La vida perra de Juanita Narboni:
La diégesis de una neurosis
Ahmed Oubali
Ahmed Oubali
PREÁMBULO
Distinguir entre
buenas y malas obras literarias me recuerda la parábola del trigo y la cizaña,
tal como viene en el Evangelio. Es separar el buen grano de la mala hierba.
Aplicada a los premios
literarios, la parábola no deja de escandalizarnos. En efecto, no es ninguna
novedad observar que hay obras cumbres que no son premiadas (tal es el caso de
la novela que a continuación voy a analizar) y al revés, hay autores mediocres
que son galardonados con notorios premios internacionales. Paralelamente, hay
dos otras observaciones que siempre me han dejado perplejo: hay autores
geniales a los que no fue otorgado el Nobel, pienso por ejemplo en Borges,
Nabokov, Alejo Carpentier, Theodor, W. Adorno y W. H. Auden, entre otros, y el
colmo de los colmos, quizás una consecuencia de lo que precede, hay una lista
impresionante de eminentes autores que rechazaron dichos premios, literarios o
no, Legión de Honor incluida [1] .
Esto no hace sino
mostrar el caos editorial y el mundo aleatorio de los galardones.
Antonio Ángel
Vázquez Molina [2] es uno de estos grandes escritores, con incomparable talento
y fértil imaginación e inteligencia, cuya obra fue inexplicablemente descuidada
por la crítica y las Instituciones organizadoras de esos premios, pese al
Planeta que obtuvo por Se enciende y se
apaga una luz.
La vida perra de Juanita Narboni [3], como es el caso de las grandes novelas, convoca
básicamente cuatro niveles de lectura: el narratológico, el lingüístico, el
semiótico y el psicoanalítico, cuya articulación teórica a la novela se basa en las aportaciones de Gérard Genette, Todorov, Umberto Eco y Lacan,
respectivamente.
Expondré sucintamente
cómo encajan e interactúan el primero y el cuarto niveles (el lingüístico trata
el tema de la Haquitía –tercer
componente/personaje de la novela, junto a Juanita y Tánger- y el semiótico destaca el paralelismo entre
Tánger y Juanita: ambos los tengo ya publicados separadamente) para centrarme luego en la psique de la
protagonista porque, como lo indica bien el mismo título, la novela ofrece a
este nivel otra lectura, la de un "diario" de Juanita Narboni (casi
una "autobiografía" del autor) que, a través de un largo monólogo en
presente de indicativo, discurre simultáneamente sobre su vida y Tánger en dos
etapas, una de extraordinario y esplendoroso recorrido existencial y otra, de
dramático desenlace, revelando, como en una sesión psicoanalítica, los avatares
de sus vivencias singulares y de sus pulsiones sexuales reprimidas (veremos que
son en realidad las del autor).
En este sentido
propongo llamar ese diario "la novela familiar de una neurótica",
inspirándome en la perspectiva misma que definió S. Freud [1], no para elaborar
un retrato clínico (el espacio no me lo permite) ni juzgar una obra (habrá que
abarcar ambas historias, la de Juanita y la de Tánger -entremezcladas como una madeja de lana- y
mostrar que la ciudad es otra causa de la neurosis, la caja de Pandora, con más
impacto en la psique de Juanita que la educación represiva que recibió de su
madre) sino para destacar, justificándolo,
el dramático fin que tuvo la protagonista; desenlace que, sin duda, nos
conmueve y mantiene vivo nuestro agradecimiento por esta incomparable novela y nuestra
duradera admiración por su egregio autor, pese al tiempo que pasa.
Este breve estudio expone pues solo dos aspectos de la
novela: la estructura formal y el sentido del desenlace de la historia.
Sinopsis
Juanita es una mujer
sola -une vielle fille-, en el ocaso
de su vida, que se pone a rememorar fragmentaria y desordenadamente un pasado
paradisíaco que torna luego a ser una verdadera pesadilla, y lo hace enjuiciándolo
todo, presa de una moral hostigadora: su familia, su entorno, los que la
rodean, abocados todos ellos a los vicios, las mentiras y la hipocresía. Sus
largos monólogos constituyen un testimonio incomparable sobre una ciudad
particular y mítica, Tánger, a través de tres períodos, el internacional, el franquista
y finalmente el marroquí.
Juanita, hija de
padre inglés de Gibraltar y de madre andaluza, no asimila los cambios
históricos que conoce Tánger y termina quedándose sola, única superviviente de un
“paraíso perdido”, el del Tánger Internacional, donde convivían culturas y
religiones múltiples, rodeada por sus padres, su hermana Elena, educada en el
Liceo francés, emancipada y muy permisiva; Esther, la íntima amiga hebrea sefardita,
implicada en un amor imposible con un marroquí; Hamruch, la fiel criada
musulmana.
En el trasfondo de
estas vidas, una serie de acontecimientos irreversibles: la guerra civil
española, con la entrada de las tropas Jalifeñas en Tánger, la II Guerra Mundial, con la llegada de
refugiados de Europa y la Independencia de Marruecos.
A- EL TEJIDO TEXTUAL
DE LA NOVELA: LA DIÉGESIS
Analizar una novela
es desmantelarla para reconstruirla luego como un puzle. Conviene primero empezar
por no confundir historia, relato y narración. La historia es el contenido o
significado del texto de la novela, objeto de estudio de la semiótica y el
relato es la forma o el significante que da sentido a ese contenido y por ello
es objeto de los estudios lingüísticos. La narración se define como acto
narrativo donde historia y relato se funden para mostrar los puntos de vista
desde donde se narra y este nivel es objeto de la narratología. En cuanto al
psicoanálisis, se propone desvelar los impulsos instintivos que, al ser
reprimidos por la conciencia del autor/protagonista, causan un abanico de
enfermedades neuróticas.
1. Función enunciativa
En teoría, hay dos
tipos de historias:
- El narrador que participa
en la historia se le denomina intradiegético (por estar dentro de la diégesis),
como es el caso de Juanita, en posición al narrador extradiegético.
- El narrador que forma
parte de la historia e interviene en los sucesos se le denomina homodiegético
(homo: igual; diégesis: relato), como es el caso también de Juanita, en
oposición al narrador heterodiegético, que es ausente de la historia (Hetero: otro).
Juanita no asume sin
embargo la posición del narrador omnisciente (el que lo sabe todo), posición
estándar del narrador desde la cual ejerce su función esencial, la narrativa.
Siendo protagonista de los acontecimientos, Juanita comenta sus vivencias, mediante
monólogos, en presente y en primera persona pero también y segunda, cuando se
dirige a ella misma. Esta función comentativa le permite aportar sus propias
interpretaciones de los hechos.
Juanita asume
también la función testimonial, siendo testigo ocular de toda una época. Es la
función ideológica que le permite justificar su visión y dar un significado
global a la historia.
El monólogo de
Juanita subsume pues todas las categorías citadas, salvo la de la omnisciencia.
Conviene por último no confundir este monólogo con el monólogo reflexivo que
introduce una disertación sobre un tema determinado, un leitmotiv. El monólogo
de Juanita es un flujo de conciencia, conocido como técnica literaria que trata
de reproducir los mecanismos del pensamiento en el texto, tales como la
asociación de ideas, la interpretación de los hechos y los estados paranoicos
que éstos provocan. Las obras de Virginia Woolf y James Joyce son ejemplos representativos
de este fenómeno literario. Se trata pues
de un soliloquio desgarrado y crispado de una mujer que da rienda suelta
a su amargura y a su fracasada vida.
Este monólogo siempre
está en presente de indicativo, técnica que hace que la acción vaya sucediendo
al mismo tiempo que se habla. Es lo que se llama narración simultánea: los
pensamientos van surgiendo al mismo tiempo que todo ocurre. Es el flujo de
conciencia, típico del monólogo.
La función de este
tiempo verbal consiste en dar una sensación de cercanía al lector, también de
inmediatez.
2. Tiempo/espacio de
la historia
Utilizo el concepto
de cronotopo (del griego: kronos =
tiempo y topos =espacio, lugar), definido por M. Bakhtin como la conexión de
las relaciones temporales y espaciales asimiladas artísticamente en la
literatura. El cronotopo es la unidad espacio-tiempo, indisoluble y de carácter
formal expresivo.
En la novela de
Ángel Vázquez, la ciudad de Tánger es tan protagonista como Juanita misma.
El punto de vista
temporal trata de determinar la relación cronológica establecida entre el acto
narrativo y las acciones relatadas. Juanita está siempre en una posición
temporal específica en relación con la historia que comenta.
En teoría, hay cuatro
tipos de narraciones: la narración ulterior es la posición temporal más común.
El narrador cuenta lo que sucedió en un pasado más o menos remoto; la narración
anterior cuenta lo que ocurrirá en un futuro más o menos lejano; la narración
simultánea es donde historia y relato coinciden en el presente y, por último, la narración intercalada que combina la ulterior
y la simultánea.
Todas estas
categorías son asumidas por el monólogo de Juanita pero predominan básicamente
las dos últimas:
/No mires nunca para atrás,
Juani, ni tampoco mires hacia adelante- decreta-
lo que importa es el momento/, (pág.
330).
El contenido temporal de la novela abarca un largo
período que arranca después de la I Guerra mundial y se prolonga hasta más allá
de los años sesenta. La historia de
Juanita se confunde pues con la de Tánger. Juanita rememora sobre todo el esplendor
del Tánger internacional, viviendo con sus padres, su hermana menor y la criada
Hamruch; sus amigas y vecinas de diferentes nacionalidades y religiones,
árabes, españolas, francesas, americanos, inglesas, hebreas y de otras
comunidades. Nunca Tánger había sido tan cosmopolita y pluricultural. Un modelo
incomparable de convivencia entre razas, religiones y culturas (en la calle Siaghin,
por ejemplo, iglesia, sinagoga y mezquita se frecuentaban pacífica y
armoniosamente, sin incidentes) que termina con la Independencia del país.
En este largo período
conviene distinguir dos etapas inolvidables para la protagonista: la época dorada,
la de un pasado idealizado, correspondiente a su juventud feliz, con fiestas
interminables y esa irrepetible convivencia pacífica entre las diferentes
comunidades; la época de los lamentos y las desgracias, la de un presente pesadillesco,
correspondiente al deterioro y abandono de la ciudad por los extranjeros y a la
soledad y la vejez de Juanita, sola y desatendida,
como la ciudad misma.
El monólogo de
Juanita es desordenado, subjetivo y desgarrado, por eso las 54 secuencias que
componen la novela no se exponen según la linealidad literaria tradicional.
Pero gracias a las referencias furtivas que hace Juanita a acontecimientos
políticos o a las películas proyectadas en Tánger podemos determinar el tiempo
en que se desarrollan el relato y la historia.
Grosso modo destaco
cuatro etapas:
- El estatuto internacional de Tánger que va
de 1923 hasta 1956, cuando Tánger se incorpora al reino de Marruecos;
- La ocupación de Tánger por el
Ejército franquista el 14 de junio de 1940
(proclamación de la República española, llegada de los judíos fugitivos
de la persecución nazi, odio entre "rojos" y falangistas);
- Retorno de Tánger al estatus
anterior, el internacional, periodo de esplendor de la ciudad, que va de 1945 a
1956;
- Incorporación de Tánger a Marruecos y su
posterior decadencia (El 1 de Enero de 1957 las potencias administradoras ponen
fin al régimen internacional que entra en vigor el 11 de Abril de 1960).
El relato monológico
de Juanita abarca pues todo este largo período para detenerse en un momento
impreciso de los primeros años setenta.
3. Perspectiva
narrativa
La novela es un
monólogo, por lo que la fidelidad a la historia es imposible ya que exigiría la
presencia continua de una voz en off. Pero rebuscando en el texto se puede encontrar tramas suficientes para abandonar el
monólogo original a la vez que mantener el punto de vista de Juanita que es el
que impera en todo el relato.
La distinción entre
relato e historia es crucial para definir la categoría de persona. La
perspectiva narrativa es la visión adoptada por la protagonista, llamada
focalización, es decir, una selección de la información con respecto a la
teoría llamada omnisciencia. Como ya he dicho, Juanita no es una narradora
omnisciente. Es la cuestión de la percepción: el que percibe no es
necesariamente el que cuenta, y viceversa.
La teoría distingue en
efecto tres tipos de enfoques:
- Enfoque cero donde
el narrador sabe más que los personajes que describe. Él es capaz de decir lo
que está sucediendo en varios lugares y mentes a la vez. Gracias a él, el
lector también sabe más que los propios personajes. Este es el tradicional
“narrador omnisciente”.
- La focalización
interna donde el narrador sabe tanto como los propios personajes. Se filtra la
información que se proporciona al lector. No puede informar de los pensamientos
de otros personajes pero puede especular sobre ellos.
- Y el enfoque
externo donde el narrador sabe menos que los personajes. Aquí funciona un poco
como el ojo de una cámara, siendo incapaz de adivinar las intenciones de los
personajes.
Juanita subsume los
dos últimos.
4. Relatos
superpuestos
Hemos visto que el
narrador puede ocupar una de las cuatro instancias narrativas en relación con
la historia que narra. Pero se puede dar el caso donde los propios personajes
de esta historia se ponen a narrar otros relatos secundarios dentro del relato
principal. Estos personajes-narradores se denominan intradiegéticos y pueden
ser homodiegéticos o heterodiegético, según participen o no en sus relatos.
Tal es el caso de
los padres de Juanita, su hermana Elena, sus amigas y la criada Hamruch.
5. La metalepsis
Este registro
consiste en romper el límite entre la realidad y la ficción.
El autor se esfuerza
por violar el orden de la historia para crear efectos especiales. Imagínense
que están en el cine y un personaje sale por la pantalla para saludarles o darles
una paliza. La metalepsis narrativa produce tales efectos.
El autor utiliza
referencias extralingüísticas (autobiográficas) e incluso sobrenaturales para
reforzar la verosimilitud, entretener o inculcar su ideología al lector.
El paralelismo entre
Ángel Vázquez y Juanita Narboni es un ejemplo de este registro.
Personalmente no creo
en estas comparaciones porque una novela une básicamente una diégesis y una
mímesis para hacer que la ficción sea plausible. Ahora bien, un escritor nunca
puede imitar la realidad ya que su escrito es lingüístico y la historia que
escribe solo se realiza por medio del lenguaje. Una novela está pues amueblada
con palabras que remiten a otras palabras. Así que tiempo, espacio, acciones,
pensamientos, personajes, todo es de papel y está en papel.
Esta situación pone
en tela de juicio la verosimilitud y el compromiso del escritor.
Sin embargo, muchos
han visto en la novela una autobiografía del autor mismo.
El autor vivió una
vida perra en Tánger pero no por ello hemos de concluir que Juanita y Ángel son la misma persona.
Concedo pues a
medias que haya aspectos autobiográficos del autor plasmados en la novela donde
forman consonancia con Juanita hasta tal punto que se puede decir que la
protagonista es el doble del autor, su reflejo. Flaubert mismo decía que Madame
Bovary era él.
He acotado muchas
semejanzas pero expondré las más representativas.
Ambos son españoles
tangerinos, con las mismas desgracias diarias que les causan la soledad, la
tristeza y sus desgraciadas relaciones sentimentales. Mismo universo femenino,
mismas privaciones económicas. Misma época: el Tánger internacional de entre
los años cuarenta y sesenta. Ambos son
introvertidos, tímidos, solteros y solitarios e incapaces de relacionarse y,
tras la muerte de la madre, única persona amada (¡en ambos casos regentan una
sombrerería en la calle Siaghin, en la medina antigua de la ciudad!), se hunden
en la soledad total y en la bebida. De padres alcohólicos, el de él, violento;
el de ella, libertino, bisexual y hasta acosa a su hija Elena (al darle dinero
de bolsillo, le toca el culo) y a las niñas marroquíes.
Juanita recuerda
esos hechos cuando exclama:
/Mamá,
mamaíta tú que estás en los cielos protégeme contra el cerdo libidinoso de tu
marido, que dicen que es mi padre/, (p. 97).
Ambos lucharon por
liberarse del yugo paterno (él) y materno (ella), sin lograrlo, quedándose
marcados psíquicamente, sin relación sentimental: ella, asumiendo su castidad a
duras penas; él, su homosexualidad.
No tienen vida
sexual normal. Él, homosexual; ella, por no encontrar a su media naranja,
termina reprimida y frígida, sobre todo tras descubrir que Adolfo, su
pretendiente, es también homosexual, quien, sin perdurar, la deja plantada por Pepe el
bombero.
/soy más mujer que tú/
-le dirá irónicamente, pero dolorida, (p. 482).
Al decaer Tánger,
autor y protagonista son embargados por un pesimismo y una tristeza demenciales
y solo encuentran el olvido en el alcohol, azotados por las penurias diarias y
una desesperación inhumana que acaba con sus vidas, él en una pensión mísera de
Atocha, en Madrid; ella, en las fantasmales callejuelas de Tánger.
6. Velocidad del
relato
La velocidad de la
narración se refiere a la relación entre el tiempo de la historia y el del
relato. Es el ritmo de la novela, sus aceleraciones y desaceleraciones. Por
ejemplo, se puede resumir en una sola frase toda la vida de un hombre o exponer
en un millar de páginas un relato de dos horas.
Este registro
organiza el orden de la narración, su velocidad y frecuencia.
Hemos visto que el
tiempo de la narración se refería a la historia, es decir, a la posición
temporal del narrador con respecto a los hechos narrados. Ahora voy a explicar
cómo ese tiempo interactúa con el tiempo del relato.
En teoría, hay
cuatro movimientos narrativos donde ambos tiempos se superponen: la pausa,
donde la historia se interrumpe para dar paso a la descripción estática de los
lugares y personajes y la escena, donde coinciden el tiempo de la historia y el
del relato. El diálogo (monólogo de Juanita) es un buen ejemplo: permite que la
historia se congele, dando paso a una representación teatral. El sumario, donde
parte de la historia es resumida, proporcionando un efecto de gran aceleración
y por fin, la elipsis que permite ocultar voluntariamente partes importantes de
la historia.
Todas estas
categorías son hábilmente expuestas por el autor.
Las tengo estudiadas
en mi artículo citado sobre la haquitía.
7. Frecuencia de los
eventos
Es la relación entre
el número de ocurrencias de una parte de la historia y el número de veces que
se menciona en el relato.
Este sistema de
relaciones ofrece esquemáticamente tres modos:
-El singulativo, que
cuenta una vez lo que ocurrió una vez, como los acontecimientos históricos y
políticos que recuerda Juanita;
-El repetitivo que
dice más de una vez lo que ocurrió una vez, o las alegrías de Juanita;
-El iterativo que
cuenta una vez lo que sucedió varias veces, o las desgracias de Juanita.
8. El orden del
relato
El narrador suele
presentar exhaustivamente los hechos en el orden en que ocurrieron, en función
de su cronología real (la historia), pero también puede infringir este orden.
Para lograrlo, utiliza lo que se llama anacronía que produce dos procesos
narrativos: la analepsis y la prolepsis.
- El primero permite
al narrador contar una acción anterior al momento actual de la historia
principal. Es el caso cuando Juanita rememora con nostalgia el pasado
idealizado.
- y el segundo le
permite realizar estas acciones en el futuro en relación con la historia
principal. Es cuando Juanita imagina su propia vejez y muerte.
La analepsis
utiliza a su vez dos procesos, el
alcance para remontar lejos en el pasado (la niñez de Juanita) y la magnitud
para dilatar un acontecimiento específico (el deterioro de Tánger y la melancolía
de Juanita).
Por otra parte, la
analepsis produce en la novela varios tipos de extensiones como la analepsis externa, la interna y la mixta.
La interna a su vez
se subdivide en heterodiegética y homodiegética y ésta última puede ser
completiva o repetitiva.
Este estudio de
difícil realización pero merece la pena llevarlo a cabo.
Narrando, Juanita
parece conducir un coche: para viajar al pasado, da marcha atrás, con la mirada
fija en los espejos retrovisores y, para volver al presente y viajar al futuro,
cambia de velocidad según se trate del tiempo de la historia o del de la
diégesis. Embrague, desembrague, analepsis, prolepsis. Pasado, presente y
futuro…
Siempre he pensado
que un relato es una verdadera locomotora que nos puede llevar a lugares
sorprendentes.
B- EL TEJIDO SEXUAL DE LA NOVELA: LA NEUROSIS
1. Instalación de la neurosis
“La novela familiar
del neurótico” es el ámbito donde el niño empieza a tejer relaciones
emocionales inconscientes con sus padres. Nacen sus fantasías sexuales. Nacen
los complejos de Edipo y Electra y se constituyen todas las pulsiones
infantiles que progresarán, dependiendo de la autoridad parental, en normales o
anormales.
Según Freud ese estadio
concluye en caso de normalidad con el “desasimiento de la autoridad parental”,
“una de las operaciones más necesarias pero también más dolorosas del
desarrollo personal”. A través de la
construcción de la novela familiar, "el niño se libra de sus menospreciados
padres y los sustituye por otros de una posición social elevada”. Es la liberación de la autoridad parental. La
socialización del individuo.
Pero si fracasa en ello,
debido a un fuerte apego a la madre o al padre o por maltrato o regresión inconsciente
a una de las cuatro fases eróticas freudianas, el individuo termina siendo
neurótico.
En este sentido, la
histeria femenina es provocada según Freud por un hecho traumático en la niñez
que, al ser reprimido en el inconsciente, aflora más tarde en forma de ataques
y frecuentes cambios psíquicos y alteraciones emocionales que carecen de
explicación aparente y lógica.
La neurosis abarca
la histeria (del griego «útero») o un trastorno de conversión y sus dos
vertientes, el obsesivo-compulsivo y la
angustia.
La histérica devalúa
a los demás o los idealiza de tal modo que se convierte o bien en esclava
sumisa de un amo o verdugo (si es masoquista) o al revés, se queja
constantemente de todo, humilla y mortifica a los demás (si es sádica) y en
ambos casos termina abandonada por todos, en la soledad y al borde del
suicidio.
En Juanita predomina
el TOC o trastorno obsesivo-compulsivo, definido por el psicoanálisis como un
trastorno de ansiedad, caracterizado por pensamientos intrusivos, recurrentes y
persistentes, que producen gran inquietud, aprensión, temor o preocupación y
conductas repetitivas denominadas compulsiones, dirigidas a reducir o agravar la
ansiedad asociada.
En varias ocasiones Juanita
lucha contra la idea de ser violada, imaginación producto de sus fantasías eróticas
inhibidas, incluso por su propio padre, que no duda en definir como un cerdo
libidinoso:
/Mamá, mamaíta tú que
estás en los cielos protégeme contra el cerdo libidinoso de tu marido, que dicen
que es mi padre/, (p. 97), después de sorprenderlo tocando el culo de su hija Elena
y explayándose con muchas niñas marroquíes, (p. 216);
/…se me ha abierto la
falda por detrás. De arriba abajo. Y ha sonado el rasgado. Detrás, la peor
lengua del mundo. Se me verá la combinación, que no es nada discreta porque me
la prestó mi hermana…/, (p. 36).
Una profunda lectura
de sus obsesiones mostrará sin duda alguna que en el fondo Juanita desea
inconscientemente el falo paterno (el incesto, como la homosexualidad, es uno
de los trastornos psíquicos del complejo de Edipo mal resuelto) y que todos sus
ataques histéricos contra la hermana y las amigas (las trata de putas) son
producidos por la envidia y la frustración y no por la condena de un
libertinaje escandaloso.
2. Radioscopia de
una neurosis
Ya no queda tiempo
para sonreír. Juanita se da cuenta que es un personaje absurdo, torpe, víctima
de alcohol, presa de miedo, insomnio, nervios, vejez, pobreza y soledad.
/ ¡Señor, Señor,
apiádate de mí! Estoy enloquecida, hasta me entran ganas enormes de reír, como
otras de llorar/, (p. 258);
/Siempre he tenido
hambre y miedo (…). Parece como si me hubiese quedado enterradita y el mundo
siguiera funcionando fuera. En cuanto salga y me dé un golpetazo de luz me
pondré nerviosa. Hay cosas que no. (…) Ni el hambre, ni la impaciencia, ni ese
culo de mal asiento que Dios me dio, que no puedo parar en ninguna parte/, (p.
126).
-
Una moral
austera.
Contrariamente a su
hermana Elena que se liberó de la autoridad paternal y se independizó, Juanita
se quedó muy apegada a su madre, con la misma educación austera hasta después
de su muerte ya que cuando visita su tumba en el cementerio le habla como si
estuviera viva.
/que llevas años y
años hablando con una muerta/ –espeta, (p. 282).
Por su conformismo
moral (veremos que es por envidia),
trata a su hermana de "puta y guarra" más de cincuenta veces a
lo largo de la novela, por haberse ésta tempranamente emancipado.
/Las locas y las putas siempre tuvieron
suerte (…) Mira la maldita de mi hermana, que sabrá Dios lo que habrá sido de
su cuerpo/;
/Toda la culpa la tiene
esa hija de puta de mi hermana/;
/... Me gustan los
hombres. Pero en silencio, con discreción, no como a mi hermana, que es de las que se meten en los
portales. Una buscona. Eso es lo que es/, (p. 144);
/No quiero parecerme a
esa que está durmiendo, que sale de su habitación casi desnuda y cuando quiere
pedirle dinero a papá se le acerca como una mujer de la vida, y el muy cochino
le toca el culo/, (p. 106).
Misma actitud con
sus amigas y las amigas de su madre y de Elena. Todas obsesionadas por el sexo.
Sobre todo las viudas y solteronas que enloquecen buscando perversiones con
jóvenes. Y lo peor de todo: los viejos escritores con chicos marroquíes.
No es que Juanita se
considere una santa pero sí una católica puritana que rechaza cualquier
tentación o aventura deshonesta.
Viendo que sus
amigas son todas ninfómanas, exclama:
/Éstas han venido por
lo del negro, las muy putas. Ya lo sabía. Me lo presentía. Las conozco. Y mi
hermanita, la peor de todas/, (p. 27).
El qué dirán,
resultante de su puritanismo, juega un
papel fundamental en su vida, hasta tal punto que termina transformándola en
una mujer reprimida sexualmente y desconfiada con todos.
/La tonta he sido yo, y no por
prejuicios, sino por miedo, al qué dirán/, (p. 244).
Esta desconfianza
hace que Juanita lo examine todo a través de la moral y la religión.
/A mí no me ha tocado
nadie/, declara orgullosamente, para diferenciarse de su hermana, la muy
"puta y guarra" y que acaba escapándose de casa con su amante.
/Soy virgen, intocable.
Ningún hombre me ha puesto sus asquerosas manos encima, ninguno/, proclama altanera, (p. 186);
/Una señora de buena
familia no puede…; una señorita de buena familia no debe…/, (p. 90);
/Mamá lo explicó muy
bien: hay cosas que se pueden hacer y otras nunca/
A causa de estos
estrictos principios morales de una católica fundamentalista, Juanita termina
viendo sus deseos inhibidos e irrealizables, los de una solterona solitaria,
amarga y triste.
/Mi vida se ha
convertido en un dictado lleno de faltas, cada gesto mío se convirtió en un
pecado, en una falta/, (p. 141).
-
Un brote de
misandria.
Juanita termina
dándose cuenta, tras la muerte de sus padres, la huida de su hermana y el éxodo
de sus amigas, que no ha conocido el amor verdadero. Ahora es una solterona
llena de prejuicios y de temores, de sueños y anhelos fracasados. Todos los
hombres que pasaron por su vida fueron hipócritas y homosexuales, empezando con
su padre y su Adolfito. La naturaleza humana es perversa a todos los niveles.
/Mamá lo decía: los
hombres son todos unos viciosos a veces me entran ganas de hacer lo que hacía
Carmencita Mondeno que en cuanto le daba la mano a un hombre, iba corriendo
lavárselas/, (p. 96).
Ahora bien, lo
trágico de esta actitud moral represiva de Juanita es que la enfrenta a todos
los que la rodean. Porque todos practican sexo perverso, todos toman droga y se
abandonan a los vicios más escandalosos y execrables. No olvidemos que Tánger
era en aquella época una ciudad cosmopolita de las más permisivas y liberales.
Una verdadera Babilonia. La prostitución en Tánger data de tiempos inmemoriales
pero con la llegada de artistas e intelectuales occidentales el libertinaje
llegó a superar los vicios de Sodoma y
Gomorra. Pienso en la cosmogonía tangerina compuesta por Samuel Beckett, Truman
Capote, Tennessee Williams, William Burroughs, Juan Goytisolo, Djuna Barnes,
Jean Genet, Allen Ginsberg, Bob Dylan, los Rolling Stones, Ignacio Ramonet y,
sobre todo, Paul Bowles y su mujer, Jane, íntima amiga de Ángel Vázquez.
En este ambiente una
persona liberada de prejuicios y supersticiones no puede reprimir sus deseos y
sus perversiones sexuales y quedarse al margen de la sociedad. Salvo Juanita.
Pero las consecuencias fueron insoportables para ella: reprimiendo a ultranza
sus más profundos anhelos, termina siendo una solterona empedernida llevando
una vida maldita y llegando a despreciarse por sí misma. Solo le quedan
entonces recuerdos, la nostalgia de un paraíso perdido, el que vivió con su
madre en un Tánger donde la vida era feliz y risueña a todos los niveles.
Perder ese paraíso es volverse loco,
neurótico.
-
Solo el tiempo
pasado fue mejor.
Juanita,
contrariamente a los que se fueron, prefirió quedarse en Tánger porque se
sentía pura tangerina y consideraba a Tánger como su propia ciudad; ni siquiera
quiso trasladarse a Casablanca, donde vivía su única hermana, para evitar los
estragos de la soledad y la melancolía.
/Yo he nacido aquí y aquí
moriré/, (p. 160).
Juanita vive
constantemente del recuerdo de su madre, evocando el esplendor anterior de
Tánger, cuando era joven rodeada de su familia y sus amigos, emocionada por las
salidas, encuentros, invitaciones y visitas. Eran los gloriosos días de la
ciudad cosmopolita, motivada por las admirables fiestas europeas y magrebíes,
disfraces y bailes de carnaval donde coexistían multitud de culturas
representativas de la libertad y la alegría, además de los emocionantes
espectáculos que ofrecía el Teatro Cervantes y las películas inolvidables del
cine europeo y americano... Un universo en el que razas y religiones
convivieron en armonía.
Con la
independencia, Tánger dejó de ser ese universo mítico y pluricultural. Se
acabaron las fiestas y los bailes para Juanita. Desaparecieron los artistas y
los intelectuales. Se esfumaron los encuentros amorosos en la playa. Empezó la
caza a las brujas y a las parejas de mismo sexo. Juanita vive ahora al compás de las cinco llamadas
del almuédano a la oración. En Ramadán, todo cerrado de día y solo se come y se
fornica de noche. Las fiestas musulmanas suplantan a las cristianas y judías.
Adiós a los bares y a las exquisitas borracheras. Adiós a los productos que ni
en la Península existían (mantequilla holandesa, quesos franceses, embutidos,
pescado y leche fresca). Ni rastro de los Rolling Stones. Ni Keith Richards o
Mick Jagger.
Nada queda del
Freddy’s Embassy Club. Cines cerrados. El cine Kursaal, que Juanita frecuentaba
en su juventud, transformado en urinario municipal. Cerraron la iglesia de la
Purísima y la sinagoga contigua y la clínica del Doctor Gadea, el Teatro
Cervantes, Dar Niaba, el Lloyd’s, la Compañía Paquet, el Consulado inglés, el
Correo inglés, el Hospital inglés, el British Centre, el Instituto Pasteur, la
American Library y el Country Club donde
Juanita vio por “primera vez aterrizar en la ciudad tres aeroplanos”.
Juanita va ahora por
las callejuelas de la Medina como una sombra (lo mismo diría de un tal Paul
Bowles), abriéndose camino entre yelabas, velos
y babuchas. Termina hambrienta deambulando por el Zoco Chico (el mismo Zoco Chico donde nació el autor,
donde Camille Saint-Saëns compuso su “Danza Macabra” y por donde pasearon el
Kayser Guillermo II, Oscar Wilde, Alejandro Dumas, Delacroix, Fortuny, Tapiró,
Van
Rysselberghe, Iturrino,
Matisse, Picasso...) en busca de un bocadillo a mordisquear (como muy bien
solía hacerlo el autor mismo) y, desde un chiringuito, la reconoce un viejo
conocido de su padre. La invita a comer.
El deterioro de la
ciudad va al unísono con la fragmentación
del yo de Juanita.
En el cementerio le
cuenta cosas a su madre, le reprocha hechos y le hace confidencias. Incluso
"se enfada con ella". Le habla
de los cambios políticos, culturales, económicos y sociales de la ciudad de
Tánger.
/Ay, mamá, no sabes de
lo que te has librado, todo está peor... los judíos en Tánger, los
falangistas.../;
/Todo ha cambiado
tanto -le dice a su difunta madre- que en estos momentos me están entrando
ganas de llorar. No queda nadie/, (p. 160);
/La opereta se acabó,
están ahora interpretando la tragedia en árabe, pobrecita Tánger, abandonada por
todos/
Juanita vive ahora
en Tánger vuelta a ser musulmana. Ahora todos hablan francés y árabe.
/ ¿Los oíste, Juani?
Ahora todos hablan en francés y pasan por tu lado como sí no existieses ...
Claro, hemos pasado nosotros tantas veces por el lado de ellos como sí no
existieran, que esto es la revancha/,
(p. 345);
/Y
si vieras la pena que siento ahora por dentro, un estúpido amargor de boca y
una sensación imbécil de desperdicio. Lo he desperdiciado todo: el tiempo, las
palabras, y siempre por lo mismo, porque nunca me he atrevido a decir lo que
siento. Es culpa mía. (...). Acabaré convirtiéndome en un personaje ridículo.
Uno más de esta ciudad/, (p. 7O);
/Al principio yo era la
niña más bonita del mundo. Mis tirabuzones eran los más bonitos de la ciudad
(...) entonces se acabó mi mundo feliz/, (p. 74);
/Nos esperan tiempos
terribles (…). Para mí fue Kaputt toda la vida (…)
C’est fini le
Maroc/, (p. 158);
/Con la importancia que para mí tienen las pequeñas cosas y todo
lo que se ha quedado atrás…/, (p. 101);
/… la ciudad parece
un cementerio. Silencio en la noche, ya todo está en calma, el músculo duerme,
la ambición descansa…/, (p. 208);
/Se cambiaron las
tornas, mi vida. Todo cambia: será por bien. No veo el bien por ninguna parte
pero bueno está el decirlo.../, (p.
226);
/El decorado es el
mismo; las mismas casas, las mismas calles, el mismo cielo, los mismos árboles…
pero la opereta se acabó. Ahora están interpretando en ese mismo decorado una
tragedia en árabe…/, (p.296);
/ ¡Con lo bonitas que
eran vuestras costumbres! Daba gusto ver aquellos desfiles de carrozas cuando
llegaba el Mulúd, con Carro Burro vestido igualito que Madame Du Barry,
haciendo una mala imitación de nuestras costumbres. La imitación que hacéis
ahora de nosotros es distinta (…). En la de antes pretendíais agradarnos. En la
de ahora (...) lo que pretendéis es asustarnos/
Con el paso del
tiempo Juanita no puede evitar sus manías y continuas borracheras.
Sus deseos y
aspiraciones juveniles se desvanecen al igual que la mayoría de los que la
conocen.
En uno de sus últimos
monólogos, junto a la tumba de su madre, se muestra más irritada y hasta delira
gritando al ver a una pareja de escarabajos copulando:
/Ni siquiera el
escarabajo está solo --se lamenta--, las locas y las putas siempre tuvieron
suerte... Tu educación de mierda, mamá, me ha dejado sin probar a un hombre.../
3. Disgregación de
la neurosis y fin de un mundo singular.
A lo largo de toda
la novela, la única voz que escuchamos es la de Juanita, quien nos cuenta el
acelerado deterioro de su vida que es a la vez el de su ciudad, Tánger, una
ciudad, antes de la Independencia, hiperextrovertida a nivel de las relaciones
humanas y caleidoscópica en cultura, sexo e identidades, una copia de Babel,
Sodoma y Gomorra en miniatura, donde Juanita, víctima de una educación
represiva y conformista, se ve superada por los acontecimientos, chapada a la
antigua. Por eso su reacción y actitud, después de la Independencia, es la de
una mujer resentida por no haberse adaptado y decepcionada por la educación
austera que le dio su madre. Ahora en su extrema soledad le queda por recrear
un mundo que solo existe en su memoria.
Su monólogo se hace
diálogo porque el flujo de las palabras emitidas se dirigen, además de a ella
misma, a su madre y a interlocutores ausentes, surgidos del pasado como
fantasmas.
La función de la
segunda persona singular (tú) expresar una actitud de desdoblamiento y de
ambivalencia del yo. El “tú” opuesto al
“yo” crea escenas donde la persona puede subjetivamente reprocharse cosas,
elogiarse o condenarse. Para animarse y seguir adelante, o para escapar de sus
delirios. Se instaura un diálogo entre la memoria y el orgullo.
/Eres muy mala,
Juani –se reprocha a ella misma--, muy
mala y muy pérfida y no mereces la amistad de nadie, ni el amparo de nadie, ni
la ayuda de nadie, solo mereces una cosa, sí, una cosa que te espanta más que
los gatos, los cuervos y el viento: soledad/, (p. 209);
/Maldita boca la mía,
que todo lo que ella suelta se tuerce. Malentendidos. Mi vida está llena de
malentendidos”; “Yo nunca expreso lo que quiero decir. No soy una mujer moderna.
No lo seré nunca porque nunca llegaré a tiempo/, (p. 143);
/No,
no hay nada que hacer. Estás sola como la luna. ¿Qué puedes esperar? No, no
esperes nunca nada. ¡Porque nada vendrá! Qué ingenua eres, Juani! Te pasas la
vida esperando. (...) Juanita ¿Cuándo vas a darte cuenta de la realidad?/, (p. 237).
A través del
presente de indicativo, como ya lo indiqué, el monólogo se desarrolla en un
complejo juego de espejos o espejismos.
Porque en ella
hablan otras voces, las de sus padres y sus amigas, que ella reproduce:
permanecer fiel al puritanismo de la madre, rechazando y condenando el
libertinaje del padre y el de su hermana y amigas, y al mismo tiempo luchar
contra esta actitud represiva que la tortura y realizar sus deseos inhibidos.
/Sí, ahora, frente a un
espejo, parezco una máscara -observa-,
mirándome extrañada como si no fuera yo misma/, (pág. 268); ambivalencia que la hace sentirse:
/... tontona y atolondrada/, (pág. 160).
Reprimir o permitir,
tal es la pregunta. El dilema se zanja en un sueño revelador que hace Juanita.
Según S. Freud, como
se sabe, los sueños, incluso los de tipo pesadilla, son el reflejo y la
realización disfrazada de deseos reprimidos (sobre todo sexuales) de la
persona.
Juanita asiste a una
fiesta de carnaval, una feria, en Tánger, la misma escena que presenció
realmente en el Teatro Cervantes, una vez junto con su madre y hermana. Pero en el sueño ella es una niña y está sola. El ambiente está cargado de
símbolos eróticos y escenas placenteras muy fuertes donde ella quiere
participar pero el espectro de la muerte
aparece para inhibirla.
Así que en esta
neurótica lucha triunfa el acervo doctrinal de la madre (y el qué dirán) con
quien Juanita termina identificándose, tras su muerte. La idealiza hasta tal
punto que duerme en lo que era su dormitorio y utiliza su ropa y cosas, como lo
muestra bien este ejemplo:
/Estos zapatos son los
tuyos, mamá. Me están bien. Un poco grandes. ¡Pero son tan cómodos! ¡Y tan buenos!
Es como si anduviera con tus pies/,
(pág. 143).
Poco a poco Juanita
se va quedando sola: mueren sus padres, su novio, por ser homosexual, la deja
plantada por Pepe el Bombero, su hermana Elena la abandona fugándose con su
amante a Casablanca, su amiga Esther emigra a
Canadá, un amigo de la familia, Dedé Trilby muere asesinado y hasta su
fiel criada Hamruch desaparece un día sin dejar rastro (imposible localizarla
porque Juanita solo conserva su nombre), huyendo probablemente del olor a vino,
ella que nunca falta a las cinco oraciones diarias, máxime cuando observa que
se hace viejo, porque la muerte muy cerca está y hay que prepararse a
justificar sus acciones el Día del Juicio Final. Todos abandonan Tánger después
de la independencia, menos ella.
La soledad total, el
alcohol y los recuerdos acabarán con ella.
Juanita (y lo mismo
diría del autor que prefirió Madrid) sufre más de ansiedad y melancolía que de
histeria.
Son muchos los
síntomas de la depresión que una persona en esta situación manifiesta.
Recordaré algunos: desfallecimientos, insomnio, retención de fluidos, pesadez
abdominal, espasmos musculares, respiración entrecortada, irritabilidad,
jaquecas, pérdida de apetito, diarrea, problemas para tragar, frigidez,
alteraciones en la visión, náuseas y vómitos.
Cabe observar que
este mapa o diario de dolencias de Juanita se desplegó poco después de la
muerte de su madre e interfirió en todos los aspectos de su vida.
En cuanto a las
causas psíquicas están relacionadas con conflictos emocionales que vivió Juanita
en su novela familiar, dando lugar a lo que ya expuse respecto a su
voluptuosidad reprimida.
/Siempre estuve
acobardada y mi mal, como el tuyo, no tiene cura. Viviré siempre acobardada … y te juro, bendita, que nunca sabré cuál es mi bien/
Tánger, después de
los masivos éxodos de los extranjeros, se convirtió poco a poco en su propia
tumba.
El cementerio de
Bubana, representa el único espacio real de recogimiento y refugio que le permite comunicar con su madre, en
oposición al resto del mundo, ahora transformado en pesadilla. Porque todos se
han ido y los que no, han muerto,
incluso Tánger.
Ambas protagonista y
ciudad asisten ahora a su propia agonía:
/Esta maldita
casa que es como tumba, en esta ciudad que es un cementerio, y tú una vida
enterrada/, (p. 382);
/Todas las
farolas de la Avenida estaba encendidas, y el mar (…) de plata con la luna
debajo. (…) Todo olía a jazmines y a dama de noche/, (p. 353);
/Ahora es un
cementerio/, (p. 328);
/Una ciudad por
donde los autobuses pasean vacíos es una ciudad fantasma/, (. 344);
/Es la hora de la
puesta del sol, tanto para Juanita como para Tánger: Todo muere, y es
importante morir a tiempo. Las ciudades también mueren, y las ciudades alegres
y confiadas como la nuestra, con más razón, mueren sin enterarse siquiera de
qué ya están muertas/, (p. 372);
/No es nada, ni
queda nada de él» (pág. 372);
/Esta ciudad que
siempre estuvo rodeada de cementerios, ahora es ella misma un cementerio/,
(pág. 371);
/Un mundo nuevo que
nunca será para mí/, (pág. 261);
/Estoy llegando a una
edad en la que ya sólo me vea rodeada de muertos/, (p. 240);
/Siempre estuve rodeada de cementerios… ahora soy yo misma un cementerio/
/Siempre estuve rodeada de cementerios… ahora soy yo misma un cementerio/
/… Yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa/
Y la muerte es la
única y mejor solución para acabar con un mundo absurdo e infeliz:
/Yo acabaré en el
cementerio de la Bubana, rodeada de amapolas por todas partes/;
/Allí iremos todos a
parar/
CONCLUSIÓN
No es fácil definir
el género de esta novela. Contiene historia, romance, sexo y muerte.
Etnografía, psicología, filosofía y otras corrientes inclasificables.
La narración te deja
sin aliento y a menudo te interpela por las reflexiones íntimas y etnográficas
que hace Juanita Narboni sobre su vida que abarca un período singular de la
historia de Tánger, donde se condensan infinitos acontecimientos vertiginosos.
Por eso novela
invita a un viaje iniciático de gran interés y belleza: interés, por un contexto
histórico y político nunca visto en otras partes por ser irrepetible; belleza,
por el estilo incomparable (idiolectos y registros literarios utilizados) que
utiliza el autor al describir la mutación dramática pero inexorable, dentro de
ese contexto, de una ciudad y de una mujer, un estilo cautivador, fuerte,
poderoso, excelente.
Una gran obra no
transmite mensajes, porque la literatura no tiene un fin determinado, quizás
solo una presencia eterna de la imaginación. Su fuerza reside en solo mostrar, como es el caso de nuestra
novela.
En ella vemos,
detrás de las escenas, a un caprichoso y sórdido manipulador (azar, destino o
necesidad no son sino metáforas de la voluntad de poder del hombre) hacer y
deshacer vidas, existencias y acontecimientos; martirizar almas y disolver
ideales, regentar esquizofrenias, como en una tragedia griega, más allá del
bien y del mal, de la fe y de la justicia, ávido solo de voluptuosidad y
opulencia, indiferente al dolor de las víctimas y al buen sentido. Un manipulador (¿será él
quien lleva en definitiva una vida perra?) que, por fortuna, acaba vencido por la
muerte misma.
Ángel Vázquez se ha
propuesto mostrarnos "un trozo palpitante de una vida" para entretenernos
y emocionarnos y -porque es un gran esteta-
lo ha logrado plenamente.
NOTAS
[1] https://www.20minutos.es/noticia/2339351/0/premios/rechazados/piketty/
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81ngel_V%C3%A1zquez_Molina
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81ngel_V%C3%A1zquez_Molina
[3] Ángel Vázquez, La vida perra de Juanita
Narboni (publicada en 1976), Seix Barral, edit. Planeta, Barcelona, 1990.
[4] https://www.psicopsi.com/descargas-sigmund-freud-obras-completas-tomo-16-al-20/, (p. 213)
Artículo publicado
en Tánger (noviembre de 1995), sin el (1) y el (2) de las notas.
A consultar también en la prestigiosa Revista El coloquio de los perros:
https://elcoloquiodelosperros.weebly.com/artiacuteculos/la-vida-perra-de-juanita-narboni-de-angel-vazquez-la-diegesis-de-una-neurosis?fbclid=IwAR1y4Id7_5NK2Pnn2s57T0THrsXkmSVMDKyoEmPXFHJ76xUJlpMLjPFjQJY
A consultar también en la prestigiosa Revista El coloquio de los perros:
https://elcoloquiodelosperros.weebly.com/artiacuteculos/la-vida-perra-de-juanita-narboni-de-angel-vazquez-la-diegesis-de-una-neurosis?fbclid=IwAR1y4Id7_5NK2Pnn2s57T0THrsXkmSVMDKyoEmPXFHJ76xUJlpMLjPFjQJY
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