jueves, 13 de abril de 2017

RELATO NIGÉRRIMO INFINITESIMAL






RELATO NIGÉRRIMO INFINITESIMAL



ABRIÓ EL PERIÓDICO, VIO QUE EL ASESINO LE APUNTABA DESDE LA FOTO. LO CERRÓ RÁPIDO, ANTES DE QUE LA BALA PUDIERA ALCANZARLE EN LA FRENTE. LO TIRÓ AL SUELO, TODAVÍA HUMEANTE Y LA BALA ALCANZÓ AL ASESINO EN PLENO CORAZÓN.


RELATO NEGRO DE UN GATO NEGRO.





RELATO NEGRO DE UN GATO NEGRO


-¡Ay! -dijo el ratón-. El mundo se hace cada día más pequeño. Al principio era tan grande que le tenía miedo. Corría y corría y por cierto que me alegraba ver esos muros, a diestra y siniestra, en la distancia. Pero ahora esas paredes se estrechan tan rápido que me encuentro en el último cuarto y ahí en el rincón está la trampa mortal y me pregunto cómo evitarla.

-Todo lo que debes hacer es cambiar de rumbo -dijo el gato... y se lo comió.



viernes, 7 de abril de 2017

CERVANTES NEGRO





                           CERVANTES NEGRO


Muchos no lo van creer pero para mí el padre de la novela de género negro es Cervantes. 
Juzguen por el resumen de mi artículo sobre esta hipótesis publicado en la Web:

Dos muchachos se escapan de sus casas y por el camino de Toledo a Andalucía se encuentran, se hacen amigos y con sus aventuras y desventuras se les conocerá más tarde como Rinconete y Cortadillo. Abandonaron sus casas porque sus familias los maltrataban, y para subsistir, tienen que infringir la ley robando, haciendo trampas con las cartas y engañando a muchas mujeres inocentes. Integran una banda de mafiosos para controlar el comercio y las prostitutas de la ciudad. 

En ese artículo revelo todos los ingredientes de la intriga de este thriller avant la lettre.


 Rinconete y Cortadillo

jueves, 6 de abril de 2017

MI TEORÍA DEL RELATO





MI REFLEXIÓN TEÓRICA 
SOBRE EL RELATO




Mi teoría del relato la expuse en una entrevista que le concedí a  la escritora y poeta Nuria Ruiz Fernández en Algeciras (ver enlaces), tras la reedición de mi primer libro Chivos  expiatorios  y  otros relatos, publicado por Cultiva Libros y en venta por Amazon.



¿Por qué escribo relatos? 

Mi teoría del relato la expuse en una entrevista que le concedí a  la escritora y poeta Nuria Ruiz Fernández en Algeciras (ver enlaces), tras la reedición de mi primer libro Chivos  expiatorios  y  otros relatos, publicado por Cultiva Libros y en venta por Amazon.

 

Escribir relatos es sin duda tan difícil como escribir novelas.

Porque no es fácil zanjar diferencias existentes entre cuento, novela corta, relato y novela larga. Porque una novela, corta o larga, es un conjunto de cuentos y relatos que bifurcan y se entremezclan.

El relato es una narración breve, destinada a un auditorio preciso. Si narra además acontecimientos particulares, se transforma en novela corta. Si complicamos la trama de esta, obtendremos lo que se llama una novela larga: muchos personajes y muchos episodios que solicitan más atención del lector y movilizan más su interpretación. Si, por último y al revés, reducimos sustancialmente esta novela, estaremos de nuevo ante un cuento, donde son narrados crudamente, sin descripción o casi, los hechos más importantes, como así ocurre en mi libro que, si quisiera, mediante ciertas licencias literarias y códigos narrativos pertinentes, podría transformarlo en un solo relato largo, o cada relato en una novela complicada.

 

Un relato es por consiguiente una novela condensada, porque dice más por lo que oculta que por lo que muestra. Porque narra muchas cosas con pocas palabras.

 

Es por último difícil, porque para elaborarlos no basta con conocer bien una lengua o una gramática. Es necesario adquirir otras dotes que los teóricos llaman códigos narrativos consagrados, como el código de las acciones (trama, intriga, desenlace), el de los personajes (los reduje en tres actantes, sujeto/anti-sujeto/destinador, para centrarme en eje del deseo y sus avatares), el de la diégesis (corta descripción, focalización múltiple y niveles de lectura polifónicos), el cultural (color local, descrito sin crítica ni evaluación moral), el retórico (estilo, el mío) y el íntimo (relación autor-lector vista desde el psicoanálisis).

 

Tratándose de literatura hay que aclarar un punto fundamental que me separa de los demás escritores.

Creo que el texto literario es puramente imaginario, porque la ficción remite a las palabras y estas, a aquella, y porque el relato nunca reproduce los hechos reales o vividos, sino que los produce lingüísticamente. Estos solo son inteligibles gracias a las palabras.

De allí que en literatura todo es cuento. Sería ridículo pues que un escritor se proponga fotografiar con palabras parte del mundo natural e insista en que es real.

La literatura, como compromiso político o crítica social, no tiene pues ningún papel en este contexto y sería ridículo que lo tuviera algún día.

 

Retomando lo expuesto por Genette acerca de la intransitividad de los discursos literarios, ya que no refieren ni a los objetos ni a los eventos del mundo real y mucho menos si estos son medidos con los parámetros pragmáticos, se podría concluir que el ejercicio de imitación es prácticamente imposible, sobre todo si tomamos estos discursos y aplicamos un análisis semiótico profundo a sus estructuras, segmentándolos de tal forma que lo expuesto en ellos, tanto en lo explícito como implícito, quede al descubierto… Creo que la diferencia definitiva entre literatura y realidad reside en que cualquier realidad descrita con palabras deja de ser real y se transforma en ficción. Lacan decía al respecto que la realidad tiene estructura de ficción si las palabras fabrican esa realidad.

 

Un escritor de ficciones no tiene pues derecho a instruir, ya que no es profesor ni educador; ni informar porque no es periodista; ni reducir injusticias y barbaries porque no es político o parlamentario; ni predicar porque no es teólogo; ni sanar, por no ser médico o psicólogo.

Suscribo la idea según la cual la ficción es el triunfo de la semiosis sobre la mímesis, donde la referencialidad exterior es pura ilusión, donde cualquier posibilidad de representación solo remite a figuraciones verbales presentes en el texto.

 

¿Por qué y para quién escribo?

Por muy extraño que parezca, escribo para mí mismo porque me fascina ver hasta qué punto me puede transformar y manipular la escritura. Aunque en el fondo me considero más lector que escritor. Me leo incluso escribiendo. Porque leyendo uno aprende e interpreta más que escribiendo. Y muchas  veces tengo la impresión de que  se confunden ambas funciones.  Soy autor leyendo  y  lector escribiendo. De allí la excitación que uno pueda sentir en ambas situaciones. El poder de las palabras y el mundo al que estas te invitan bastan para darte todas las emociones posibles.

 

Inicialmente fue una iniciativa de mis compañeros de la AEMLE (Asociación de Escritores Marroquíes en Lengua Española). Me invitaron a participar con mi grano de arena porque el género negro (y erótico) brillaba por su ausencia en nuestro grupo.

 

No soy ensayista ni historiador. Tampoco pretendo, como lo hace por vanidad la mayoría, ganar cariño y comprensión de la gente. Escribo, como ya lo dije, por una razón simplista: me exorcizo, expulso demonios interiores.

 

¿Y por qué en español?

Escribir en español, para mí  -y esto es válido también para mis compatriotas-  es el resultado de un largo proceso lingüístico elaborado en bereber (mi lengua natal), en francés  (mi lengua cultural y de imaginación) y en árabe (mi visión poético-escatológica). El intelectual marroquí es políglota de nacimiento. Y cualquier lengua es para él un mero medio de expresión de algo mucho más importante. El texto y la historia están en español pero no la narración y el discurso. El español es solo la forma, no el contenido.

Escribir para mí es en definitiva una forma de exteriorizar ficticiamente el dolor y la miseria de la vida. Algunos lo hacen contra el poder, otros por resentimiento, por fama o por lucro. Otros, por lo que yo llamaría simplemente  una masturbación intelectual. Todos sin embargo presentan formas de realidad donde el lector puede buscar lo que le interesa. En cambio, en mis modestos relatos presento una ir-realidad (=ficción real) con una inequívoca  intención: mostrar cómo con palabras (en este caso, mis palabras) puedo hacer sentir cosas al lector, hacerle ver,  percibir y construir juntos vidas y mundos ficticios diferentes.

 

Para dejarlo claro, yo escribo para distraer, entretener, encantar, impresionar mediante la belleza y la magia de un lenguaje que he de mejorar y reinventar sin cesar, invitar al viaje y al descubrimiento de otras culturas, sin suplantar a la historia, seducir, dar a pensar e imaginar, provocar emociones en el lector, sin odio ni resentimiento, sin arrogancia ni compromiso alguno, porque la literatura es, en definitiva, la madre de la imaginación y la creatividad.



EL PRESENTE ISOENTRÓPICO





NUEVA GRAMATICAL PARA EL RELATO NEGRO

EL PRESENTE ISOENTRÓPICO

 

El relato y la historia en  “Las manos que ven” tienen, como se sabe, dos planos formales y dos de contenido, respectivamente. A nivel formal, los presentes y perfectos simples constituyen el primer plano y los imperfectos y compuestos, el segundo. Hay correspondencia narrativa, mediante anacronías, solo entre el primer plano formal y el primer plano del contenido, aunque se dan raras ocasiones donde el segundo plano formal puede subsumir concordancias del primer plano de contenido. Pero no es posible a la inversa porque los perfectos simples rechazan las recurrencias del segundo plano del contenido, como, por ejemplo, el uso del pluscuamperfecto o el pretérito anterior frente al indefinido o su empleo con los modos imperativo, subjuntivo y condicional, más sus compuestos.

 

En mi relato Las manos que ven, que pueden leer aquí en el Blog, intento superar estas restricciones presentando una narración cuyo único tiempo es el presente pero no el indicativo ni histórico ni el del discurso directo. Me propongo llamarlo isoentrópico, donde una sola forma del verbo subsume los 4 planos, expuestos en monoplano. Sé que en práctica no es posible porque "vivir" y "escribir" se autoexcluyen. Sacrifico pues la verosimilitud para crear un doble simulacro: el de incluir al lector en la historia narrada y al mismo tiempo darle protagonismo en ella. Con este nuevo paradigma narrativo, intento, de hecho, relacionar intrínsecamente la escritura con las artes plásticas espacio-temporales (pintura, escultura, música y danza), o sea, lo verbal con lo no verbal. Copio el concepto de las  ciencias exactas para aplicarlo en semiótica donde lo no verbal también constituye un texto, un tejido, un lienzo donde se disemina el sentido en tanto como una situación cuajada, fija, congelada y que solo el lector o el espectador puede interpretar. Lo aplico también en psicoanálisis, para asociarlo al concepto del Yo pulsional y subliminal. Simplificando, puedo decir que con este adjetivo, el sentido producido por los sintagmas en un texto tiende a permanecer constante, se coagula y, de cierta forma, queda en grado cero. No se trata del grado de incertidumbre semántica que existe entre esos sintagmas sino de la sensación de que todo termina en el instante mismo en que se realiza la narración de la acción en la mente del lector. Es el efecto que reflejan todas las bellas artes en la mente del espectador.

 

Isoentrópico (del griego: iso =igual y entropía) indica el grado de desorden de un sistema que tiende a permanecer constante, un sentido que rehúye cualquier labilidad. Como se ve, este presente pulsional o subliminal está relacionado intrínsecamente con un sujeto que lo interpreta, un Yo, el del lector o espectador que, por ello y sin saberlo, se incluye en la historia que lee donde se transforman en protagonistas. En la novela, el Yo explícito o ausente del autor o narrador es en realidad el Yo del lector, quien activa el mecanismo de la narración del relato. Quien moviliza el tiempo. El Yo permite que el presente isoentrópico sea eterno. Mi relato, en este sentido, viene a ser un conjunto de cuadros donde el presente isoentrópico sustituye a los pretéritos, los subsume y borra de modo completo para crear el efecto citado.

 

Así, mientras que en una narración tradicional, el lector observa  en diferido los acontecimientos narrados, en una narración isoentrópica, el lector es otro actor del relato, un actante que participa en directo en el texto, movilizando todos sus sentidos a nivel emocional y vivencial. Se encuentra en la escena del crimen, a pesar suyo. Se identifica inexorablemente con el villano o el héroe. Participa en la intriga. Sufre, goza y, en cierto modo, muere. Su relación con el texto es pues instintiva y subliminal.

 

En mi relato intento hacer que los ojos del lector no lean solo sino que toquen. Los ojos se mutan en manos para dar lugar al tacto, sentir el deseo. Por otra parte, quiero que sus manos calquen las de los personajes y se trasformen en ojos para visualizar escenas particulares. Es lo que se llama en psicoanálisis visión háptica o arte de producir contacto físico a través de la vista o contacto visual a través del tacto. La mirada acaricia y goza y la mano ve e imagina. Lo auditivo u olfativo también son percepciones hápticas. Cerrando los ojos, vemos mejor con los demás sentidos gracias al concepto de "phantasme" (no tiene equivalente en español) que significa visión alucinatoria o pulsión inconsciente pero real para el paciente que realiza su deseo. El contacto pulsional (besos o caricias) es más intenso. Esto crea un fuerte vínculo entre el lector y los personajes. Diría que el lector ve la forma del texto pero toca su contenido, lo disfruta. El placer del texto es inseparable del dolor que produce.

 

La protagonista de mi relato ve con sus manos y las partes de su cuerpo porque es ciega. El único contacto que tiene del mundo, incluso cuando resuelve el enigma del crimen, es táctil y kinestésico.

 

En mi relato Perversión Secreta (disponible en la Web), el lector asimila y comparte el vínculo sadomasoquista entre el deseo del asesino de violar y la repulsa de la víctima. No lee sino que ve, oye, olfatea y siente hápticamente cómo el asesino, en su incapacidad de reprimir sus perversiones, secuestra a una niña para violarla y luego asesinarla.

 

         El presente isoentrópico permite a la enunciación coincidir con el enunciado. En su simultaneidad. Como en una fotografía. Un sueño. Un paisaje fijo. La realidad misma. Para Aristóteles el arte debe enfocarse en el significado interno de las cosas, ya que este constituye la auténtica realidad. Habría que añadir: y esta solo se concibe en presente isoentrópico.

 

Con la invención de la escritura,  el hombre,  contrariamente a los demás animales, logra separarse del estado de naturaleza y acceder al de la cultura. Lo hizo gracias a la lengua.

 

Y no hay realidad ni ficción alguna sin palabras. Esta queda relegada en el contexto de la anacronía (analepsis y prolepsis)  y aquella, en el presente isoentrópico. Aquí y ahora.  Un aquí/ahora que en definitiva absorbe los demás tiempos verbales. Hasta el tiempo físico, sea astral o cuántico. El canibalismo gramatical ocurre también en las  galaxias, los agujeros negros  y en todos los seres vivos. El presente pulsional, infantil y  milenario,  anula  la levedad o pesadez del ser y posterga su obsolescencia.

La imaginación es una palabra. Esta remite a otras palabras.

Somos palabras. ¿No se dan cuenta?

lunes, 3 de abril de 2017




TRADUCIR —DIJO



Son numerosas las traducciones que realicé (derecho, narrativa y poesía), mucho antes de obtener mi título de doctor en traducción por la Universidad Rennes II Haute Bretagne de Francia, donde presenté mi tesis sobre las traducciones francesas del Quijote, tesis que obtuvo Cum Laude y que pueden consultar en la Web bajo el título de LES AVATARS DU SENS DANS LES TRADUCTION FRANÇAISES DU QUICHOTTE.

Ello me permitió enseñar Teorías contemporáneas de la traducción en la ENS de Martil (Département d’Agrégation de Traduction) en 1991 y en la Facultad de traducción Rey Fahd de Tánger desde 1995. Paralelamente participé como intérprete de conferencias en varios organismos, incluido el GATT, antes de ser sustituido por la OMC. Enseñé literatura y lengua españolas desde 1980, primero en el instituto, luego en la universidad. El francés es mi lengua de pensamiento. Lo enseñé en varias escuelas superiores de comercio y también en el en Instituto Francés de Tetuán.

En este apartado, dedicado a la traducción, evocaré solo a 8 poetas, por falta de espacio y tiempo, para ilustrar modestamente mi actividad traductológica. Se trata de Paloma Fernández Goma, (Los ángeles del desierto); de José Sarria, (Inventario de derrotas); de Virtudes Raza, (Mujeres de Cristal); de Nuria Ruíz, (Bitácora de un viaje a Tánger sin retorno), de Almudena Tarancón, (Días ondulados); de Milagros López, (A ras del mar); de Alicia Aza, (Las huellas fértiles) y de Elisa Torreira. Cada poeta ocupará un apartado por separado, encabezado por el título de la obra.

Son poetas de una extraordinaria imaginación, con estilos fascinantes, ante todo con innata predisposición poética, creando versiones originales de la esencia del amor y sus avatares en todas sus manifestaciones, siendo éste el tema principal que subsume el de la vida y la muerte, el bien y el mal. 

Pero si hay un indiscutible divisor común a estas sensibilidades, ese será en mi opinión el “furor poético” del que tanto habló Platón, ese impulso que provoca la inspiración lírica, crea la magia de la palabra y anima la capacidad de describir el Ser en sus locuras a través del poema. Pese a este furor, sus poemas reproducen a la perfección la técnica del verso, la maestría de los tropos, la atinada pericia del léxico y la visión narrativa y temática del mundo que describen.

Estas preciosas obras nos presentan una interpretación profunda de la esencia de la mujer y del hombre amándose, odiándose, desgarrándose, anhelando mantener el instante de felicidad y rehuir el de la desdicha, (esto es lo esencial). Son poemas que disecan fundamentalmente la psicología del Ser amando, su fragilidad, su belleza, sus angustias, su obsesión por encontrar al objeto valorado, sus luchas por que reinen la armonía, la justicia y la serenidad; expresan la nostalgia de lo que fue, el tiempo que fluye y borra, inexorable, hasta las huellas de lo que fue mejor...Y al final del camino y la oscuridad, al final del poema, el amor logra restituir triunfante esa esencia del Ser, logra regenerar su obsolescencia, invitándonos al viaje y a la luz, a la búsqueda y al olvido... 

Sí, creo que la lectura de ese furor poético, tan magistralmente expresado en estas obras, tiene finalmente cualidades catárticas ya que alivia nuestros propios sufrimientos, nos invita a compartir empatías y experiencias y nos restituye/reconstruye nuestro yo licuado.

Porque esta poesía no está hecha sólo de palabras, oraciones y rimas. Es pura expresión del/al corazón de nuestros propios sentimientos. Una poesía, como pocas, que trasciende el papel y la materia para inscribirse en el alma de quien la lee, la vive y la ama. 

El lector se deleita ante tan exquisita sensibilidad, deslumbrante creatividad y auténtica elegancia. Os invito pues a saborearlo en francés.

A CONTINUACIÓN OS PRESENTO A LOS AUTORES TRADUCIDOS
 (porque es imprescindible para el traductor conocerlos en persona) 
Y OS INVITO A DESCUBRIR EL MÉTODO QUE UTILIZO 
A LA HORA DE TRADUCIR DEL ESPAÑOL AL FRANCÉS