NUEVA GRAMATICAL PARA EL RELATO NEGRO
El relato y la historia en “Las manos que ven” tienen, como se sabe, dos
planos formales y dos de contenido, respectivamente. A nivel formal, los
presentes y perfectos simples constituyen el primer plano y los imperfectos y
compuestos, el segundo. Hay correspondencia narrativa, mediante anacronías,
solo entre el primer plano formal y el primer plano del contenido, aunque se
dan raras ocasiones donde el segundo plano formal puede subsumir concordancias
del primer plano de contenido. Pero no es posible a la inversa porque los
perfectos simples rechazan las recurrencias del segundo plano del contenido,
como, por ejemplo, el uso del pluscuamperfecto o el pretérito anterior frente
al indefinido o su empleo con los modos imperativo, subjuntivo y condicional,
más sus compuestos.
En mi relato Las manos que ven, que
pueden leer aquí en el Blog, intento superar estas restricciones presentando
una narración cuyo único tiempo es el presente pero no el indicativo ni
histórico ni el del discurso directo. Me propongo llamarlo isoentrópico, donde
una sola forma del verbo subsume los 4 planos, expuestos en monoplano. Sé que
en práctica no es posible porque "vivir" y "escribir" se
autoexcluyen. Sacrifico pues la verosimilitud para crear un doble simulacro: el
de incluir al lector en la historia narrada y al mismo tiempo darle
protagonismo en ella. Con este nuevo paradigma narrativo, intento, de hecho,
relacionar intrínsecamente la escritura con las artes plásticas
espacio-temporales (pintura, escultura, música y danza), o sea, lo verbal con
lo no verbal. Copio el concepto de las
ciencias exactas para aplicarlo en semiótica donde lo no verbal también
constituye un texto, un tejido, un lienzo donde se disemina el sentido en tanto
como una situación cuajada, fija, congelada y que solo el lector o el
espectador puede interpretar. Lo aplico también en psicoanálisis, para
asociarlo al concepto del Yo pulsional y subliminal. Simplificando, puedo decir
que con este adjetivo, el sentido producido por los sintagmas en un texto
tiende a permanecer constante, se coagula y, de cierta forma, queda en grado cero.
No se trata del grado de incertidumbre semántica que existe entre esos
sintagmas sino de la sensación de que todo termina en el instante mismo en que
se realiza la narración de la acción en la mente del lector. Es el efecto que
reflejan todas las bellas artes en la mente del espectador.
Isoentrópico (del griego: iso =igual y
entropía) indica el grado de desorden de un sistema que tiende a permanecer
constante, un sentido que rehúye cualquier labilidad. Como se ve, este presente
pulsional o subliminal está relacionado intrínsecamente con un sujeto que lo
interpreta, un Yo, el del lector o espectador que, por ello y sin saberlo, se
incluye en la historia que lee donde se transforman en protagonistas. En la
novela, el Yo explícito o ausente del autor o narrador es en realidad el Yo del
lector, quien activa el mecanismo de la narración del relato. Quien moviliza el
tiempo. El Yo permite que el presente isoentrópico sea eterno. Mi relato, en
este sentido, viene a ser un conjunto de cuadros donde el presente isoentrópico
sustituye a los pretéritos, los subsume y borra de modo completo para crear el
efecto citado.
Así, mientras que en una narración
tradicional, el lector observa en
diferido los acontecimientos narrados, en una narración isoentrópica, el lector
es otro actor del relato, un actante que participa en directo en el texto,
movilizando todos sus sentidos a nivel emocional y vivencial. Se encuentra en
la escena del crimen, a pesar suyo. Se identifica inexorablemente con el
villano o el héroe. Participa en la intriga. Sufre, goza y, en cierto modo,
muere. Su relación con el texto es pues instintiva y subliminal.
En mi relato intento hacer que los ojos
del lector no lean solo sino que toquen. Los ojos se mutan en manos para dar
lugar al tacto, sentir el deseo. Por otra parte, quiero que sus manos calquen
las de los personajes y se trasformen en ojos para visualizar escenas
particulares. Es lo que se llama en psicoanálisis visión háptica o arte de
producir contacto físico a través de la vista o contacto visual a través del
tacto. La mirada acaricia y goza y la mano ve e imagina. Lo auditivo u olfativo
también son percepciones hápticas. Cerrando los ojos, vemos mejor con los demás
sentidos gracias al concepto de "phantasme" (no tiene equivalente en
español) que significa visión alucinatoria o pulsión inconsciente pero real
para el paciente que realiza su deseo. El contacto pulsional (besos o caricias)
es más intenso. Esto crea un fuerte vínculo entre el lector y los personajes.
Diría que el lector ve la forma del texto pero toca su contenido, lo disfruta.
El placer del texto es inseparable del dolor que produce.
La protagonista de mi relato ve con sus
manos y las partes de su cuerpo porque es ciega. El único contacto que tiene
del mundo, incluso cuando resuelve el enigma del crimen, es táctil y
kinestésico.
En mi relato Perversión Secreta
(disponible en la Web), el lector asimila y comparte el vínculo sadomasoquista
entre el deseo del asesino de violar y la repulsa de la víctima. No lee sino
que ve, oye, olfatea y siente hápticamente cómo el asesino, en su incapacidad
de reprimir sus perversiones, secuestra a una niña para violarla y luego
asesinarla.
El presente isoentrópico permite a la enunciación coincidir con el
enunciado. En su simultaneidad. Como en una fotografía. Un sueño. Un paisaje
fijo. La realidad misma. Para Aristóteles el arte debe enfocarse en el
significado interno de las cosas, ya que este constituye la auténtica realidad.
Habría que añadir: y esta solo se concibe en presente isoentrópico.
Con la invención de la escritura, el hombre,
contrariamente a los demás animales, logra separarse del estado de
naturaleza y acceder al de la cultura. Lo hizo gracias a la lengua.
Y no hay realidad ni ficción alguna sin
palabras. Esta queda relegada en el contexto de la anacronía (analepsis y
prolepsis) y aquella, en el presente
isoentrópico. Aquí y ahora. Un
aquí/ahora que en definitiva absorbe los demás tiempos verbales. Hasta el
tiempo físico, sea astral o cuántico. El canibalismo gramatical ocurre también
en las galaxias, los agujeros
negros y en todos los seres vivos. El
presente pulsional, infantil y
milenario, anula la levedad o pesadez del ser y posterga su
obsolescencia.
La imaginación es una palabra. Esta
remite a otras palabras.
Somos palabras. ¿No se dan cuenta?
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