lunes, 8 de agosto de 2011

LECTURA ENUNCIATIVA DEL POEMA "Tropiezo", de Moufid ATIMOU.






 

Publicado inicialmente en La Mañana 1996

 

NOTA

1. Se habla de proceso enunciativo cuando la lengua es actualizada por un individuo en un acto discursivo reflejado mediante la deixis y la modalidad.

2. Generalmente este proceso corresponde a1 esquema de comunicación elaborado por Jakobson y Austin, respectivamente, las funciones del lenguaje y los actos de habla.

3. En el siguiente poema predominan las funciones expresiva y conativa y los actos ilocutorio y perlocutorio.

 

ANÁLISIS DEL POEMA

En el contexto teórico evocado, se entiende que todo acto discursivo implica una relación conflictiva que opone un /Yo/ a un /Tú/, con intención implícita o explícita del primero de alterar el comportamiento del segundo.

 

Una lectura superficial de nuestro poema hace destacar tres imágenes enunciativas correspondientes a los tres tiempos principales del poema:

 

A-  El imperativo: (del primer verso al cuarto).

El modo imperativo instaura automáticamente la relación locutor-interlocutor. La primera y la segunda persona se leen en e1 verbo mismo: un sujeto (el enunciado) da órdenes a otro sujeto (el enunciatario).

Además de las personas (pronombres), el verbo establece el tiempo y el espacio, creando así una realidad específica: la del locutor que exhorta al interlocutor a que realice dos actos:

 

/dejar de tropezar en piedras y optar por plantar un árbol primaveral. /

 

 EI lector detecta fácilmente la metáfora: dejar de lamentarse por el pasado, evitar de ver el mundo en negativo y construir un futuro en positivo/

 

La metáfora desarrolla aquí dos isotopías en contrapunto:

 

Piedra/Árbol;

Tristeza/Alegría;

Odio/Amor;

Infierno/Paraíso.

 

No obstante, la relación existencial de los dos interlocutores no es explícitamente definida.

 

B-   El pasado: (del verso 8 al 26 y del verso 28 al 31).

El pretérito indefinido y e1 imperfecto son tiempos del relato y no del discurso. Pero aquí en el poema funcionan curiosamente como deícticos porque la realidad que evocan es "inventada" durante el surgimiento de la enunciación, o sea: "vista" desde el presente de indicativo.

En este caso, el imperfecto (13 ocurrencias) permite al enunciador comentar, describir, juzgar, dar duración a unos acontecimientos que son reales y verídicos, no en el momento en que son evocados sino en el que ocurrieron, en un tiempo-­espacio caduco y cumplido.

El indefinido (14 ocurrencias) tiene como función inmovilizar los acontecimientos, firmar su ruptura o caducidad con respecto al presente: los hechos narrados, siendo amargos y trauma­tizantes (la historia es la un amor imposible), son evocados como imágenes fijas, alucinaciones de las que el enunciador quiere desembarazarse inminentemente. Es quizás la parte más importante del poema: el enunciador narra los hechos en lugar del narrador; este se transforma en un personaje secundario, en una simple figura; aquel asume a la vez la narración y el relato. Es una forma de dramatizar la realidad evocada. Estamos en presencia de un psicodrama o psicorrelato.

Cabe preguntarse si narrador y enunciador no forman una sola persona.

 

C-   El presente: (los versos de 6 a 7, el 27 y los versos de 32 a 36).

El presente de indicativo actualiza y ubica la enunciación en su memento cero, es decir, momento inaugural que da arranque a todos los enunciados. La realidad temporal y espacial vivida hic et nunc. El presente se opone a los demás tiempos que aparecen en el poema como virtuales: el pasado es meramente evocado mediante signos lingüísticos; futuro y subjuntivo se articulan sobre el momento de la enunciación para modalizarla (son variantes del imperativo) y anunciar un devenir deseado por el enunciador. En cuanto al pretérito perfecto, es importantísimo estudiar su única ocurrencia:

 

/Hoy he visto…/ (verso 32)

 

porque es verdaderamente el tiempo axial sobre el cual giran los demás tiempos. Su función aquí es la de dilatar la enunciación para engendrar estados de ánimo precisos de los actantes: el verbo "ver" implica a la vez una conciencia que "ve" y que invita a otros a compartir la escena. La mirada de los actantes y la del lector establecen una relación de complicidad. Conviene definir el pretérito perfecto como un presente dilatado, conteniendo a la vez el pasado y el futuro porque establece la retrospección y la prospección de los hechos.

 

CONCLUSIÓN

El acto ilocutorio del habla y la función comunicativa logran su objetivo que es, para el poeta, el de cambiar de vida, optando por un mundo diferente. Vemos cómo con maestría y por el sesgo de simples palabras (pronombres posesivos, pronominales y tiempos verbales), este objetivo es alcanzado: la historia de un amor triste se desvanece como por arte de magia y es remplazada por otro recorrido existencial más agradable y prometedor.

El poeta cierra así su círculo hermenéutico, dejándonos un maravilloso poema.

 

VALORACIÓN.

Este antiguo artículo (pero cuya modernidad es sorprendente) fue dedicado a un poema atemporal de mi amigo y colega M. Atimou. Es el resumen de un curso magistral impartido a mis alumnos de la ENS de Tetuán sobre la enunciación. El objetivo didáctico consistía en explicarles que había dos formas radicales de analizar un texto en clase: la tradicional o gramatical (la famosa ficha didáctica con preguntas y tareas) y la enunciativa o semiótica. Dos niveles donde la misma distribución verbal, y es aquí el quid de la cuestión, no tiene la misma función. Y como ejemplo, estudiamos el poema de Atimou.

 

Les expuse primero la teoría, claro.

Les hablé de la diferencia entre el lenguaje de la doxa y el de la experiencia vivida. Por ejemplo, entre el nombre y lo nombrado: la palabra nunca abarca en su totalidad al objeto que describe. Solo alude a él. Dicho a nivel semiótico, el enunciado o conjunto de enunciados aparecen o se concretizan gracias a una cierta enunciación, invisible en el texto (Benveniste habla de "huella de la enunciación"), que los produce, sin la cual quedarán incomprensibles. El análisis enunciativo consiste pues en remontar hasta esa huella y hacer su "anatomía". Y al hacerlo, el texto es tratado como una estructura holística, donde, en vez de encontrar un sujeto de la enunciación en relación con su objeto, aparecen múltiples sujetos, enfrentados a múltiples prácticas sociales (Foucault), o procesos pasionales (Kerbrat Orecchioni) y existenciales (Deleuze).

Así, en nuestro poema, el poeta no es un sujeto aislado, un soñador marginado y atrapado en su pasado. Es una voz, o conjunto de voces que enuncian, reproduciéndolas, otras voces, otras tramas, otras pasiones. Una multitud de intertextualidades.

 

Actualmente por desgracia muy pocos profesores y críticos literarios entienden esa diferencia. La mayoría utiliza el primer análisis donde exponen la temática clásica, es decir, tiempo, espacio y personajes en el texto y punto. Olvidan que el texto es un pretexto. Un objeto que involucra a varias instancias discursivas. No sé si eso es buscar la facilidad o rehuir la dificultad. O las dos cosas. Así, con este análisis, que debería en práctica ser un comentario preliminar, nunca lograrán llegar a disecar la "huella de la enunciación", porque simplemente l'arbre leur cache la forêt.

 

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