viernes, 29 de mayo de 2015

Sergio Barce Gallardo, el mago de la mimesis.







Parece ser que esta obra no deja de sorprender al lector, prueba de ello el interés en aumento que suscita en los medios de comunicación.
Y las razones son muchas. Atrae por su contenido (la historia) y por su forma (el estilo o lengua), como es el caso de las grandes obras clásicas. 
Reproduzco aquí dos comentarios en uno, antes publicados.
Intentaré mostrar aquí que la forma también tiene un contenido, muy diferente del de la historia. Esta, para ser breve, será «mimética» si reproduce hechos reales documentados y «diegética» si crea un mundo ficticio con sus propias reglas. De los 10 conceptos miméticos estéticos que el autor manipula con maestría, hablaré solo de tres: el antihéroe, la elipsis y el Slow-down.

1-El antihéroe
Un antihéroe generalmente realiza actos que son juzgados "heroicos", pero lo hará con métodos o intenciones que no lo son tanto. Como lo es el caso de don Quijote.
Augusto Cobos Koller, protagonista de esta excelente novela, es un personaje atípico y ambiguo, con características antitéticas a las del héroe tradicional, desprovisto de las virtudes con las que tradicionalmente se presenta al héroe porque actúa con su propia brújula moral, cuyos valores son drásticamente opuestos a los reconocidos por la sociedad burguesa: es antisocial, inteligente, enajenado por las drogas, obtuso, derrotado y obseso sexual. Su particular y doble objetivo es terminar su novela La Emperatriz de Tánger (El lector ha de saber que se trata de una novela -la del protagonista- en otra novela -la del autor) y satisfacer a numerosas mujeres, Yamila, Carmen, Esther, Miriam, menor de edad e Irena (y la lista es larga), siempre en busca de la mujer ideal, su redentora, su emperatriz. Pero su vida se ensombrecerá –una bajada sin retorno al infierno- al verse con un cadáver entre brazos (el del capitán falangista, Iriarte, pedófilo y violador de niños) y al tener una desesperada y ambigua relación con los demás personajes, la mayoría reales, como los Bowles, Tennessee Williams, Emilio Sanz, las Gerofi, Ángel Vázquez, etc. 

2- La elipsis es una omisión de una o más palabras, pero también una supresión de frases de la oración.
La elipsis narrativa que utiliza Sergio Barce consiste en suprimir u omitir hechos deliberadamente, para contarlos en varias secuencias, gota a gota y en múltiples versiones contradictorias. Me limitaré aquí a un solo ejemplo: la desaparición y el asesinato del capitán falangista. Todo empieza en el Morocco Palace donde Augusto, bajo el efecto del kif y del maayún, no logra discernir la realidad y la gente que le rodea: un hombre, una mujer que no cesa de besarle, una pistola que le roza la cara y un joven. La intriga policiaca empieza en la pág. 60 para terminar en la última, mediante el uso reiterativo de la prolepsis y la analepsis. En la pág. 73 sabemos quién es el hombre: un capitán falangista, Juan José Iriarte, desaparecido en circunstancias misteriosas. Es violador y depredador de niños de los que abusa y mata luego (Pág. 88). A medida que avanza la lectura aparecen nuevos hechos que esclarecen la amnesia de Augusto. Pág. 97: el inspector Berrada intenta reconstruir los hechos con Augusto que sigue amnésico. Más información sobre las crueldades y perversiones de Iriarte (Pág.105), sobre su asesinato y la posible vinculación de Augusto con este crimen. La escena de la ruleta rusa que pone en duelo a Iriarte y Augusto, es impactante. Asisten al desafío un joven y el niño, esclavo sexual. Uso genital de la pistola. Pág. 152 y siguientes: versión de los hechos en árabe por el niño (Taha), confesión que no traduce Berrada a Augusto por ser espeluznante pero que luego descubre el lector mismo, a su gran consternación. Y la intriga no cesa hasta el final.

3- El "slow motion" o cámara lenta
Sergio Barce utiliza esta técnica para:

-remarcar narrativamente momentos concretos de la trama, 
-enfatizar el dramatismo de las escenas violentas, 
-alargar el suspense y crear angustia en el lector,
-dar solemnidad y espectacularidad a una escena en particular.
En otro comentario recogeré el mismo ejemplo de arriba y lo secuenciaré según esta técnica.

Conclusión

Sergio Barce nos sumerge en aquel Tánger mítico en que se inspiraron tantos intelectuales y que sigue sin cesar vertiendo tinta. No digo más porque le toca ahora al lector descubrir más cosas.

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