El estilo en "La voz del orgullo", de M. Momata*
Publicado en La Mañana, marzo de 1994.
Nota
Por "discurso" se entiende la
actualización de un conjunto de procedimientos lingüísticos creados por un
locutor y destinado a alterar la actitud del oyente en un proceso de
interlocución donde, en poesía, la lengua adquiere sentidos sobredeterminados
en términos de emociones particulares gracias a ciertas figuras de estilo que
el poeta utiliza intencionadamente.
Poner al descubierto dichos
procedimientos de actualización es el propósito de este artículo.
Una de las lecturas eficaces para
lograrlo es la de interrogar la enunciación del poema e interpretar su
enunciado.
I.
Presentación global
A- El título está compuesto de dos sustantivos
unidos por la preposición partitiva y determinados ambos por dos artículos
definidos que especifican y particularizan su naturaleza. La deriva metafórica
engendra de entrada tres figuras de estilo: un sinécdoque, por ser la “voz” la
parte de un todo; una sinestesia, por dotar al orgullo de una facultad acústica
y una prosopopeya, por personificarlo e individualizarlo. El título tiene como
función la de enganchar al lector y sirve de aperitivo o de guía al tema
principal que representa o resume: el orgullo decide expresar su indignación y
su dolor.
B- La estructura métrica del poema. Una rápida
lectura muestra que tanto la disposición de la estrofa como la respiración de
las rimas (que cito en prosa, para simplificar) sufren aparentemente un gran
desorden, como sí por alguna razón estuvieran sacudidas intencionadamente. Las
secuencias enteras parecen en efecto
torturadas. Diría que el contenido dilata la forma y esta encorva a
aquella para traducir fiel y musicalmente la experiencia dolorosa del poeta
rebelde.
Pese a esto, tanto la estructura
métrica como el proceso semántico logran mantener un equilibrio estrófico
coherente.
La forma del poema es piramidal, es
decir, se puede indistintamente leer desde la cúspide o desde la base porque la
palabra “camino” y el verbo “caminar” atraviesan todo el poema, es su hilo
conductor su columna vertebral:
(...) andar sosegado… Caminé siempre a ciegas (...)
Fui haciendo camino entre perfumes y brisas (...)
Seguí solo el camino, (...)
Pretendí cruzar solo el camino (...)
Ya flotando en jirones sobre el río que al mar camina (...)
La isotopía que da sentido y coherencia
al poema es pues explícita: el “caminar por la vida” es una metáfora que
representa el recorrido vital autobiográfico del poeta, su quehacer
existencial, su obsesión, su amarga experiencia.
2.
La forma del poema
A- Es una elegía con
narración autobiográfica según lo muestran los deícticos, en particular el
pronombre personal “Yo”. Aparentemente aparece una distancia entre el enunciado
(los versos) y la enunciación (lugar desde donde se habla o narra), debido:
-a la presencia
del pretérito indefinido (tiempo verbal predominante del poema) que E.
Benveniste llama "l'aoriste" por ser el tiempo de la diégesis:
/caminé siempre a ciegas entre efluvios de la vida,
quemé muchas horas para poner al dolor freno.
Rendido a mi fortuna, maldije mi estrella,
caducó mi valentía (…) pretendí cruzar solo el camino.
Inútil fue el empeño/
- y a
los tiempos de la enunciación (presente de indicativo, tiempo axial, pretérito
perfecto y el pluscuamperfecto).
(...) hasta que un día, todo había terminado.
(...) a mis audaces sueños la verja se ha cerrado.
(...) quiero gritar y no puedo,
cuando la voz del orgullo muda se ha quedado.
B- La percepción del
tiempo-espacio en el poema se organiza en torno al poeta que gime y se queja,
sometiendo todo lo narrado a la voz del "yo" poético, manifiesta en
cada estrofa. Es la voz del orgullo que se rebela. No se trata de una acusación (el poeta no
denigra ni condena) sino de una revelación, una amarga confesión: la vida es
traidora, nos maltrata de mil formas, nos obsequia con regalos que a menudo
resultan ser envenenados. El poeta abre la caja de Pandora.
C. El siguiente extracto
del corpus, que califico de programa narrativo disfórico, ilustra cómo se abre
esa caja:
Errante como el viento, perdido en la sombra,
fui haciendo camino entre perfumes y brisas,
hasta que un día, cual horrenda pesadilla, todo había terminado.
(…) a mis audaces sueños de limpios horizontes, la verja se ha cerrado.
Con ojos llenos de llantos (…), pretendí cruzar solo el camino.
Ya flotando en jirones (…) y el mundo indiferente a mi adversa suerte,
quiero gritar y no puedo, cuando la voz del orgullo muda se ha quedado.
Inútil fue el empeño.
Después de tanto luchar y batallar por
alcanzar los ideales de la vida, vemos cómo el poeta se rinde a la evidencia:
fue todo inútil, un fracaso, porque la vida, además de no tener sentido, es una
gran traidora.
En semiótica se puede transcribir esta
narración en recorridos figurativos que simplifico por falta de espacio en dos
enunciados:
Representación praxeológica del programa narrativo.
- (S U O) →
(S ∩ O)
- F-H [(S ∩ O)
→ (S U O)]
En el primer enunciado, (S) es sujeto
de estado (el poeta), es decir, no sufre ninguna transformación: solo quiere y
debe ser feliz. Las modalidades que intervienen a este nivel son constativas,
afectivas, subjetivas y asertivas. Se dice que el /querer-deber ser feliz/ califica ese estado,
de momento virtual: el poeta sufre, no es feliz, está en disyunción (U)
respecto al objeto valorado (S U O) y su
deseo consiste en alcanzar la conjunción (∩) con la felicidad (S ∩ O).
En el segundo enunciado, en cambio, F
(vida, destino) representa la fuerza manipuladora que realiza la transformación
del hacer (H →) de (S), donde el sujeto es ahora del hacer, actúa para alcanzar
esa conjunción.
Para simplificar, diré que aquí (S)
pasa de un estado inicial deseado e idealizado (S∩O) -donde Λ simboliza una conjunción-
a un estado impuesto y frustrado (SUO)
-donde V simboliza una disyunción, un fracaso. Las modalidades aquí son
objetivas, axiológicas y evaluativas. El fracaso se justifica por la falta de
un /saber-hacer-poder-hacer/, imprescindible para implementar el
/querer-ser-deber-ser/.
Retomando el poema, vemos que
sobresalen dos isotopías fundamentales que por comodidad he calificado de eufórica
y disfórica.
La disforia (del griego: difícil de
llevar) representa generalmente una emoción desagradable, como la tristeza
(estado de ánimo depresivo), la ansiedad, la irritabilidad o la inquietud. Es
el antónimo de la euforia.
Isotopía eufórica |
Contenido del poema: Estado de ánimo del poeta |
Isotopía disfórica |
Estado eufórico: Sosiego, deseo,
gozo, dicha, sensualidad, etc. Versos:
1-4, 13, 22-24, 27, 29-31, (14
ocurrencias) |
→ |
Estado disfórico: Inquietud, abulia, aflicción,
melancolía, frustración, mortificación, etc. Versos: 7, 6, 9-12, 14, 17, 19-21,
25, 32-53 (38
ocurrencias) |
A primera vista se ve claramente que la
disyunción que engendra el dolor y la queja en el poema es superior a la
conjunción. Los actos de lenguaje son aquí ilocutorios y perlocutorios, ya que
ambas isotopías desarrollan un campo semántico dual cuyos semas nucleares
vehiculan metafóricamente dos sememas antagónicos fundamentales:
Vida/Eros versus Muerte/Tánatos
/Gozo, Serenidad
Versus
Frustración, desesperación/
O
/Instinto vital, salud y exuberancia
Versus
Dolor, desengaño, odio, otoño, muerte/
Así, el poeta, que estaba en un estado
inicial eufórico (S∩O), pasa a un estado disfórico (SUO), tras verse engañado por la vida.
Volviendo al programa narrativo, vemos
cómo al principio Eros muestra su disposición a luchar y cómo al final
interviene Tánatos y lo vence, mostrando su cruel superioridad.
Queda ahora por saber cómo narra el
poema esta desilusión ante la vida.
2.
Estructura sintáctica
A. Los procedimientos
lingüísticos de actualización representan un universo inmediato ontológico que
el poeta describe con objetividad pero connotativa al utilizar artículos
definidos y también indefinidos y al instituir su experiencia individual en el
flujo tiempo-espacio social y colectivo. El valor temporal (la conjugación del
verbo) se marca de forma decisiva al fundirse el "yo" de la
enunciación (lo ocurrido) con el "yo" de la narración (lo contado):
pasado y futuro se desvanecen y dejan espacio a un tiempo axial, el instante
donde se escribe la historia de un dolor, un instante eterno.
El presente de indicativo, como lo
vimos, tiene la función de indicar una acción realizándose pero en el poema
aparece bajo tres aspectos que, sin duda, el poeta quiere resaltar:
- el iterativo (la repetición de las
palabras);
- el durativo (eternidad el dolor y la
frustración del poema);
- y el inconclusivo (no hay un fin al
poema del dolor).
De allí la permanencia yusiva (del yo)
en el sufrimiento causada por la contracción-distorsión del tiempo-espacio y
traducida por la estructura frástica fragmentada, como cuando se quiebra el
sentimiento por el dolor. Es lo que muestra la estructura métrica: ninguna
estrofa empieza según el modelo canónico:
/sujeto+verbo+complemento/
El verbo es relegado intencionadamente
en un lugar que no es el suyo. También el sujeto resbala y es pospuesto,
haciendo que por un momento se ausente la acción y su autoría. Así, el
orden establecido es:
/adjetivo+conjunción+substantivo
+complemento+preposición+verbo/
Se infiere que Tánatos contamina y
envenena hasta las palabras del poema al invertir el orden sintagmático
(metáfora aceptable); pero en realidad, muestra que el poeta nos presenta un
estilo sostenido, expresionista y cargado de asociaciones psíquicas.
Por ser el estudio muy técnico, solo
analizaré la primera estrofa.
B- Las figuras de Momata. La impresión de tortura sintáctica provocada por la profusión
y la inversión de las palabras es debido a las figuras de estilo que rigen en
el poema. Tradicionalmente sirven de adorno y tienen como función la de
ornamentar el aspecto métrico. Pero aquí, siendo el poema una elegía y debido
al lirismo e intimidad que caracterizan este género, las figuras son
básicamente afectivas y se inscriben en un conjunto de factura becqueriana con
tintes expresionistas.
Lleno (1) de la esperanza que sostiene y guía (4),
con ansia infinita (5) y andar (2) sosegado (6),
caminé (3) siempre (5) a ciegas entre efluvios de la vida,
por los cabellos arrastrado.
Vemos que predomina la metáfora (1)
hilada adjetival (que describe y califica estados abstractos y profusos), pero
el pronombre personal inscrito en el verbo (3) tiende a desambiguar la
dispersión semántica, permitiendo así identificar al comparado. Este verbo
emblemático (3) asocia precisamente la vida a la emoción o actitud del poeta
ante su labor existencial, modalizada por la presencia de una prosopopeya
(4) -atribución de cualidades humanas–, de una hipérbole (5) –aumento y
exageración de lo que se habla– y de una sinestesia (6) –mezcla de
sensaciones de sentidos distintos–.
Esta imbricación de figuras engendra
dos metáforas, una verbal y otra adjetival. Brota entonces seguidamente un
oxímoron /ansia # sosiego /, donde la segunda conjunción / y /
abandona su papel de unir y enumerar para comportarse como una disyunción.
El lexema verbal (3) es más bien un
eufemismo metaforizado que engendra semas como /luché/, /Franqueé
obstáculos/, /viví difícilmente/, /me devané los sesos/.
Aquí el verbo funciona como una
epanalepsis (consiste en repetir una palabra o un grupo de palabras con
el fin de dar más fuerza a la expresión) porque tiene varias recurrencias en
todo el poema, haciendo que brote aquí la isotopía de un poeta errante,
desarraigado, bohemio, además de ser duramente engañado por la vida.
El adverbio de tiempo /siempre/
funciona como un deíctico porque remite metonímicamente al “yo” del poeta.
Esta anaforización verbal expone con maestría otro ciclo de modalizacíon
metaforizante:
Aquí, /efluvios de la vida/ significa
/avatares y adversidades/ y /por los cabellos arrastrado/ equivale
a /forzosamente y sin voluntad propia/, metáfora que traduce un esfuerzo
inhumano frente a un destino inexorable.
E1 orden frástico obedece a la
presencia de un hipérbaton –alteración en el orden lógico de la oración- que
sitúa todo un proceso catafórico antes del verbo /caminé/ y expulsa el adjetivo
/arrastrado/ después de /cabellos/.
Por otra parte, la tensión sensorial de
las rimas se debe a la inversión perifrástica (o circunloquio) que sin duda
alguna logra el efecto de sorpresa al relegar el adjetivo al final.
La hipálage –equivalencia entre
verbo y sustantivo– y la sinestesia en:
/andar sosegado/+/la esperanza que guía/ choca contra
/caminé a ciegas/ + /arrastrado/, crea así una antítesis u
oxímoron: /que guía//A ciegas/.
La metalepsis –que alterna metonimia y
sinécdoque–, asociada con el símil, nos da el negativo de la
estrofa que es: /Mi lucha por ser feliz fue vana/,
creando así un matiz romántico y barroco que evoca sensaciones de profundo
pesimismo.
En cuanto a la parataxis, es aquí a la
vez asindética (rehúye la repetición, ver otras estrofas) y polisindética (la
coordinación /y/ es repetida dos veces, aunque la segunda es disyuntiva).
Así, las figuras de estilo de la
primera estrofa organizan los signos lingüísticos que, gracias a ellas,
ensalzan el sentido del poema, engendran coherencia y cohesión y componen el
cuadro de un paisaje real donde palpita una conciencia dolorida, una vivencia
donde es creado ex-nihilo un actante demasiado humano que, aunque quiere y
debe, no puede y no sabe ser feliz:
Querer-hacer/Deber-hace
Versus
No saber-hacer/No
poder-hacer
La estrofa es representativa de todo el
poema y nos da un sentido semiótico global.
Aunque recuerda la estructura de una
elegía convencional, la primera estrofa es de un estilo muy elevado debido a la
presencia anormal de las figuras de estilo que Momata expone con ingeniosidad.
La intención del poeta es, en primer
lugar, generalizar, implicando al lector que toma por informado o que cree que
comparte su experiencia; y en segundo, enumerar, ensanchar y desvelar el cuadro
de su experiencia vital. Ambos procedimientos generan la elipsis y el derrame
anafórico descrito.
4. Mímesis
La mímesis es un concepto estético. A
partir de Aristóteles se denomina así a la imitación de la realidad como fin
esencial del arte.
A- E1 tema del poema (que se
extiende desde la primera estrofa hasta la última), donde el narrador confiesa
su amarga experiencia (conviene no confundir autor, narrador y personaje),
constituye por sí solo un relato, una diégesis, pese a su forma poetizada y
elegíaca.
Analizando las torturas del
"yo", omnipresente en cada verso, las imágenes de dolor se
reconstruyen de por sí solas. Son emociones introvertidas e indefinidas, pero
bastante agudas para formar un recorrido existencial de un ser que ha amado,
sufrido y que, tras haber sido engañado por la vida, decide escribir su
autobiografía, sin mostrar recelo ni odio, pero sí con pesimismo.
E1 retruécano de la última estrofa lo
resume cruelmente si invertimos el verso:
/Quiero gritar y no puedo
Versus
Puedo gritar y no quiero/
Cada verso del poema deja brotar
explícitamente rasgos descriptivos de la amarga experiencia del narrador,
mediante la profusión de adjetivos, la transcripción de los deícticos y la
pareja tiempo-espacio, que logran plasmar ese estado morboso que la vida ha
infligido al poeta: el tiempo cronológico desvela un carácter voluptuoso y
persistente del poeta, por querer alcanzar metas inaccesibles. El tiempo
psíquico se impone ante el tiempo real: ¿quién hace que las ambiciones del poeta
se revelen al final vanas y utópicas? Y ¿en qué consisten estas?
Es un recorrido existencial pesimista,
cierto, pero hay muchos indicios en el poema que muestran que el tema amoroso,
aunque alusivo, es predominante:
/Fui haciendo camino entre
perfumes y brisas,
entre el amor y el miedo/
El placer, como se sabe, va unido al
dolor, y por eso, tras analizar el poema, he destacado las dos isotopías ya
citadas (Eros/Tánatos - Euforia/Disforia) y que en este apartado (mímesis)
redefino, partiendo de S. Freud y utilizando el gráfico de Hartman, como:
/Principio de placer
Versus
Principio de realidad/
Donde el último regula y controla al
primero, para evitar la degradación y la obsolescencia del “yo”.
Podemos observar en efecto que en el
poema (que es un relato condensado) se desarrolla una lucha cruel entre estos
dos principios:
- empeño en la lucha por
acceder al placer: idiosincrasia, vida de bohemio, literatura, amor y sexo,
amistad, ocio, viajes, salud física y mental y
- frustración en querer
contrariar la adversidad: fracasos en la vida cotidiana, desamparo,
incomprensión, restricciones, destino morboso, enfermedad, pesimismo.
El principio de realidad frustra así los deseos del poeta a tres niveles:
1.
Viajes: estancias en tierras remotas infructuosas;
2.
Profesión: compromisos sociopolíticos y profesionales sin homenaje;
3.
Intimidad: amores contrariados e incomprensión generalizada.
B- El recorrido narrativo es
pues el de la trayectoria de un individuo rebelde e hipersensible al principio,
pero que, a medida que va sufriendo frustraciones, se rinde ante el principio
de realidad:
/Quiero gritar y no puedo,
cuando la voz del orgullo muda se ha quedado (…).
Inútil fue el empeño/.
Ahora bien, al querer quejarse con
delicadeza, el narrador quiere transmitirnos en definitiva unos actos creativos
de pura estética:
- En literatura, amor y odio y muerte son
cosas inherentes al hombre; generan y reactivan el drama de la vida y concluyen
tras ser vencidos por la muerte.
- En filosofía, el arte (aquí la escritura) plasma ese drama de la
vida, lo inmortaliza y eterniza.
- E1 acto poético es por esencia
perenne y transcendental.
Tanatos vence al individuo, pero el
artista toma su revancha y permite a Eros salir victorioso.
Esta visión es explícita en la última
estrofa, donde el poeta, en vez de optar por un acto suicida, recurre a la
solución estoica y metafísica, la del
poeta-filósofo A. de Musset, consagrando así una verdad eterna:
/Quien no ha sufrido y ha perdonado,
no es digno de ser poeta/
C- Como se ha dicho anteriormente,
la personalidad dual del autor (arquitecto y poeta por antonomasia) deja su
sello en el poema; ello se plasma en el temperamento racional e irracional del
narrador: realista (se lo impone el principio de realidad) e impresionista (se
lo impone el ansia de ver sus deseos satisfechos). El autor es un Don Quijote
por ser capaz de discurrir horas y horas sobre un tema fríamente elaborado por
él y por dar rienda suelta a un discurso literario, erótico y metafísico, sin
mostrar señas de indiferencia. Este temperamento se proyecta ineluctablemente
en su obra poética: su formación de arquitecto le impone apremio teórico y
metodológico al transcribir sentimientos y sensaciones, dando como resultado
una autocrítica permanente y lúcida de su quehacer poético; su labor de poeta
quebranta al mismo tiempo esa metodología, viola la lengua para crear un poema
donde brota desnuda la materia prima, la de las emociones y pasiones demasiado
humanas. De allí que lo superficial y accidental de la métrica desaparece como
por arte de magia, para dejar lugar a lo sobrecogedor, lo bello y siniestro,
logrando así traducir las tensiones psíquicas que acometen al narrador. Los
recursos retóricos e idiomáticos están presentes, pero solo sirven de cuadro y
soporte al drama humano, al teatro de la vida, el nuestro en definitiva,
verdadero leitmotiv de la poesía de Momata.
CONCLUSIÓN
Momata, más que innova, imprime a su
texto un estilo inconfundible porque, en vez de describir brutalmente los hechos
en su mediocre realidad, los interpreta para presentárnoslos en su verdadera
desnuda poética. Por eso es sobrio en argumentos y generoso en anécdotas.
Admirable en su narración, domina con maestría y flexibilidad su tarea de
poeta-arquitecto.
Sin duda alguna, obran en Momata
motivos que hacen creer que el escritor es un innato poeta, provisto de unas
excepcionales facultades que logran traducir el acto poético más enigmático y
problemático, el de la elegía. En esta
predomina la sagacidad que es agudeza por intuición, vivacidad de espíritu que
es perspicacia pura en captar la esencia de la poesía como acto primordial e
inaugural.
Perseverante y austero poeta, para
quien el arte nunca fue mera recreación o medio de ganarse la vida, sino una
necesidad vital, una prioritaria a la que antepone las demás, subordinándolas a
ella.
Queda mucho por decir sobre este
fabuloso poeta. Pero basta con leer sus voluminosos poemarios para comprender
que él es, sin duda alguna, el primer poeta hispanófono marroquí, por ser
profundo y exhaustivo y pronto, tras otras publicaciones, uno de entre los
mejores de su tiempo.