Publicado inicialmente en La Mañana, mayo de 1996.
NOTA
Por fin un relato que engancha por
razones que se expondrán más adelante. Pese a que el tipo de análisis que suelo presentar no
permite hablar del autor real (su muerte teórica ya es historia), conviene
recordar que Mohamed Bouissef Rekab es de estos intelectuales que, al ponerse a
escribir, van directo al grano de la narración, después de haber determinado
minuciosamente su estructura, regulado su ritmo, fijado su tema y purificado
sus recursos lingüísticos. Es obvio que para crear mundos posibles de ficción
con todas estas habilidades hay que ser un artista innato y laborioso.
ACLARACIONES
Todo texto literario es sujeto a
múltiples lecturas, todas ellas interesantes. El presente artículo se propone
mostrar cómo elabora el autor sus propios recursos lingüísticos internos para
invitar al lector a impregnarse del ambiente de ese mundo trágico y sórdido
pero curiosamente familiar y conmovedor que presenta el relato "Precoces".
Por razones de brevedad, he tenido que
abstraer el aparato teórico metodológico y sintetizar la parte práctica de este
estudio en diez puntos, añadiendo a las referencias bibliográficas ya citadas la
aportación de Austin J. L. (1982) sobre la teoría los actos de habla.
1. TIPOLOGIA TEXTUAL
Se trata básicamente de una narración
corta donde los acontecimientos son relatados en breves secuencias, con pocos
personajes, con marcas subjetivas implícitas y donde el tiempo verbal utilizado
es el habitual en estos casos: el pretérito indefinido (tiempo perfectivo que da comienzo y fin a los
procesos) y el pretérito imperfecto (tiempo imperfectivo que describir y
comenta esos procesos), ambos en modo indicativo. La incidencia del condicional
y del subjuntivo imperfecto sirve de prospectiva para traducir un futuro en el
pasado o un hecho hipotético. Ahora bien, una lectura sería hace ver que el
texto encierra también un componente discursivo con varios indicios bien
hiperdeterminados: el proceso dialógico en que están inmersos los personajes
(se hablará más adelante de intertextualidad y de pragmática), la modalidad
retórico-narrativa y los tiempos verbales del discurso que son el presente y el
pretérito perfecto de indicativo. Está también el curioso pero sintomático uso
de los apodos que sustituyen los nombres de los personajes y ciertos adverbios
y adjetivos que ilustran la problemática naturaleza enunciativa y discursiva
del relato. El lector debe pues tener en cuenta esta doble perspectiva si
quiere deleitarse de la lectura: el relato narra una siniestra historia pero
enuncia también un discurso sobre la misma; el autor crea acontecimientos y
mundos posibles pero al hacerlo enuncia también una crítica sulfúrica sobre
ellos. Se instala así la mecánica de la verosimilitud que hace que todo parezca
anclarse en la realidad: los acontecimientos que se desarrollan en la escena
textual son descritos con el prisma de un cineasta que instala teatralmente
actores y escenarios en una cronología bien elaborada del universo imaginado.
Para lograrlo, el autor utiliza varios niveles de focalización: la del
grado cero donde el narrador, siendo
omnisciente, lo sabe todo sobre los personajes y los lugares descritos y la
externa, donde el narrador, siendo extradiegético, se eclipsa, manteniéndose en
la periferia del texto, para otorgar libertad de expresión a los propios
personajes. Tenemos pues dos perspectivas de enfoque de los hechos, una
absoluta y dos relativas:
- Absoluta: cuando se citan
lugares reales como El Fendaq, el cine Español, Lamsala, etc.
- Relativa: visible en el enunciado (lo veremos
con los adverbios y los adjetivos)
- Relativa: visible en la
enunciación (lo veremos con los apodos de los personajes y las modalidades
discursiva e intertextual)
2. PROCESOS NARRATIVOS
Las estrategias narrativas abarcan el
conjunto de métodos y recursos que el autor utiliza para transmitir su obra
literaria al lector. Se expondrán a continuación empezando con la estructura
externa del relato.
“Precoces” contiene cinco unidades o
secuencias narrativas.
1. El argumento: unos miserables
delincuentes callejeros, de entre nueve y once años, se drogan inhalando
soluciones tóxicas para escapar al hambre y al abismo de los vicios en que
viven.
2. Los personajes: son niños bastardos,
huérfanos, desheredados y sin hogar ni afecto. Sufren la pobreza, la violencia
física y sexual. La calle es su único techo y modo de vida, donde se exponen al
infierno de la delincuencia, la prostitución masculina y el consumo de drogas
baratas. Felús es el jefe da la banda, por tener la cara rajada; Lefta (nabo)
es la víctima principal del grupo; Pitu, un personaje indefinido y misterioso;
el Cojo, el ladrón de cartones que sirven de cama; Wald Turia (hijo de Turía,
una prostituta de ascendencia alemana), llamado también el Rubio, muy guapo y
de carácter ambivalente. Ayuda a sus amigos, los Drari Dlmsala (niños del
barrio), prometiendo introducirlos en el mundo del contrabando. En cuanto a los
guardacoches y algunos animales, juegan el papel de personajes secundarios pero
activos observadores de la tragedia.
3. La pelea. El Rubio decide provocar a
Felús instándole a que le devuelva el "puesto" o cargo que tenía en
el contrabando de droga. Intercede Lefta para hacerse conocer y despertar
interés. Se desencadena entonces una sangrienta pelea entre él y el Rubio que
termina a favor de este. Empieza luego otra trifulca entre este y Felús,
navajas en las manos.
4.
Un ambiente sórdido donde no hay
ni policía ni seguridad. Solo un perro, como testigo. La vida de Lefta es la
que más choca y escandaliza. Sin techo ni protección, bastardo y de madre
prostituta, el niño intenta a menudo buscar en la basura alguna cosa que comer,
y cuando no lo logra va a lavar coches, robar, prostituirse o pedir una
limosna. Sus únicos compañeros son las ratas, los mendigos y los huérfanos.
Llora cuando está solo.
5. Una historia de pobreza, odio y
humillación. Los Drari Dlmsala tienden una emboscada a Lefta y lo sodomizan con
una violencia cruel. Y aquello solo era
el preludio a una larga espiral de perversiones y vejaciones.
3. EL TÍTULO
El título "Precoces" funciona
como un adjetivo calificativo, un epíteto y a la vez un atributo. Pero es más
bien una aposición porque no lleva ni un determinante ni un verbo. Yo la
entiendo como una expresión sustantivada. Cabe preguntarse precisamente por qué
“Precoces” no va precedido de un artículo determinado (Los precoces) ni de un
verbo (Eran precoces). Hay razones para creer que el autor omite intencionadamente
estos marcadores para introducir, de hecho, tres funciones semánticas.
-Función de simple etiquetaje o tipificación generalizante. En este caso
"precoces" puede calificar también a mayores sin experiencia en la
vida.
-Función de integración cualitativa. En este caso el sustantivo se transforma en adjetivo para
adquirir autonomía discursiva.
-Función de denominación para recrear una situación interpretativa y
semántica, con valor de presentación: “Son precoces”, es decir, aunque son
menores de edad, viven experiencias de
adultos al dedicarse a fumar y a exponer
sus cuerpos al sexo; son precoces para pasar hambre y sufrir todas las
vejaciones del mundo; son precoces para contraer matrimonio; son precoces para
suicidarse…
Desprovisto de cualquier marcador
gramatical, el título sirve ante todo de enganche o de aperitivo al lector que
está en línea de mira. Su interés queda captado en efecto desde el íncipit,
Ia primera frase que abre el relato: “El
niño se lamentaba de no poder compartir el "snif" con sus
compañeros.” Así, de entrada, el lector entiende que se trata de unos niños
atrapados en la espiral de la droga y la delincuencia.
El título inaugura en definitiva el
acceso a la enunciación narrativa. Al iniciar así el texto, el autor quiere
“mostrar” al lector una parte del iceberg, un indicio de las macabras escenas
donde evolucionará la tragedia de unos seres desarraigados y precozmente
viciosos, sin memoria ni esperanza (no tienen nombre y apellido), con solo el
odio en sus facciones causado por el abandono inhumano en que están atrapados.
¿Cómo puede una palabra (el título) por
sí sola evocar tan trágica inocencia? ¿Cómo puede un simple adjetivo aludir a
una realidad tan funesta y a la vez conmovedora?
Para saberlo conviene adentrarse en el
túnel del relato, interrogar sus recursos lingüísticos específicos
representados por las tres instancias narrativas que son el cronotopo (el
tiempo-espacio) y los personajes convocados e invocados por el
adjetivo “precoces”.
4.
EL PERSONAL DEL RELATO
En semiótica textual los personajes
remiten a papeles actanciales con funciones narrativas determinadas, como la
del “villano”, el “bueno”, la “víctima”, el “adyuvante” o el “oponente”, como
bien lo ilustran los apodos ya citados arriba que, al funcionar como pronombres
personales, tienen también funciones discursivas y pragmáticas, que expondré
aquí y más adelante.
En la siguiente unidad (U2) del relato
se puede leer:
/--¿Dónde has puesto los cartones?/
--Los he guardado detrás de la puerta del Fendaq. Espero que no los vea el Cojo y se los lleve/
/--La noche está lejos todavía. No pienses en eso/
La interlocución es explícita: al
interpelar al interlocutor, el locutor le otorga una especie de presencia
existencial. Lo recrea. La pregunta instituye y firma un contrato entre un /yo/
y un / tú/, hace posible un mundo donde dos individuos actúan deliberadamente,
uno, interesado en saber el paradero de los cartones; el otro, preocupado por
no perderlos. La última réplica /la noche está lejos todavía/ aclara que los
dos delincuentes necesitan cueste lo que cueste los cartones (sin los cuales
dormirán al ras del suelo, a la intemperie) y que no es fácil procurárselos.
La relación yo/tú, del primer guion se
invierte en el segundo guion y se complica con la aparición de la tercera
persona (el Cojo que opera de la noche). El texto literario no es, como muchos
lo piensan, un mensaje literal, enviado por un autor a un lector, sino un
dispositivo ritualizado donde son distribuidos roles actanciales precisos para
alcanzar metas precisas. El enunciado sirve solo de soporte a la enunciación.
5. EL ESPACIO
El relato utiliza palabras
autodeterminantes para espacios abiertos: Tetuán, Lamsala Qdima, el cine
Español, detrás del Fendaq, etc.
Paralelamente, el espacio psicológico (en el
relato no hay obviamente un espacio cerrado) es también descrito pero
anafóricamente con los deícticos: yo/tú, aquí/allí, ahora/ayer, por los
alrededores, este/ese puesto:
/Ya no me veréis más por aquí /
/ Yo quiero ese puesto para mí/
/No se veía a ningún policía por los alrededores/
Vemos que se destacan dos clases de
deícticos espaciales: los demostrativos que acompañan los gestos de los
personajes y los adverbiales de aproximación – delimitación - alejamiento
–distanciamiento, como lo veremos con las relaciones conflictivas que
entretejen los personajes en torno a los sectores rivales y vitales de
contrabando, subsistencia y sexo.
6. EL TIEMPO
Si los deícticos espaciales se
organizan a partir de la posición del cuerpo del personaje, los deícticos
temporales se originan en el momento en que este habla y actúa, momento que
corresponde a los verbos en presente y
pretérito de indicativo.
En el enunciado de la misma unidad
citada se puede leer:
/He conseguido algo, pidiendo en los cafés, y ya se lo he dado a Felús/
(se trata de la droga)
En este ejemplo, el momento de la
enunciación coincide con el /yo/ del personaje, es decir, el tiempo verbal y el
pronombre personal constituyen la unión entre el enunciado y la enunciación: el
“haber conseguido algo” (el enunciado) instala el tema de la enunciación (la
presencia del cuerpo parlante se lee en el yo del locutor, elíptico en el
ejemplo)
Para resumir, conviene subrayar que el
autor presenta un interesante encadenamiento temporal narrativo en cuatro
procesos simultáneos.
El pretérito indefinido: es la
cadena causal. El conjunto de las
acciones narradas son solidarias y orientadas hacia un final irreversible.
Los acontecimientos son narrados en ausencia
del yo de la enunciación.
El pretérito perfecto: los procesos son
desunidos, son pretéritos pero con una relación estrecha con el momento
presente en que se enuncian. Este tiempo es un presente acabado. Lo que lo
distingue del pretérito indefinido.
El presente. Tiempo axial visible en
los diálogos del relato y coincide con la instancia discursiva principal, la
enunciación.
El pretérito imperfecto: es llamado así
porque no plasma en la cronología el proceso enunciativo y en vez de narrar los
acontecimientos, los comenta. Es el tiempo falso de la enunciación:
/El niño se lamentaba.../
es una frase incompuesta, por eso el
narrador se apresura a completarla:
/de no poder compartir el "snif" con sus compañeros/
El imperfecto no es un tiempo pretérito
porque no sitúa un proceso en el pasado. Solo se limita a indicar que este es
contemporáneo a una referencia que le es anterior:
/El Rubio se acercó al guarda…
sus neuronas estaban en vías de
incineración total / (U3)
Aquí vemos que el proceso es expuesto
como exterior a la dinámica narrativa. El uso del imperfecto, además de falso,
es negativo porque solo sirve de comentario descriptivo y decorativo. Mientras
que
/ El Rubio se acercó/
asegura la progresión de la historia,
/sus neuronas estaban en vías de…/
solo marca el proceso de una
descripción que no participa en esta progresión.
Para resumir esta función verbal de los
tiempos conviene retener en el relato la puesta en relación de los procesos
temporales según dos perspectivas:
- El indefinido que abarca procesos
perfectos.
- El imperfecto que sirve de segunda
plataforma para dichos procesos y que en definitiva remite a la intención del
autor que busca crear, mediante este tiempo, una tensión de intriga continua al
mezclar minuciosamente narración y descripción.
Hasta qué grado de maestría llega este proceso
descripcional y descriptivo y qué modalidades son utilizadas para lograrlo es
lo que veremos a continuación.
7.
LA ADJETIVACION 0 LA DERIVA ISOTÓPICA
La categoría adjetival interesa el
análisis estilístico porque el adjetivo "subjetiviza" y “clasifica”
los procesos de la enunciación, esté antepuesto o pospuesto.
Cuando se dice que el adjetivo es
objetivo en el enunciado y subjetivo en el discurso se alude al proceso de
semiotización en el relato.
- Algunos ejemplos de
objetividad:
Unidad
1: Los niños se describen como disgregados, sucios, hambrientos, perversos, rencorosos,
descalzos; las playeras eran rotas y baratas, etc.
Unidad 3: cara rajada, espaldas
encorvadas, piernas entreabiertas; Unidad
4: cartones mojados para dormir, una parte podrida;
Unidad
5: mdemmaq (el sodomizado)
- Algunos ejemplos de
subjetividad:
Unidad 3: el Rubio era guapísimo, esos
pequeñajos (evaluación afectiva axiológica y despectiva);
Unidad 5: loco (evaluación peyorativa)
La deriva isotópica adjetival prefigura
unilateralmente un mundo de degradación moral y física, por no decir
psicosomática, donde viven niños (el mayor tiene once años) sin raíces ni
horizontes y doblemente huérfanos: no tienen familia ni cobijo y se ven
inexorablemente arrastrados hacia el mundo de la delincuencia, de la droga y
del vicio carnal (agresiones sexuales caracterizadas, matrimonio de menores,
pedofilia, proxenetismo, sodomía, cf. Apartado 8).
Dicha degradación infantil es visible
en todas las unidades del texto y a cinco nivelas. Evocaré solo algunos
ejemplos:
--El apodo: Los personajes no tienen
nombra ni apellido.
- Lefta (el nabo) es llamado
también Qrizzah o enano. Es el personaje más desgraciado y humillado del
relato. Terminan llamándole “mdamaq” o el sodomizado.
- Felús o el “pollito” es el jefe de la banda. Tiene solo once años.
Le llaman también “sharrat” por llevar una cicatriz en la cara, señal de que
tuvo su primera pelea para pasar
precozmente al mundo de los adultos, con sus once años.
- Wald Turía (hijo de Turia,
alemana de origen), eufemismo de bastardo o “hijo de p...” También llamado el Rubio, el más guapo y
perverso de los niños.
- Drari Dlmsala, hijos de Darb
Lamsala (los bastardos de la calle o del barrio Lamsala)
- El Cojo o ladrón de cartones, un
tenebroso personaje a su edad.
- Los Guardacoches, isotopía que abre
siniestras alusiones a la promiscuidad de toda índole en que viven estos niños.
El trabajo: el contrabando de tabaco,
el robo, la mendicidad, las agresiones físicas y sexuales y la extorsión
generalizada.
Los amigos: las ratas con las que
comparten comida y sueño; los perros; los huérfanos, los mendigos; los
invertidos.
Los
enemigos: la sociedad y sus instituciones.
Proyectos futuros: intentar escapar al
hambre y la injusticia, utilizando todos los medios ilícitos posibles, la droga, el robo, incluso exponerse a la
prostitución masculina.
A continuación, la deriva isotópica que
resumiré en dos recorridos figurativos disfóricos fundaméntalas: el mundo del
que provienen estos desgraciados niños y las perversiones en que están
obligados a vivir. Causas y efectos de una infancia trágica e inocente.
8. (eliminado)
9. LA INTERTEXTUALIDAD
La literatura entretiene una relación
esencial con lo que se ha llamado intertextualidad y que estipula que un texto
es el resultado de una o varias transformaciones de otros textos.
Teniendo en cuenta la orientación de
este estudio, me ceñiré aquí a un
aspecto preciso de este recurso estilístico, la función del diálogo
dentro del relato “Precoces”, descartando las relaciones intertextuales que entretendría
este relato con otros textos de otros autores que tratan la misma temática, la
infancia abandonada o los niños de la calle. Un tema interesante que trataré
pronto con un enfoque semiótico.
Contrariamente a lo que piensan
algunos, el discurso indirecto no es una transformación del discurso directo.
Ambos son independientes aunque no
incompatibles. En el discurso directo, un mismo sujeto hablante se
presenta como locutor responsable de su enunciación frente a un segundo
locutor, también responsable de su enunciación: los interlocutores intercambian
los enunciados, disociando ambos sistemas lingüísticos, citante, citado (esto
se ve claramente en los diálogos de la segunda y siguientes unidades del relato
citadas), reproducción cada uno por separado las palabras de modo literal.
En el discurso indirecto, hay un solo
locutor que se encarga de responsabilizarse de ambos enunciados (citante,
citado), sin modalidad subjetiva. El discurso aparece autónomo y hay una
conversión de los personajes, tiempo y espacio donde los deícticos pierden su
aspecto funcional inicial. El citante
reproduce con sus propias palabras lo que otros personajes dicen o han dicho:
/Abdalaziz dice que necesita a gente en su sector/;
/El Rubio les dijo que no merecía la pena seguir peleando/;
/Un hombre que dicen que se llama Larbi/
Pero el relato produce otro discurso
indirecto libre o DIL que el autor utiliza como estrategia intersemiótica, al
fundir ambos discursos citados. El DIL disocia los dos actos de enunciación del
discurso directo y borra la autonomía de los nexos del discurso indirecto, es
decir, desaparecen las marcas introducidas por “decir + que”. El narrador
utiliza sus propias palabras para reproducir lo que dicen o piensan los demás personajes.
Es el caso del narrador omnisciente. De hecho, el DIL se apoya en una forma
peculiar de intertextualidad, la polifonía: en vez de una voz, directa o
diferida, aparecen voces múltiples entremezcladas o solo una voz anónima que indica que nadie
se responsabiliza de la enunciación enunciada.
Este fenómeno no releva de la sintaxis
de la frase, sino de la gramática textual: el DIL restituye la subjetividad del
lenguaje e íntegra las palabras citadas en el proceso de la narración.
En el relato la estrategia del DIL
consiste en restituir la realidad social y elaborar un cuento riguroso gracias
al valor estético que el autor añade a los recursos de la lengua y a su labor
narrativa. Por el sesgo del DIL se otorga la libertad y el derecho de existir
al narrador implícito y a los personajes que actúan. Así, el narrador puede
intervenir en el vocabulario mismo de estos, provocando extremos efectos de
verosimilitud. El DIL permite finalmente al narrador ser otro testigo de lo que
se relata por excelencia, ya que tiene la ventaja de monopolizar la narración,
quedándose voluntariamente desplazado, en la periferia del texto, libre e
independiente. Esta postura le permite introducirse en la piel y la consciencia
de los personajes y sin su testimonio no nos es posible saber lo que sienten ni
lo que hacen.
Algunos ejemplos:
Unidad 1:
/El niño se lamentaba de no poder (...); no disponía de dinero para que (...)
le echara un poco de "silusión" que le haría feliz /;
/Esperan y no esperan.../
Unidad 2:
/Era lo máximo a lo que aspiraban todos: que la mafia que controlaba el
contrabando de tabaco de Tetuán los integre en sus filas /
/Todos querían información: saber cómo han hecho; quien los lleva ante Wald
Turia; cómo era cada uno y quién es el
más fuerte… /
/Uno de los niños, el Rubio, era guapísimo, un auténtico niño alemán/
/Lefta se acercó (...). No decía
nada pero allí estaba sacando el pecho y casi poniéndose de puntillas para
aparentar mayor da lo que era... quería impresionar, demostrar a sus amigos y
enemigos que era capaz de pelearse y de "cortarle" la cara a quien
fuera/
/Nadie quería darle importancia al pequeñajo/
/Lefta no volvió a abrir la boca, que por cierto le sangraba/
/No tenían tiempo para prestarles atención a esos niños olvidados por el
mundo/
/De los transeúntes el perro fue el único que se paró a mirar/
/ Futuro quebrado por la insolidaridad de los hombres /
Unidad 4:
/Lefta que tenía que ir a buscarse un sitio donde dormir,
pasar la noche, una más de tantas y
tantas noches/
/El niño no debía llorar... no se inmutaba... aun estando solo,
debía comportarse como un hombre, y
los hombres no lloran/
/El intruso no le quitaría de comer (a la rata)
pero dejará su cena en poder del hambriento niño/
Unidad 5:
/Todos sabrían que había sido mdemmaq...
No sabía qué hacer. Era para
volverse loco/
10. LA DISEMINACION ARGUMENTATIVA
La teoría de los actos de habla,
definida por Austin, está en el centro de las investigaciones científicas que
se llevan a cabo en la pragmática.
Estipula que cualquier acto de habla
tiene como objetivo cambiar o modificar la actitud del oyente, de forma directa
o indirecta, utilizando recursos lingüísticos específicos e intencionados
destinados a convencer, persuadir, disuadir, condenar, mentir, amenazar, obligar, prometer, rogar,
afirmar, dar una orden, etc. Es lo que se llama actos ilocutorios, opuestos a
los actos locutorios (que no contienen las intenciones y finalidades citadas) y
a los actos perlocutorios (que provocan efectos en el receptor).
Para una simple comprensión, tomemos un
ejemplo, supongamos que alguien te dice: "te quiero".
Esta declaración constituye en un simple acto de habla locutorio; pero si te
lo declaran con alguna intención (egoísta, oportunista o perversa), este acto
de habla se convierte entonces en ilocutorio y si tú reaccionas de alguna forma
a esta declaración (muestra alegría, sorpresa, estupor o repulsión), habrás
realizado un acto perlocutorio.
Estos actos se agrupan en asertivos (al
afirmar o negar algo), expresivos (si es un estado afectivo), directivos (al
dar órdenes o manipular a alguien), compromisorios (al prometer o garantizar
algo) y declarativos (el acto coincide con su realización).
Retomando el discurso expuesto en el
apartado 4, vemos que el diálogo citado contiene actos ilocutorios y
perlocutorios porque los interlocutores manipulan la información que están
comentando: el primer locutor plantea una falsa pregunta (retórica) porque su
intención verdadera no es pedir información inocentemente, sino que intenta
descubrir dónde han ocultado los cartones. La idea según la cual intenta
simplemente despertar el interés de su interlocutor es difícil de compartir. En
segundo lugar se podría admitir que el locutor espera una reacción de su
interlocutor para realizar su propia acción intencionada. La respuesta del
interlocutor no tarda en llegar: agradece la preocupación de su amigo. Incluso
en vez de mantenerse en su superioridad, concede que teme que sus cartones
fueran descubiertos y robados. El tercer guion indica que el locutor dio en el
blanco: sabe dónde encontrar más tarde los cartones. Para anular toda sospecha
o todo recelo, le dice que no se preocupe porque "la noche está lejos de
llegar todavía.” Total, el primer enunciador argumenta y logra alcanzar su
objetivo: sustraer el secreto del lugar donde están guardados los cartones sin
que su interlocutor se entere de la estratagema.
Otro acto ilocutorio/perlocutorio,
implícito este, se elabora cuando Lefta, tras haber vanamente intentado
sonsacar a Felús un poco de droga (U2), decide cambiar de estrategia: defender
a Felús ante el temible Rubio (U3) y, aunque sabe que perderá la pelea, tiene
por segura la admiración de todos sus amigos, y por ende, la de Felús, su
protegido. Y logra su objetivo, puesto que al final Felús le dice:
/Te has comportado como un hombre. Toma
el tubo y échate cuanto quieras/
Felús argumenta también (U2) cuando
anuncia a sus amigos que pronto tendrá una promoción. Se trata esta vez de un
acto perlocutorio y locutorio porque provoca admiración y respeto y enuncia
también un hecho.
En la (U3) el autor utiliza una
complicadísima estructura argumentativa que encierra los tres actos de habla
simultáneamente:
/Si Weld Turía me ha dado el puesto (contrabando de droga) es porque sabe
que soy un hombre; no como tú que no eres más que un maricón /
La estructura es de las más lógicas:
Si tengo A es
porque soy B versus Si tú no tienes A es porque no eres B.
El argumento utilizado por Felús para
convencer a su interlocutor es de peso: se trata del silogismo siguiente:
1. Wald Turía no me habría elegido si
yo no fuera un hombre.
2. Wald Turía no te ha elegido a ti.
3. Luego yo soy un hombre y tú, un
maricón.
No hay lógica pragmática más ciega.
El mismo narrador llegó a concluir
diciendo en discurso indirecto libre:
/Les dijo que no merecía la pena seguir peleando
si al día siguiente le iban a dar trabajo/
Esta diseminación argumentativa es
posible porque las unidades semánticas unen unas entidades lingüísticas
heterogéneas como lo son las preguntas retóricas que no implican respuestas
sino actitudes mentales; el uso del imperativo modalizado y ciertos nexos
lógicos como acabamos de ver.
Los elementos semánticos al enlazar
elementos heterogéneos, confieren un papel argumentativo al enunciado. La
enunciación se realiza gracias a una red de normas implícitas, a una especie de
jurisdicción idiomática que permite a los enunciados construir estrategias
argumentativas. Por eso siempre obran dos vertientes en estos casos: un
conjunto de unidades semánticas variables sin significado estable y una
intención implícita que exige interpretación por parte del lector cuando se
trata de restaurar la coherencia y la cohesión del texto.
CONCLUSIÓN
A lo largo de este breve estudio, hemos
expuesto las estrategias que configuran la forma y el contenido de
"Precoces".
Una ficción que supera a la realidad
porque es verosímil, breve, con un único argumento, un narrador persuasivo que
genera una intrigante tensión con condensada emotividad disfórica y a la vez
eufórica que libera al lector solo al final.
Es un texto referencial con un
desarrollo temporal calculado y unas secuencias narrativas elaboradas con una
fría metodología: los personajes evolucionan según los procesos de
transformación actancial y la intriga es llevada a cabo mediante la mezcla de
un minucioso encadenamiento y engarzamiento de los acontecimientos.
Es un relato logrado, aunque corto,
porque en él se dan todos los ingredientes que exige este género. Hay ingenio, dominio del lenguaje, depuración
lingüística, nitidez estilística, rigor literario e imaginación fértil y un
manejo diestro de los códigos narrativos y las técnicas inherentes a este
género literario.
Elementos significativos para augurar
un dominio artístico seguro.
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