miércoles, 16 de marzo de 2016

CONDUCIR UN RELATO.




Hola, amigos. He vuelto con un escalofriante y exquisito relato,  Amor post mortem,  que dedico a los amantes del género negro. Lo  podéis leer aquí en el Blog o en el enlace siguiente:



http://sopaderelatos.com/2016/05/12/amor-post-mortem/


Pero mi intención era compartir con vosotros mi idea del relato como locomotora. Sé que os parecerá descabellado pero veamos en qué se parecen: El conductor del relato/vehículo es el autor. El punto muerto indica que no hay todavía historia. Arrancar es empezar a narrar. Para arrancar se necesita carburante (Ideas) y un buen motor (Gramática). Con el embrague puedes cambiar de dirección: realizar con retrovisores un flash-back (retrospección o analepsis) y con parabrisas, un flashforward (anticipación o prolepsis). Puedes acelerar la narración mediante la condensación (elipsis narrativa), ralentizarla y frenarla mediante la expansión (descripción, perífrasis) o coger un atajo mediante la condensación/substitución. Puedes conducir todo recto, en narración lineal (el orden del discurso sigue el de la historia) o hacer digresiones con In medias Res (narrar desde la mitad del tema) o In extrema Res (desde su final). El habitáculo es la estética del texto; los neumáticos facilitan la fluidez de la narración; la mecánica es la sintaxis textual; una avería o un accidente significan que algo falla en la gramática del texto.
¿Qué os parece la idea? Leed mi relato para saber más. Pero ojo: es un relato con espeluznante velocidad, sin frenos ni conductor. Y sería cínico desearos buen viaje o una feliz lectura. 

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