Publicado inicialmente en
La Mañana 1996
NOTA
1. Se habla de proceso enunciativo
cuando la lengua es actualizada por un individuo en un acto discursivo
reflejado mediante la deixis y la modalidad.
2. Generalmente este proceso
corresponde a1 esquema de comunicación elaborado por Jakobson y Austin,
respectivamente, las funciones del lenguaje y los actos de habla.
3. En el siguiente poema predominan las
funciones expresiva y conativa y los actos ilocutorio y perlocutorio.
ANÁLISIS DEL POEMA
En el contexto teórico evocado, se
entiende que todo acto discursivo implica una relación conflictiva que opone un
/Yo/ a un /Tú/, con intención implícita o explícita del primero de alterar el
comportamiento del segundo.
Una lectura superficial de nuestro
poema hace destacar tres imágenes enunciativas correspondientes a los tres
tiempos principales del poema:
A-
El imperativo: (del primer verso al cuarto).
El modo imperativo instaura
automáticamente la relación locutor-interlocutor. La primera y la segunda
persona se leen en e1 verbo mismo: un sujeto (el enunciado) da órdenes a otro
sujeto (el enunciatario).
Además de las personas (pronombres), el
verbo establece el tiempo y el espacio, creando así una realidad específica: la
del locutor que exhorta al interlocutor a que realice dos actos:
/dejar de tropezar en piedras y optar por plantar un árbol primaveral. /
EI lector detecta fácilmente la metáfora:
dejar de lamentarse por el pasado, evitar de ver el mundo en negativo y
construir un futuro en positivo/
La metáfora desarrolla aquí dos
isotopías en contrapunto:
Piedra/Árbol;
Tristeza/Alegría;
Odio/Amor;
Infierno/Paraíso.
No obstante, la relación existencial de
los dos interlocutores no es explícitamente definida.
B-
El pasado: (del verso 8 al 26 y del verso 28 al 31).
El pretérito indefinido y e1 imperfecto
son tiempos del relato y no del discurso. Pero aquí en el poema funcionan
curiosamente como deícticos porque la realidad que evocan es "inventada"
durante el surgimiento de la enunciación, o sea: "vista" desde el
presente de indicativo.
En este caso, el imperfecto (13
ocurrencias) permite al enunciador comentar, describir, juzgar, dar duración a
unos acontecimientos que son reales y verídicos, no en el momento en que son
evocados sino en el que ocurrieron, en un tiempo-espacio caduco y cumplido.
El indefinido (14 ocurrencias) tiene
como función inmovilizar los acontecimientos, firmar su ruptura o caducidad con
respecto al presente: los hechos narrados, siendo amargos y traumatizantes (la
historia es la un amor imposible), son evocados como imágenes fijas,
alucinaciones de las que el enunciador quiere desembarazarse inminentemente. Es
quizás la parte más importante del poema: el enunciador narra los hechos en
lugar del narrador; este se transforma en un personaje secundario, en una
simple figura; aquel asume a la vez la narración y el relato. Es una forma de
dramatizar la realidad evocada. Estamos en presencia de un psicodrama o
psicorrelato.
Cabe preguntarse si narrador y
enunciador no forman una sola persona.
C-
El presente: (los versos de 6 a 7, el 27 y los versos de 32 a 36).
El presente de indicativo actualiza y
ubica la enunciación en su memento cero, es decir, momento inaugural que da
arranque a todos los enunciados. La realidad temporal y espacial vivida hic et
nunc. El presente se opone a los demás tiempos que aparecen en el poema como
virtuales: el pasado es meramente evocado mediante signos lingüísticos; futuro
y subjuntivo se articulan sobre el momento de la enunciación para modalizarla
(son variantes del imperativo) y anunciar un devenir deseado por el enunciador.
En cuanto al pretérito perfecto, es importantísimo estudiar su única
ocurrencia:
/Hoy he visto…/ (verso 32)
porque es verdaderamente el tiempo
axial sobre el cual giran los demás tiempos. Su función aquí es la de dilatar
la enunciación para engendrar estados de ánimo precisos de los actantes: el
verbo "ver" implica a la vez una conciencia que "ve" y que
invita a otros a compartir la escena. La mirada de los actantes y la del lector
establecen una relación de complicidad. Conviene definir el pretérito perfecto
como un presente dilatado, conteniendo a la vez el pasado y el futuro porque
establece la retrospección y la prospección de los hechos.
CONCLUSIÓN
El acto ilocutorio del habla y la
función comunicativa logran su objetivo que es, para el poeta, el de cambiar de
vida, optando por un mundo diferente. Vemos cómo con maestría y por el sesgo de
simples palabras (pronombres posesivos, pronominales y tiempos verbales), este
objetivo es alcanzado: la historia de un amor triste se desvanece como por arte
de magia y es remplazada por otro recorrido existencial más agradable y
prometedor.
El poeta cierra así su círculo
hermenéutico, dejándonos un maravilloso poema.
VALORACIÓN.
Este antiguo artículo (pero cuya
modernidad es sorprendente) fue dedicado a un poema atemporal de mi amigo y
colega M. Atimou. Es el resumen de un curso magistral impartido a mis alumnos
de la ENS de Tetuán sobre la enunciación. El objetivo didáctico consistía en
explicarles que había dos formas radicales de analizar un texto en clase: la
tradicional o gramatical (la famosa ficha didáctica con preguntas y tareas) y
la enunciativa o semiótica. Dos niveles donde la misma distribución verbal, y
es aquí el quid de la cuestión, no tiene la misma función. Y como ejemplo,
estudiamos el poema de Atimou.
Les expuse primero la teoría, claro.
Les hablé de la diferencia entre el
lenguaje de la doxa y el de la experiencia vivida. Por ejemplo, entre el nombre
y lo nombrado: la palabra nunca abarca en su totalidad al objeto que describe.
Solo alude a él. Dicho a nivel semiótico, el enunciado o conjunto de enunciados
aparecen o se concretizan gracias a una cierta enunciación, invisible en el
texto (Benveniste habla de "huella de la enunciación"), que los
produce, sin la cual quedarán incomprensibles. El análisis enunciativo consiste
pues en remontar hasta esa huella y hacer su "anatomía". Y al
hacerlo, el texto es tratado como una estructura holística, donde, en vez de
encontrar un sujeto de la enunciación en relación con su objeto, aparecen
múltiples sujetos, enfrentados a múltiples prácticas sociales (Foucault), o procesos
pasionales (Kerbrat Orecchioni) y existenciales (Deleuze).
Así, en nuestro poema, el poeta no es
un sujeto aislado, un soñador marginado y atrapado en su pasado. Es una voz, o
conjunto de voces que enuncian, reproduciéndolas, otras voces, otras tramas,
otras pasiones. Una multitud de intertextualidades.
Actualmente por desgracia muy pocos
profesores y críticos literarios entienden esa diferencia. La mayoría utiliza
el primer análisis donde exponen la temática clásica, es decir, tiempo, espacio
y personajes en el texto y punto. Olvidan que el texto es un pretexto. Un
objeto que involucra a varias instancias discursivas. No sé si eso es buscar la
facilidad o rehuir la dificultad. O las dos cosas. Así, con este análisis, que
debería en práctica ser un comentario preliminar, nunca lograrán llegar a
disecar la "huella de la enunciación", porque simplemente l'arbre
leur cache la forêt.
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