Proceso creativo
en
Cartas
a mi madre,
de Narda García Filiberto (1)
Por Ahmed Oubali
NOTA.
Resumen
La escritura epistolar en prosa de Narda
García es una de las más destacadas en la crítica actual en torno a este género
singular. En este artículo se analizará el contenido y la forma de esta
escritura, subrayando dos de los conceptos fundamentales inherentes a este
género, tratados ya anteriormente (2), a saber la mímesis y la catarsis que
siguen brillando por su ausencia en este campo de investigación. Del estudio
anterior se reproducirá solo los aspectos lingüísticos y discursivos
susceptibles de acercarnos a la obra de Narda García.
Palabras clave: poesía, proceso creativo,
mímesis, catarsis.
Résumé
L'écriture épistolaire
en prose de Narda García est l'une des plus importantes dans la critique
actuelle de ce genre unique. Dans cet article, le contenu et la forme de cette
écriture seront analysés, en soulignant deux des concepts fondamentaux
inhérents à ce genre, évoqués précédemment (2), à savoir la mimésis et la
catharsis qui continuent de briller par leur absence dans ce champ de
recherche. De l'étude précédente, seuls les aspects linguistiques et discursifs
susceptibles de nous rapprocher de l'œuvre de Narda García seront reproduits.
Mots-clés:
poésie, processus créatif, mimesis, catharsis.
INTRODUCCIÓN
Grosso modo, la epistolografía es una
actividad literaria que consiste en la escritura de cartas. Por su temática y
su uso del pronombre personal “yo”, la carta se sitúa dentro de la literatura
subjetiva, junto con la autobiografía, las confesiones, el diario, las memorias
y el monólogo. Es un género muy flexible pues hay cartas de todo tipo y de
temática variada, privadas o abiertas y con dos características narrativas
particulares: la correspondencia se realiza entre un emisor y un receptor que
instalan así un proceso interactivo de comunicación verbal y social, pero lo
hacen por separado, es decir, en ausencia de uno de los interlocutores: cuando
el emisor escribe, el receptor está ausente y, al revés, cuando este contesta,
el otro está ausente. La carta es pues un diálogo diferido en tiempo y espacio,
es decir, los mensajes circulan en ausencia de uno de los interlocutores. Esto
hace que las cartas instalen, como bien lo observa Kerbrat-Oricchioni, una
interacción de las más raras:
“On écrit parce qu’on est séparés, en
même temps que pour créer l’illusion qu’on est ensemble” (1998: 15-36).
Son cartas que se diferencian de la
epístola clásica, en el sentido en que esta se caracteriza por un estilo formal
y con contenido didáctico y moral, como lo son los ensayos, o doctrinal como lo
ilustran las epístolas religiosas.
TIPOLOGÍA
Las cartas que escribe Narda García no
son ordinarias ni comunes, sino literarias, porque ofrecen un valor estético y
literario incomparables. En efecto, para que una carta tenga valor literario,
tiene que caracterizarse por dos rasgos distintivos, la literariedad y la
poeticidad, niveles lingüísticos que confieren a una carta una dimensión
estética, en contraste con las cartas ordinarias y coloquiales (Guillén, 1991:
71). Por otra parte, encontramos en la obra de la poeta otros rasgos literarios
que son los de la autobiografía, el diario, las memorias (Lejeune, 1980: 203);
los procesos dialógicos distintivos (Bakhtine, 1999: 248) y los actos de
comunicación interactiva (Austin: 1981) y (Jakobson: 1963).
Todos estos rasgos se articulan y forman
una unidad monologal lingüística coherente y destacada a lo largo del proceso
de la lectura, aunque la poeta recrea
los diálogos por separado, en diferido y con largos intervalos temporales:
“Les
tours d’écriture sont mieux découpés que les tours de parole et ils sont
produits solitairement par le scripteur; rien de comparable à ces “régulateurs”
et autres “réparateurs” de l’oral, qui bien qu’émanant de l’auditeur,
collaborent activement à la construction du tour -le tour d’écriture (la
lettre) est bien une unité monologale, alors que le tour de parole est déjà une
construction interactive” (Kerbrat-Oricchioni, Op. Cit, 32 y ss.).
Por ser cartas abiertas (Pagés-Rangel: 1997), la autora, como los poetas
románticos y simbolistas, expone sus vivencias y visiones del mundo y al
hacerlo, provoca una red catártica en sus lectores quienes, por proyección o
sublimación, comparten las mismas emociones de la poeta. La carta privada deja
de serlo aquí y pasa a ser pública y mundial, como bien lo explica P. Salinas:
"Lo que las diferencia radicalmente es la intención del autor:
intento en ésta de ser para uno, o para unos escogidos pocos, si así lo quiere
el que la recibe. En aquélla, intento de hacerse pública, de alcanzar a todos,
sin distingos", (2002: 255).
Es decir, detrás de este proyecto de
exponer las cartas al público y de ponerlas en escena, se oculta una intención,
la de invadir otros espacios, personales e íntimos, que son los de los
lectores, instalando ese mecanismo catártico entre ellos, con el objetivo de
compartir emociones, buscar apoyos y reconocimiento por los logros alcanzados
en la labor de esta singular escritura.
Y Narda García logra esta meta con
agallas ya que el tema personal contenido en sus cartas, las evocaciones y los
recuerdos que guarda de la madre fallecida, pasa a ser universal, compartido
por mimetismo por todos aquellos que perdieron a su amada madre. La autora lo
logra porque "escenifica" esas evocaciones, hecho que hace que el
lector tenga la impresión de estar hablando con un ser querido que ya no está,
abstracción hecha sobre los detalles familiares.
Fue Maingueneau (1998: 57-60) quien
teorizó sobre este importante concepto de “escenografía epistolar”,
refiriéndose a la escena de enunciación en las cartas abiertas, donde el
receptor no es el destinatario real, sino el público mismo:
“Quand la lettre privée devient scénographie d’un genre
du débat public, elle n’exploite évidemment pas toutes ses virtualités, mais en
privilégie certaines, en fonction de son positionnement idéologique et de la
scène générique à laquelle elle est associée”.
TEMÁTICA
Son cartas abiertas redactadas en un
estilo literario claro, conciso y preciso y con un alto componente emotivo o
catártico y con un nivel narrativo o mimético. Narda mantiene una larga y rica
correspondencia con su madre fallecida. Lo hace con una incomparable prosa
poética, desgarradora y conmovedora, sin duda para superar esa pérdida. Son
cartas pues llenas de amor y ternura. Impresionan, conmueven, captan la empatía
del lector y atraen la atención del público sobre un tema particular, el de la
desaparición de un ser querido, que no deja a nadie indiferente (3).
ANÁLISIS
DE CONTENIDOS
Por falta de espacio, comentaré de forma
muy breve algunas cartas representativas del conjunto, bajo el prisma de dos
componentes, el mimético y el catártico.
A- Componente
mimético
El esquema epistolar "imita",
aunque en miniatura, la estructura narrativa de una novela, en el sentido en
que la definen Greimas (1988) y Genette (1972), respectivamente con el modelo
actancial y con las instancias enunciativas. La carta arranca siempre como un
relato: tiene un inicio, la exposición y el argumento de los hechos, la
descripción, el desarrollo de los temas y un desenlace, feliz o infeliz. La
única diferencia respecto del relato ficcional, es que las cartas contienen hechos
reales conocidos por los interlocutores que narran libremente la historia de
sus relaciones, la suspenden un tiempo o la cortan sin más. Aun así, estos episodios (esparcidos en tiempo y
espacio) recuerdan los capítulos de una novela y constituyen verdaderos
recursos narrativos.
Como ya se ha dicho, la narración está
en primera persona “yo”, en interlocución con la segunda persona “tú”, como en
una conversación, cosa que da más credibilidad y verosimilitud y mayor grado de
acercamiento al lector quien, en caso de las cartas abiertas, se siente
involucrado en la trama.
En sus “Cartas a mí madre”, la escritora
y poeta Narda García desafía a la muerte manteniendo conversaciones con su
madre fallecida, como si lo irreparable no hubiera sucedido. Dice así:
“quiero imaginar que seguimos conversando
como aquellas noches […] viendo programas televisivos, hablando de libros y de
poesía”; “... hablábamos hasta casi asomarse la aurora, y hoy quiero conversar
de nuevo contigo...”; “hoy quiero que fluya, lo que se venga a mí memoria con
la emoción que acompañe esas imágenes”.
Además de estos pocos y aislados
ejemplos, son muchos los que nos muestran que la poeta recuerda con gran
emoción entrañables vivencias compartidas tanto recientemente como en el
pasado, escenas donde madre e hija asisten a fiestas y ferias, realizan viajes
inolvidables, haciendo senderismo y mil cosas, unidas por un inquebrantable
cariño. Las cartas nos describen a una madre ejemplar y maravillosa, tan
solícita y protectora que le oculta a su niña adorada cualquier hecho que la
pudiera entristecer. Y la poeta no encuentra mejor testimonio que resuma su
afecto materno como esta declaración:
“no hay alma más acompasada con la de uno que el alma de su madre, tú
eres la mía, madre […] Gracias por tanto amor, por tanta vida a mi lado”.
Narda García no endosa negativamente la
muerte de su madre para encerrarse en una melancolía destructiva ni sufre en
silencio la soledad en que la ha dejado la difunta, pese al desarraigo que
supone esta pérdida en su vida. Al contrario, nos deja un testimonio que, a
través de textos íntimos, desgarradores y conmovedores, muestra su voluntad de
seguir adelante y su deber de mantener inalterable el recuerdo de la
extraordinaria vida de una madre ejemplar. Y lo hace con un talento profundo y
fuerte, ameno y cautivador que no solo nos invade el corazón sino que también
nos conquista el alma porque, a través de su madre, es nuestra propia relación
con nuestros padres que está implicada.
B- Componente
catártico
La catarsis es el arte o la facultad que
tenemos de purificar nuestras emociones y pasiones, al verlas proyectadas en
los personajes de una obra literaria, como bien lo entendió Aristóteles (García
Yebra: 1974), mucho antes de S. Freud (1997) y de Laplanche, J. y Pontalis
J.-B. (2004), quienes hablan de sublimación y de psicodrama. La literatura
(escrita o leída) resulta ser pues una de las mejores formas de exorcizar
nuestras emociones y pasiones. La función catártica emerge al escribir/leer y
dura en todo el proceso. Es la mejor terapia mediante la cual extirpamos y
exorcizamos esos vicios y esas pasiones.
Al leer las cartas de Narda García nos
damos cuenta que cada narración contiene una carga emocional explosiva
diferente y que en su conjunto abarcan todas las pasiones imaginables que
encontramos en la novela o en la vida real: amor, angustia, dolor, placer,
temor, compasión, repulsa, lujuria, espanto, tristeza, etc.
A través de la mímesis, imitamos y
"repetimos" acontecimientos y al hacerlo nuestra afectividad asume
las reacciones, en lo positivo como en lo negativo. Así, todo lo que hacemos,
en acciones como en creencias, lo hacemos por imitación y la catarsis consiste
en interiorizar o sublimar estas acciones o creencias.
1- Aspectos
pragmáticos: las marcas lingüísticas de la catarsis
La estructura textual de cada carta,
como ya vimos, es conversacional ya que involucra a dos personas (yo/tú)
-además de la implicación del lector cuando las cartas están abiertas como las
que expone la poeta- que intercambian en la distancia sentimientos, emociones e
ideas, constituyendo así una interacción social que, para “palparla”
concretamente, convoca un análisis pragmático y no frástica: los interlocutores
se saludan, se interpelan, comparten pasiones, ríen, lloran, se aman y al final
se quedan solas.
Las marcas lingüísticas de la
enunciación son visibles en el texto de cada carta: el “yo-aquí-ahora” del
emisor en contraposición al “tú-allí-luego” del receptor. Sabemos quién
escribe, cuándo, dónde y a quién, y esto dota a la correspondencia de una
cohesión sólida, gracias a los deícticos y los conectores espaciotemporales, y
una coherencia interna perfecta en cuanto a los temas tratados, ello gracias a
las anáforas, las catáforas y las isotopías (Van Dijk, 1996: 290).
Partiendo de la terminología de J. L.
Austin, notamos que las cartas empiezan siempre con actos de habla que el
emisor emplea para dirigirse al destinatario, creando así un escenario
dialógico con estrategias determinadas: interpelar, captar interés, comentar un
sentimiento particular, solicitar algo, rogar, convencer, disuadir, exigir una
respuesta, elogiar, condenar, etc.
Siendo este un campo de estudio muy
amplio, expondré aquí solo la función semiótica de los vocativos,
representativa del conjunto.
El vocativo y sus expresiones se
construyen con pronombres personales o grupos nominales que se usan para
dirigirse a alguien para saludarle, solicitar una respuesta, generar una
situación o pedir u ordenar algo. En teoría estos vocativos se definen como
apelativos, exclamativos o interrogativos, de mandato o de ruego y en general
son axiológicos.
He aquí algunos ejemplos:
- Vocativo con expresión apelativa
afectiva: la carta arranca siempre con un entrañable “Querida Madre” y concluye
con una despedida llena de ternura: “Te quiero mucho, mamá; te amo; tuya para
siempre”.
- Vocativo con expresión de
argumentación: “Recuerdo muchas cosas, ¿sabes, mamá?, aunque no podré
plasmarlas todas en el texto”; “espero que...; es mejor que...; no creo
que...”.
- Vocativo eufórico/disfórico: “me
alegra mucho saber que”; “lamento decirte que”; “¿sabes que ya no más? Siento
decepcionarte, estoy haciendo esfuerzos para abrazarme a ella nuevamente como
me lo pediste...”.
- Vocativo con expresiones que
incluyen una forma verbal en imperativo: “escúcheme; dime; mira; fíjate...”.
- Vocativos con concesiones para
enaltecer al interlocutor: “como ya sabes, sé que tienes todo... Sé bien que no puedes leer, ni en el cielo hay
internet, pero hoy que mis brazos vuelven a obedecerme: quiero escribirte y
aunque deba andar cual remedo de espantapájaros al que nadie mira ni siente,
soy feliz por elegirme a mí, no podía ser de otra manera, mi amada Madre, tenía
que ser yo”.
- Vocativos interrogativos:
“¿sabes que...?; ¿Sabías que...? ¿Qué más recuerdo?, muchos momentos, todos se
vuelcan como una avalancha de imágenes, en este momento, todos viene para
agudizar más mi soledad y el frío que se siente con tu ausencia.”
- Vocativo para cambiar la
actitud del receptor o de influir en su conducta: "Por favor, te ruego
que..."
- Vocativo para solicitar
confirmación: “¿no crees que...? ¿No te parece que...?”
2- Aspectos
formales: el plano morfosintáctico.
Desde el punto de vista morfosintáctico,
observamos un rasgo relevante, el de la profusión de formas verbales, más
concretamente, de formas verbales con significado de movimiento, con objeto de
instalar a los dos principales personajes de las cartas que evolucionan en el
tiempoespacio como lo harían los de una novela. Prevalece también el empleo del
adjetivo que permite la descripción y el anclaje del contexto particular a cada
carta. La sintaxis es nítida y controlada, dada la formación académica de la
autora. Se evitan voluntariamente subordinaciones complicadas, privilegiando el
uso de oraciones simples, constativas y atributivas con giros retóricos
limitados. Respecto al plano léxico-semántico, abundan las figuras de estilo,
en particular la metáfora, como bien lo muestran los campos semánticos
comentados.
El leitmotiv principal es el que remite
al deíctico hiperónimo ‘tiempo’ que desarrolla una serie de isotopías
concomitantes del tipo ‘ayer’, ‘hoy’, ‘antes’, ‘después’, ‘a comienzo de’, en
oposición a otros conectores espaciales de tipo ‘casa’, ‘feria’, ‘jardín’ y
‘biblioteca’. Otros hipónimos derivados de estas isotopías son los de ‘mañana’,
‘noche’, ‘momentos’ y ‘horas’, entre otros.
En cuanto a los casos de reformulación
lingüística como modos de literariedad destacaré solo algunos ejemplos:
- Construcción parafrástica o explicativa: "a saber...; "es
decir"; "me refiero a...; "lo que viene a ser lo mismo".
- Construcción rectificativa y reconsiderativa: "mejor dicho...;
"más bien..."; "en otras palabras...".
- Construcción recapitulativa: "en resumidas cuentas; "por ser
breve"
- Empleo sintáctico voluntariamente incompleto: "ya sabes a lo que
me refiero..."; "...etc."
- Relativas no normativas: sustitución de "a quien" por
"a la que"; "en el que", "en que".
- Uso de participio absoluto: "Terminada la visita, pasamos al
salón..."
- Empleo con futuro de subjuntivo: "Sea lo que fuere...";
"salga lo que saliere".
CONCLUSIÓN
Las cartas que acabamos de comentar son
conmovedoras e inspiran compasión e empatía. Nada que ver con las cartas
administrativas de contenido frío e indiferente ni con las cartas amistosas de
contenido artificial. Las de Narda García retratan relaciones apasionadas
llenas de dolor, pero también de belleza y armonía espiritual. Hay en ellas
claridad expositiva y sencillez expresiva. La poeta logra conmover al lector
porque narra acontecimientos reales y expresan sentimientos que brotan de su
alma y al hacerlo, alcanza, por su estilo sobrio y fervoroso, niveles estéticos
insuperables, mediante las metáforas y las descripciones agudas que utiliza. Un
verdadero placer de lectura, (Barthes: 1974)
NOTAS
1)
Contenido
recuperado del blog personal de la autora: http://nardagarciapoet.blogspot.com/
2) "Mímesis y catarsis en la
escritura epistolar". Contenido disponible en el portal de Academia.edu:
https://www.academia.edu/48836207/M%C3%ADmesis_y_catarsis_en_la_escritura_epistolar
(3) Conviene leer su primera obra poética, titulada Dicotomía, para apreciar la escritura de esta original poeta. El libro contiene 36 poemas en los que al igual que la vida misma se plasman las emociones humanas más diversas, tanto las alegrías como las tristezas, la dureza del alma como el amor que la envuelve. La poeta aborda la poesía de forma positiva. Si muestra la herida, también muestra la esperanza y el resurgir del ser. Su poesía se desplaza por las emociones del ser, pero también por la sensibilidad a la naturaleza, a lo metafísico, abarcando todos los aspectos, de ahí que el título de la obra resume el transcurrir de sus escritos, por esa dualidad que se presenta en cada poema y en todo el libro, como en su misma sensibilidad.
BIBLIOGRAFÍA
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Jakobson, R. (1963): Essais
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Kerbrat-Oricchioni, C. (1998): “L’interaction
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___ (1992): La ciencia del texto. Un enfoque interdisciplinario. Barcelona:
Paidós.
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