turía, una prostituta de ascendencia alemana), llamado también el Rubio, muy guapo y de carácter ambivalente. Ayuda a sus amigos, los Drari Dlmsala (niños del barrio), prometiendo introducirlos en el mundo del contrabando. En cuanto a los guardacoches y algunos animales, juegan el papel de personajes secundarios pero activos observadores de la tragedia.

3. La pelea. El Rubio decide provocar a Felús instándole a que le devuelva el "puesto" o cargo que tenía en el contrabando de droga. Intercede Lefta para hacerse conocer y despertar interés. Se desencadena entonces una sangrienta pelea entre él y el Rubio que termina a favor de este. Empieza luego otra trifulca entre este y Felús, navajas en las manos.

4.  Un ambiente sórdido donde no  hay ni policía ni seguridad. Solo un perro, como testigo. La vida de Lefta es la que más choca y escandaliza. Sin techo ni protección, bastardo y de madre prostituta, el niño intenta a menudo buscar en la basura alguna cosa que comer, y cuando no lo logra va a lavar coches, robar, prostituirse o pedir una limosna. Sus únicos compañeros son las ratas, los mendigos y los huérfanos. Llora cuando está solo.

5. Una historia de pobreza, odio y humillación. Los Drari Dlmsala tienden una emboscada a Lefta y lo sodomizan con una violencia cruel.  Y aquello solo era el preludio a una larga espiral de perversiones y vejaciones.

 

3. EL TÍTULO

El título "Precoces" funciona como un adjetivo calificativo, un epíteto y a la vez un atributo. Pero es más bien una aposición porque no lleva ni un determinante ni un verbo. Yo la entiendo como una expresión sustantivada. Cabe preguntarse precisamente por qué “Precoces” no va precedido de un artículo determinado (Los precoces) ni de un verbo (Eran precoces). Hay razones para creer que el autor omite intencionadamente estos marcadores para introducir, de hecho, tres funciones semánticas.

        -Función de simple etiquetaje o tipificación generalizante. En este caso "precoces" puede calificar también a mayores sin experiencia en la vida.

        -Función de integración cualitativa. En este caso  el sustantivo se transforma en adjetivo para adquirir autonomía discursiva.

        -Función de denominación para recrear una situación interpretativa y semántica, con valor de presentación: “Son precoces”, es decir, aunque son menores de edad,  viven experiencias de adultos al dedicarse a fumar y  a exponer sus cuerpos al sexo; son precoces para pasar hambre y sufrir todas las vejaciones del mundo; son precoces para contraer matrimonio; son precoces para suicidarse…

Desprovisto de cualquier marcador gramatical, el título sirve ante todo de enganche o de aperitivo al lector que está en línea de mira. Su interés queda captado en efecto desde el íncipit, Ia  primera frase que abre el relato: “El niño se lamentaba de no poder compartir el "snif" con sus compañeros.” Así, de entrada, el lector entiende que se trata de unos niños atrapados en la espiral de la droga y la delincuencia.

El título inaugura en definitiva el acceso a la enunciación narrativa. Al iniciar así el texto, el autor quiere “mostrar” al lector una parte del iceberg, un indicio de las macabras escenas donde evolucionará la tragedia de unos seres desarraigados y precozmente viciosos, sin memoria ni esperanza (no tienen nombre y apellido), con solo el odio en sus facciones causado por el abandono inhumano en que están atrapados.

¿Cómo puede una palabra (el título) por sí sola evocar tan trágica inocencia? ¿Cómo puede un simple adjetivo aludir a una realidad tan funesta y a la vez conmovedora?

Para saberlo conviene adentrarse en el túnel del relato, interrogar sus recursos lingüísticos específicos representados por las tres instancias narrativas que son el cronotopo (el tiempo-espacio) y  los  personajes convocados e invocados por el adjetivo “precoces”.

 

4.  EL PERSONAL DEL RELATO

En semiótica textual los personajes remiten a papeles actanciales con funciones narrativas determinadas, como la del “villano”, el “bueno”, la “víctima”, el “adyuvante” o el “oponente”, como bien lo ilustran los apodos ya citados arriba que, al funcionar como pronombres personales, tienen también funciones discursivas y pragmáticas, que expondré aquí y  más adelante.

En la siguiente unidad (U2) del relato se puede leer:

 

/--¿Dónde has puesto los cartones?/

--Los he guardado detrás de la puerta del Fendaq.  Espero que no los vea el Cojo y se los lleve/

/--La noche está lejos todavía. No pienses en eso/

 

La interlocución es explícita: al interpelar al interlocutor, el locutor le otorga una especie de presencia existencial. Lo recrea. La pregunta instituye y firma un contrato entre un /yo/ y un / tú/, hace posible un mundo donde dos individuos actúan deliberadamente, uno, interesado en saber el paradero de los cartones; el otro, preocupado por no perderlos. La última réplica /la noche está lejos todavía/ aclara que los dos delincuentes necesitan cueste lo que cueste los cartones (sin los cuales dormirán al ras del suelo, a la intemperie) y que no es fácil procurárselos.

La relación yo/tú, del primer guion se invierte en el segundo guion y se complica con la aparición de la tercera persona (el Cojo que opera de la noche). El texto literario no es, como muchos lo piensan, un mensaje literal, enviado por un autor a un lector, sino un dispositivo ritualizado donde son distribuidos roles actanciales precisos para alcanzar metas precisas. El enunciado sirve solo de soporte a la enunciación.

 

5. EL ESPACIO

El relato utiliza palabras autodeterminantes para espacios abiertos: Tetuán, Lamsala Qdima, el cine Español, detrás del Fendaq, etc.

 Paralelamente, el espacio psicológico (en el relato no hay obviamente un espacio cerrado) es también descrito pero anafóricamente con los deícticos: yo/tú, aquí/allí, ahora/ayer, por los alrededores, este/ese puesto:

 

/Ya no me veréis más por aquí /

/ Yo quiero ese puesto para mí/

/No se veía a ningún policía por los alrededores/

 

Vemos que se destacan dos clases de deícticos espaciales: los demostrativos que acompañan los gestos de los personajes y los adverbiales de aproximación – delimitación - alejamiento –distanciamiento, como lo veremos con las relaciones conflictivas que entretejen los personajes en torno a los sectores rivales y vitales de contrabando, subsistencia y sexo.

 

6. EL TIEMPO

Si los deícticos espaciales se organizan a partir de la posición del cuerpo del personaje, los deícticos temporales se originan en el momento en que este habla y actúa, momento que corresponde a los verbos  en presente y pretérito de indicativo.

En el enunciado de la misma unidad citada se puede leer:

 

/He conseguido algo, pidiendo en los cafés, y ya se lo he dado a Felús/

 (se trata de la droga)

 

En este ejemplo, el momento de la enunciación coincide con el /yo/ del personaje, es decir, el tiempo verbal y el pronombre personal constituyen la unión entre el enunciado y la enunciación: el “haber conseguido algo” (el enunciado) instala el tema de la enunciación (la presencia del cuerpo parlante se lee en el yo del locutor, elíptico en el ejemplo)

Para resumir, conviene subrayar que el autor presenta un interesante encadenamiento temporal narrativo en cuatro procesos simultáneos.

El pretérito indefinido: es la cadena  causal. El conjunto de las acciones narradas son solidarias y orientadas hacia un final irreversible. Los  acontecimientos son narrados en ausencia del yo de la enunciación.

El pretérito perfecto: los procesos son desunidos, son pretéritos pero con una relación estrecha con el momento presente en que se enuncian. Este tiempo es un presente acabado. Lo que lo distingue del pretérito indefinido.

El presente. Tiempo axial visible en los diálogos del relato y coincide con la instancia discursiva principal, la enunciación.

El pretérito imperfecto: es llamado así porque no plasma en la cronología el proceso enunciativo y en vez de narrar los acontecimientos, los comenta. Es el tiempo falso de la enunciación:

 

/El niño se lamentaba.../

es una frase incompuesta, por eso el narrador se apresura a completarla:

/de no poder compartir el "snif" con sus compañeros/

 

El imperfecto no es un tiempo pretérito porque no sitúa un proceso en el pasado. Solo se limita a indicar que este es contemporáneo a una referencia que le es anterior:

 

/El Rubio se acercó al guarda…

 sus neuronas estaban en vías de incineración total / (U3)

 

Aquí vemos que el proceso es expuesto como exterior a la dinámica narrativa. El uso del imperfecto, además de falso, es negativo porque solo sirve de comentario descriptivo y decorativo. Mientras que

 

/ El Rubio se acercó/

asegura la progresión de la historia,

/sus neuronas estaban en vías de…/

 

solo marca el proceso de una descripción que no participa en esta progresión.

Para resumir esta función verbal de los tiempos conviene retener en el relato la puesta en relación de los procesos temporales según dos perspectivas:

- El indefinido que abarca procesos perfectos.

- El imperfecto que sirve de segunda plataforma para dichos procesos y que en definitiva remite a la intención del autor que busca crear, mediante este tiempo, una tensión de intriga continua al mezclar minuciosamente narración y descripción.

 Hasta qué grado de maestría llega este proceso descripcional y descriptivo y qué modalidades son utilizadas para lograrlo es lo que veremos a continuación.

 

7.  LA ADJETIVACION 0 LA DERIVA ISOTÓPICA

La categoría adjetival interesa el análisis estilístico porque el adjetivo "subjetiviza" y “clasifica” los procesos de la enunciación, esté antepuesto o pospuesto. 

Cuando se dice que el adjetivo es objetivo en el enunciado y subjetivo en el discurso se alude al proceso de semiotización en el relato.

 

-                    Algunos ejemplos de objetividad:

Unidad  1: Los niños se describen como disgregados, sucios,  hambrientos, perversos, rencorosos, descalzos; las playeras eran rotas y baratas, etc.

Unidad 3: cara rajada, espaldas encorvadas, piernas entreabiertas; Unidad  4: cartones mojados para dormir, una parte podrida;

Unidad  5: mdemmaq (el sodomizado)

 

-                    Algunos ejemplos de subjetividad:

Unidad 3: el Rubio era guapísimo, esos pequeñajos (evaluación afectiva axiológica y despectiva);

Unidad 5: loco (evaluación peyorativa)

 

La deriva isotópica adjetival prefigura unilateralmente un mundo de degradación moral y física, por no decir psicosomática, donde viven niños (el mayor tiene once años) sin raíces ni horizontes y doblemente huérfanos: no tienen familia ni cobijo y se ven inexorablemente arrastrados hacia el mundo de la delincuencia, de la droga y del vicio carnal (agresiones sexuales caracterizadas, matrimonio de menores, pedofilia, proxenetismo, sodomía, cf. Apartado 8). 

 

Dicha degradación infantil es visible en todas las unidades del texto y a cinco nivelas. Evocaré solo algunos ejemplos:

--El apodo: Los personajes  no tienen  nombra ni apellido.

            - Lefta (el nabo) es llamado también Qrizzah o enano. Es el personaje más desgraciado y humillado del relato. Terminan llamándole “mdamaq” o el sodomizado.

           - Felús o el “pollito”  es el jefe de la banda. Tiene solo once años. Le llaman también “sharrat” por llevar una cicatriz en la cara, señal de que tuvo su primera pelea  para pasar precozmente al mundo de los adultos, con sus once años.       

            - Wald Turía (hijo de Turia, alemana de origen), eufemismo de bastardo o “hijo de p...”  También llamado el Rubio, el más guapo y perverso de los niños.

          - Drari Dlmsala, hijos de Darb Lamsala (los bastardos de la calle o del barrio Lamsala)         

          - El Cojo o ladrón de cartones, un tenebroso personaje a su edad.

          - Los Guardacoches, isotopía que abre siniestras alusiones a la promiscuidad de toda índole en que viven estos niños.

El trabajo: el contrabando de tabaco, el robo, la mendicidad, las agresiones físicas y sexuales y la extorsión generalizada.

Los amigos: las ratas con las que comparten comida y sueño; los perros; los huérfanos, los mendigos; los invertidos.

Los  enemigos: la sociedad y sus instituciones.

Proyectos futuros: intentar escapar al hambre y la injusticia, utilizando todos los medios ilícitos posibles,  la droga, el robo, incluso exponerse a la prostitución masculina.

 

A continuación, la deriva isotópica que resumiré en dos recorridos figurativos disfóricos fundaméntalas: el mundo del que provienen estos desgraciados niños y las perversiones en que están obligados a vivir. Causas y efectos de una infancia trágica e inocente.

8. (eliminado)

 

9. LA INTERTEXTUALIDAD

La literatura entretiene una relación esencial con lo que se ha llamado intertextualidad y que estipula que un texto es el resultado de una o varias transformaciones de otros textos.

Teniendo en cuenta la orientación de este estudio, me ceñiré aquí a un  aspecto preciso de este recurso estilístico, la función del diálogo dentro del relato “Precoces”, descartando las relaciones intertextuales que entretendría este relato con otros textos de otros autores que tratan la misma temática, la infancia abandonada o los niños de la calle. Un tema interesante que trataré pronto con un enfoque semiótico.

 

Contrariamente a lo que piensan algunos, el discurso indirecto no es una transformación del discurso directo. Ambos son independientes aunque no  incompatibles. En el discurso directo, un mismo sujeto hablante se presenta como locutor responsable de su enunciación frente a un segundo locutor, también responsable de su enunciación: los interlocutores intercambian los enunciados, disociando ambos sistemas lingüísticos, citante, citado (esto se ve claramente en los diálogos de la segunda y siguientes unidades del relato citadas), reproducción cada uno por separado las  palabras de modo literal.

En el discurso indirecto, hay un solo locutor que se encarga de responsabilizarse de ambos enunciados (citante, citado), sin modalidad subjetiva. El discurso aparece autónomo y hay una conversión de los personajes, tiempo y espacio donde los deícticos pierden su aspecto funcional inicial. El  citante reproduce con sus propias palabras lo que otros personajes dicen o han dicho:

 

/Abdalaziz dice que necesita a gente en su sector/;

/El Rubio les dijo que no merecía la pena seguir peleando/;

/Un hombre que dicen que se llama Larbi/

 

Pero el relato produce otro discurso indirecto libre o DIL que el autor utiliza como estrategia intersemiótica, al fundir ambos discursos citados. El DIL disocia los dos actos de enunciación del discurso directo y borra la autonomía de los nexos del discurso indirecto, es decir, desaparecen las marcas introducidas por “decir + que”. El narrador utiliza sus propias palabras para reproducir lo que dicen o piensan los demás personajes. Es el caso del narrador omnisciente. De hecho, el DIL se apoya en una forma peculiar de intertextualidad, la polifonía: en vez de una voz, directa o diferida, aparecen voces múltiples entremezcladas  o solo una voz anónima que indica que nadie se responsabiliza de la enunciación enunciada.

Este fenómeno no releva de la sintaxis de la frase, sino de la gramática textual: el DIL restituye la subjetividad del lenguaje e íntegra las palabras citadas en el proceso de la narración.

En el relato la estrategia del DIL consiste en restituir la realidad social y elaborar un cuento riguroso gracias al valor estético que el autor añade a los recursos de la lengua y a su labor narrativa. Por el sesgo del DIL se otorga la libertad y el derecho de existir al narrador implícito y a los personajes que actúan. Así, el narrador puede intervenir en el vocabulario mismo de estos, provocando extremos efectos de verosimilitud. El DIL permite finalmente al narrador ser otro testigo de lo que se relata por excelencia, ya que tiene la ventaja de monopolizar la narración, quedándose voluntariamente desplazado, en la periferia del texto, libre e independiente. Esta postura le permite introducirse en la piel y la consciencia de los personajes y sin su testimonio no nos es posible saber lo que sienten ni lo que hacen.

Algunos ejemplos:

 

Unidad 1:

/El niño se lamentaba de no poder (...); no disponía de dinero para que (...) le echara un poco de "silusión" que le haría feliz /;

/Esperan y no esperan.../

 

Unidad 2:

/Era lo máximo a lo que aspiraban todos: que la mafia que controlaba el contrabando de tabaco de Tetuán los integre en sus filas /

/Todos querían información: saber cómo han hecho; quien los lleva ante Wald Turia; cómo era cada uno y quién es el  más fuerte… /

/Uno de los niños, el Rubio, era guapísimo, un auténtico niño alemán/

 

/Lefta se acercó (...).  No decía nada pero allí estaba sacando el pecho y casi poniéndose de puntillas para aparentar mayor da lo que era... quería impresionar, demostrar a sus amigos y enemigos que era capaz de pelearse y de "cortarle" la cara a quien fuera/

 

/Nadie quería darle importancia al pequeñajo/

/Lefta no volvió a abrir la boca, que por cierto le sangraba/

/No tenían tiempo para prestarles atención a esos niños olvidados por el mundo/

/De los transeúntes el perro fue el único que se paró a mirar/

/ Futuro quebrado por la insolidaridad de los hombres /

 

Unidad 4:

/Lefta que tenía que ir a buscarse un sitio donde dormir,

 pasar la noche, una más de tantas y tantas noches/

/El niño no debía llorar... no se inmutaba... aun estando solo,

 debía comportarse como un hombre, y los hombres no lloran/

/El intruso no le quitaría de comer (a la rata)

pero dejará su cena en poder del hambriento niño/

 

Unidad 5:

/Todos sabrían que había sido mdemmaq...

No sabía qué hacer.  Era para volverse loco/

 

10. LA DISEMINACION ARGUMENTATIVA

La teoría de los actos de habla, definida por Austin, está en el centro de las investigaciones científicas que se llevan a cabo en la pragmática.

Estipula que cualquier acto de habla tiene como objetivo cambiar o modificar la actitud del oyente, de forma directa o indirecta, utilizando recursos lingüísticos específicos e intencionados destinados a convencer, persuadir, disuadir, condenar,  mentir, amenazar, obligar, prometer, rogar, afirmar, dar una orden, etc. Es lo que se llama actos ilocutorios, opuestos a los actos locutorios (que no contienen las intenciones y finalidades citadas) y a los actos perlocutorios (que provocan efectos en el receptor).

 

Para una simple comprensión, tomemos un ejemplo, supongamos que alguien te dice: "te quiero".

Esta declaración constituye en  un simple acto de habla locutorio; pero si te lo declaran con alguna intención (egoísta, oportunista o perversa), este acto de habla se convierte entonces en ilocutorio y si tú reaccionas de alguna forma a esta declaración (muestra alegría, sorpresa, estupor o repulsión), habrás realizado un acto perlocutorio.

 

Estos actos se agrupan en asertivos (al afirmar o negar algo), expresivos (si es un estado afectivo), directivos (al dar órdenes o manipular a alguien), compromisorios (al prometer o garantizar algo) y declarativos (el acto coincide con su realización).

 

Retomando el discurso expuesto en el apartado 4, vemos que el diálogo citado contiene actos ilocutorios y perlocutorios porque los interlocutores manipulan la información que están comentando: el primer locutor plantea una falsa pregunta (retórica) porque su intención verdadera no es pedir información inocentemente, sino que intenta descubrir dónde han ocultado los cartones. La idea según la cual intenta simplemente despertar el interés de su interlocutor es difícil de compartir. En segundo lugar se podría admitir que el locutor espera una reacción de su interlocutor para realizar su propia acción intencionada. La respuesta del interlocutor no tarda en llegar: agradece la preocupación de su amigo. Incluso en vez de mantenerse en su superioridad, concede que teme que sus cartones fueran descubiertos y robados. El tercer guion indica que el locutor dio en el blanco: sabe dónde encontrar más tarde los cartones. Para anular toda sospecha o todo recelo, le dice que no se preocupe porque "la noche está lejos de llegar todavía.” Total, el primer enunciador argumenta y logra alcanzar su objetivo: sustraer el secreto del lugar donde están guardados los cartones sin que su interlocutor se entere de la estratagema.

Otro acto ilocutorio/perlocutorio, implícito este, se elabora cuando Lefta, tras haber vanamente intentado sonsacar a Felús un poco de droga (U2), decide cambiar de estrategia: defender a Felús ante el temible Rubio (U3) y, aunque sabe que perderá la pelea, tiene por segura la admiración de todos sus amigos, y por ende, la de Felús, su protegido. Y logra su objetivo, puesto que al final Felús le dice:

 

/Te has comportado como un hombre. Toma el tubo y échate cuanto quieras/

 

Felús argumenta también (U2) cuando anuncia a sus amigos que pronto tendrá una promoción. Se trata esta vez de un acto perlocutorio y locutorio porque provoca admiración y respeto y enuncia también un hecho.

 

En la (U3) el autor utiliza una complicadísima estructura argumentativa que encierra los tres actos de habla simultáneamente:

 

/Si Weld Turía me ha dado el puesto (contrabando de droga) es porque sabe que soy un hombre; no como tú que no eres más que un maricón /

 

La estructura es de las más lógicas:

Si tengo A  es  porque soy B  versus   Si tú no tienes  A es porque no eres B.

El argumento utilizado por Felús para convencer a su interlocutor es de peso: se trata del  silogismo siguiente:

1. Wald Turía no me habría elegido si yo no fuera un hombre.

2. Wald Turía no te  ha elegido a ti.

3. Luego yo soy un hombre y tú, un maricón.

 

No hay lógica pragmática más ciega.

El mismo narrador llegó a concluir diciendo en discurso indirecto libre:

 

/Les dijo que no merecía la pena seguir peleando

si al día siguiente le iban a dar trabajo/

 

Esta diseminación argumentativa es posible porque las unidades semánticas unen unas entidades lingüísticas heterogéneas como lo son las preguntas retóricas que no implican respuestas sino actitudes mentales; el uso del imperativo modalizado y ciertos nexos lógicos como acabamos de ver.

Los elementos semánticos al enlazar elementos heterogéneos, confieren un papel argumentativo al enunciado. La enunciación se realiza gracias a una red de normas implícitas, a una especie de jurisdicción idiomática que permite a los enunciados construir estrategias argumentativas. Por eso siempre obran dos vertientes en estos casos: un conjunto de unidades semánticas variables sin significado estable y una intención implícita que exige interpretación por parte del lector cuando se trata de restaurar la coherencia y la cohesión del texto.

 

 CONCLUSIÓN

A lo largo de este breve estudio, hemos expuesto las estrategias que configuran la forma y el contenido de "Precoces".

Una ficción que supera a la realidad porque es verosímil, breve, con un único argumento, un narrador persuasivo que genera una intrigante tensión con condensada emotividad disfórica y a la vez eufórica que libera al lector solo al final.

 

Es un texto referencial con un desarrollo temporal calculado y unas secuencias narrativas elaboradas con una fría metodología: los personajes evolucionan según los procesos de transformación actancial y la intriga es llevada a cabo mediante la mezcla de un minucioso encadenamiento y engarzamiento de los acontecimientos.

 

Es un relato logrado, aunque corto, porque en él se dan todos los ingredientes que exige este género.  Hay ingenio, dominio del lenguaje, depuración lingüística, nitidez estilística, rigor literario e imaginación fértil y un manejo diestro de los códigos narrativos y las técnicas inherentes a este género literario.

Elementos significativos para augurar un dominio artístico seguro.