miércoles, 16 de septiembre de 2015

UNA MIRADA CRÍTICA SOBRE CHIVOS EXPIATORIOS, DE AHMED OUBALI






UNA MIRADA CRÍTICA SOBRE 
CHIVOS EXPIATORIOS,
                              DE AHMED  OUBALI 

                                                       Por Azeddine ETTAHRI 1



Entre los fenómenos literarios que han marcado el panorama cultural marroquí en estos últimos decenios sobresale la "literatura marroquí en lengua española". Se trata de un fenómeno relativamente reciente que consiste precisamente en que algunos marroquíes, al igual que sus homólogos en francés, han decidido escribir y publicar sus creaciones literarias en la lengua de Cervantes. Es cierto que esta literatura no cuenta, hasta el presente, con ningún Tahar Ben Jelloun ni Driss Chraibi, pero no menos cierto es que hay escritores que son mucho más conocidos en España que en el mismo Marruecos: Mohamed Chakor, Mohamed Bouissef Rekab, Mohamed Lahchiri, Abderrrahman El Fathi, Ahmed Oubali, entre otros.

 

Antes de entrar de lleno en materia y acercarnos al libro que nos ocupa Chivos expiatorios y otros relatos (2, 3) de este último autor, me interesa comentar brevemente dos hechos: el primero tiene que ver con la conveniencia de hablar de una "literatura" o simplemente de una "escritura", y el segundo tiene relación con el hecho de que unos marroquíes hayan optado por valerse de la lengua castellana para escribir obras literarias.

 

Lejos de considerar con algo más de detalle los debates y las charlas repetidas que tomaban, en la mayoría de los casos, un cariz polémico acerca de la pertinencia o no de hablar de literatura marroquí en lengua española, creemos que es de justicia llamar a las cosas con su nombre, ya que la escritura es una cosa y literatura es otra. Por supuesto que la escritura lo engloba todo: filosofía, historia, investigación, prensa, ensayos, en fin varios campos y disciplinas; pero hay que llamar, como dicen, al pan, pan y al vino, vino.

 

De lo que no cabe la menor duda, en el día de hoy, es la existencia de esta literatura, puesto que en cualquier parte del mundo se habla de literatura cuando se habla de tres puntos esenciales: primero, una extensa y vasta producción de obras que abrazan la mayoría de los géneros literarios (cuentos, poesía, novelas…); segundo, un grupo de creadores que se expresa con un estilo propio; y tercero, una recepción crítica de tales producciones.

 

Indudablemente, la literatura marroquí en lengua española cumple enteramente con estos puntos señalados. Ya contamos con verdaderas producciones literarias, con creadores y ya hay una crítica literaria. Sea como fuera, y en palabras del catedrático Aziz Tazi: “hay que tomar en cuenta que el lector es soberano para aceptar o rechazar esa o aquella producción (…). La complicada operación de la lectura (…) requiere mucha preparación, mucho tacto y mucha intuición literaria. Ni todo el que escribe es buen escritor ni cualquiera que lee es buen lector.”(4).

 

El segundo hecho que quería comentar tiene relación con la herramienta lingüística utilizada para escribir esta literatura. Igual que ocurrió en varias ocasiones con los marroquíes que escriben en francés, a nuestros autores en lengua española se les venía preguntando, desde el principio, el porqué de escribir en español y no hacerlo en árabe. La respuesta se dio en el primer coloquio internacional celebrado en Fez acerca de la literatura marroquí de expresión española: “La lengua española la entendemos, la hablamos y la escribimos.” (5). Desde luego, estos autores han optado por la lengua que dominan más, que aman, y que les permite expresarse sin ninguna dificultad. Algunos señalan que “a pesar de hablar y escribir sin problema en árabe y en francés, cuando se trata de la creación solo [pueden] hacerlo en español.”(6). Pero sin extendernos mucho sobre este cariz, creemos, citando al catedrático Abdellatif Limami, uno de los primeros críticos en haberse ocupado de este fenómeno, que

“cada uno tiene el derecho legítimo de sentir una especial proximidad y atracción por un idioma determinado.” (7). Por lo tanto, “obligar a alguien a que utilice tal idioma en vez de otro para crear, significa, sin lugar a dudas, el desmantelamiento de una vocación artística.” (8).

 

Tras estas palabras que dejan diáfanos los puntos en torno a los cuales se ha gastado mucha tinta en los últimos lustros sobre esta literatura, vamos a asomarnos al mundo literario de Ahmed Oubali, figura determinante del hispanismo marroquí, que es la vez catedrático, escritor, crítico e intérprete de conferencias, que ha consagrado gran parte de su vida al español.

 

En la primera solapa del libro Chivos expiatorios y otros relatos se informa que el autor fue licenciado en tres ramas: Filología española, Traducción, y Periodismo. Es Doctor desde 1990 por la Universidad Rennes II de Haute Bretagne (Francia) en la que defendió su Tesis Doctoral titulada LES AVATARS DU SENS DANS LA TRADUCTION DU QUICHOTTE, una crítica histórica sobre las traducciones francesas del Quijote.

Entre sus numerosas actividades académicas cabe destacar comunicaciones, cursos, seminarios y conferencias impartidos en español, francés e inglés tanto en universidades nacionales como internacionales.

 

Ahmed Oubali es miembro de la Asociación de Escritores Marroquíes en Lengua Española (9), pues desde hace dos décadas lleva publicados unos cuarenta relatos en español y unos sesenta en francés, todos ellos dedicados al ambiente etnográfico marroquí. Nuestro escritor cuenta, sin lugar a dudas, con una trayectoria que no es posible ni definir ni delimitar aquí.

 

Su libro que nos ocupa Chivos expiatorios y otros relatos se compone de once cuentos que llevan los siguientes y cuán significativos títulos: “Chivos expiatorios”; “Carnaval de serpientes”; “Gusano entre fresas”; “Cita con la muerte”; “El diablo de las Hespérides”; “Las pateras de la muerte”; “Venganza seropositiva”; “Amor aéreo”; “El obseso”; “La bolsa escarlata” y “Distorsión del tiempo”.

 

En Chivos expiatorios, el guía Munir Benhayún y la turista Alicia Trafalgar protagonizan este relato que tiene un desenlace trágico. Alicia, cansada de su marido inválido, el muy conocido multimillonario catalán Álvarez Planells se propone asesinarle para quedarse con su colosal fortuna. Para ello piensa en un crimen perfecto. Ayudada por su amante Hasán, va en busca de un guía simulando interesarse por las excursiones. Escoge a tal Munir, como chivo expiatorio, el que endosaría el asesinato de su marido. Le promete dinero, sexo e inmigración legal. Le invita a casa, fingiendo necesitar su compañía. El guía no sabe que los dos amantes se proponen dispararle a quemarropa y “maquillar” luego el crimen: pasar al dormitorio y asestar al marido inválido un culatazo mortal con el busto que está sobre la chimenea; después limpiar el arma, imprimir las huellas de Munir en el busto; situar su cadáver en la habitación de su marido y forzar la cerradura de la puerta trasera para que la policía pensase en un robo con fractura. Pero las cosas no siempre salen como uno quiere. Al llegar intempestivamente Munir a casa se enfrenta con Hasán y los dos inician una feroz lid, y como en las películas, el amante se endereza pronto, pasa el cuchillo en su mano izquierda y alcanza al guía en la pantorrilla derecha, pero este, en vez de gritar de dolor, se echa atrás, topa con una silla y la coge para defenderse. El amante se abalanza entonces como un toro sobre él y ambos reanudan la lucha. En ese momento aparece Alicia con la pistola en la mano, alocada por lo que ven sus ojos. El inválido, curioso, participa en la escena macabra. En un momento muy corto todos se sienten traicionados, cada uno a su modo: Alicia ve su plan desmoronarse como un castillo de naipes; el amante termina con el cuchillo hincado en el pecho; Munir se siente en sus últimos instantes profundamente despreciado y engañado y el marido inválido intenta encontrar una respuesta a aquella tragedia. Alicia dispara indistintamente. Hay tiroteo. Caen todos muertos. Reconstruir aquellos hechos en su cronología será una verdadera apuesta para la policía.

 

En Carnaval de serpientes se narra un ataque inexplicable de serpientes cuya mordedura tiñe de pavor un poblado. En este relato la muerte protagoniza sus tramas y acciones.

Gusano entre fresas se desarrolla en torno a la conducta de Selam/Elías, cuya lasciva presencia se desdobla para satisfacer sexualmente a las gemelas Yamila y Firdaus, buscando como finalidad la fortuna de ambas hermanas.

 

Cita con la muerte narra la historia de una joven, Firdaus Diouri, que se vio utilizada y después víctima del desprecio de su novio, al que solo le importa el dinero. En su camino hacia el suicidio, Firdaus conoció a un joven español, Rodrigo Santander, que logró salvarla de la muerte.

 

En El diablo de las Hespérides se relata la historia de Si Mohand, un viejo héroe de la Guerra Civil española que busca venganza por resentimiento.

 

El protagonista del relato Las pateras de la muerte narra su viaje a España en la patera. El joven, que pese a sus diplomas, se encontró sin dinero ni trabajo ni familia. En su odisea, una enorme ola ahogó la patera, donde únicamente se salvó el protagonista y una joven llamada Hayat.

 

La historia de Venganza seropositiva gira en torno a Saída, una joven víctima del sida y de muchos ultrajes que la indujeron a la prostitución. Saída esgrime toda una estrategia hábilmente estudiada para vengarse y contagiar el sida a todos los que abusaron de ella.

 

Amor aéreo tiene como tema central el amor que surgió entre las tres parejas que viajaban de Madrid a Marrakech, especialmente entre una española, Aurora Gómez, y un marroquí, Adel Sekal, relato que sorprendería a los que no creen en el matrimonio mixto.

 

El obseso cuenta la historia de Abdeltif, que sospecha que su mujer lo engaña con sus amigos y programa su envenenamiento. Pero al final, muere envenenado a causa de su obsesión irracional.

La bolsa escarlata es el hilo conductor del relato que lleva este nombre. Un heredero asesina a todos los demás para quedarse con el pastel.

 

En Distorsión del tiempo, último relato, Nadia encuentra su equilibrio personal gracias a la ayuda del doctor Ubaldia que, mediante el psicoanálisis, logró desterrar un pasado siniestro donde fue asesinada la madre de Nadia.

 

Estas son, a grandes rasgos, las historias que nos cuenta Ahmed Oubali en su libro Chivos expiatorios y otros relatos, compuesto de once cuentos de excelente nivel literario, cuyas tramas logran captar desde las primeras líneas la atención del lector. Dichos cuentos no han dejado de asombrar a los lectores por su capacidad de emocionar y su constante cuestionamiento del mundo, la vida, la muerte y todo lo humano, además de su impecable tratamiento estético-literario.

 

Los títulos están estrechamente vinculados con la estructura del relato y vienen a sintetizar el contenido de las acciones que se cumplen en estos relatos.

Ernest Hemingway, uno de los grandes maestros del cuento en el siglo pasado, decía que un buen relato debe ser como un iceberg; lo que se ve es siempre menos que lo que queda oculto bajo el agua, y otorga intensidad, misterio y significación a lo que flota en la superficie.

Los cuentos de nuestro libro cumplen con dicha premisa, pero también se sustentan en una afirmación que hace el autor en unos de ellos. Y así es al menos en su territorio literario: relatos abiertos, nada previsibles, donde lo que está más allá de las historias que se cuentan ‒siempre apasionantes‒, el enigma que hay que desvelar, subyace a lo escrito; donde en cada uno de ellos hay una figura inscrita en la trama del tapiz que hay que descubrir, una figura en la que realidad y ficción se imitan una a la otra.

Los contenidos de estos cuentos giran en torno a temas tan variados y heterogéneos como la astucia, el engaño, la traición, la muerte, la emigración con sus aciagos desenlaces y también como deseo frustrado, el contacto y la convivencia con los españoles, la venganza, la obsesión, el asesinato, la mujer como objeto sexual, el amor configurado en la sexualidad, siempre presente, en varias de sus dimensiones.

 

Estamos, por tanto, ante temas tan múltiples que nuestro autor, con una capacidad de imaginación tremenda, nutrida además por un cúmulo de vivencias, recuerdos, lecturas y experiencias, sabe invertir asombrosamente en su creación literaria. De este modo, las narraciones de Oubali poseen la capacidad de comunicar con el lector aquello que más preocupa al ser humano.

Pese a que sus cuentos laten una suerte de tristeza y de desgarramiento ante los problemas que sufre el ser humano, al final de sus cuentos, parece casi siempre una salvación, una solvencia de los problemas y, por ende, una esperanza de un mundo mejor (léase por ejemplo Cita con la muerte, Las pateras de la muerte o Distorsión del tiempo).

 

La acción de los once cuentos transcurre en varios lugares, lo cual ofrece una dinámica particular. Las ciudades de Larache y su castillo de Las Cigüeñas, Tetuán con sus calles bulliciosas, Tánger, Rabat, Marrakech, Madrid, entre otras, están presentes en estos relatos; junto a protagonistas marroquíes y españoles (Munir, Alicia, Aurora, Adel, Firdaus, Rodrigo…), fusión de la convivencia entre españoles y marroquíes, que el autor quiso reflejar en su libro. Se trata de personajes mixtos que, por unas circunstancias o por otras, están asomados a dos culturas, a dos religiones y a dos formas diferentes de ver la vida y de enfrentarse a ella.

 

En el aspecto de los personajes, convendría señalar un cariz que me parece digno de ser mencionado, a saber la gran capacidad que tiene Oubali de instalarse en la interioridad de sus personajes, especialmente los femeninos. A la pregunta de por qué ese interés por los personajes femeninos, nuestro escritor contesta de la siguiente manera: “Los sentimientos y las pasiones son más profundos en la mujer. La fascinación que ella ejerce y el sufrimiento que vive son superiores a los del hombre” (10). En otra parte, añade: “insisto mucho sobre el componente psicológico y social para dar rienda suelta a las fuertes emociones” (11).

 

Los espacios aparecen asociados con las acciones de los personajes y sus comportamientos. Son frecuentes las descripciones que suelen limitarse mayoritariamente a describir los personajes, que juegan un papel decisivo en el desenlace de los cuentos. Si nos fijamos en cada uno de estos personajes y sus acciones, encontramos las claves de los relatos, partiendo de las descripciones y características dadas por el autor y algunas frases por ellos mismos expresadas.

Existen, según el crítico francés Gérard Genette, cuatro modos fundamentales del movimiento narrativo: la elipsis, la pausa descriptiva, la escena (el diálogo) y el resumen (el sumario). Los cuentos de Ahmed Oubali son una especie de dichos cuatro modos sobre los que se apoya lo que nuestro autor llama “hechos imaginados [que] solo son inteligibles si las palabras lo son también” (p. 12). En este mismo sentido, Oubali agrega diciendo: “Creo que lo que leemos en literatura es puramente ficticio e imaginario, porque la ficción remite a las palabras y estas, a aquella, y porque el relato nunca reproduce los hechos reales o vividos, sino que los produce lingüísticamente.” (p. 12).

Lo que llama la atención en los cuentos de Oubali, desde el principio, es el dominio de todos los recursos del oficio de escribir: el lenguaje, la técnica, el juego de las perspectivas, la focalización, la estructura simétrica, sobre todo, la apertura al misterio, con toda naturalidad, desde una realidad cotidiana que todos conocemos.

 

En Chivos expiatorios y otros relatos se combina un excelente conocimiento del idioma que, con una excelente formación como la que tiene Oubali en el ámbito del lenguaje, pone de manifiesto un distanciamiento claro con los demás creadores marroquíes que escriben en castellano. El idioma de nuestro autor es un idioma tan rico y tan amplio, es una herramienta realmente muy trabajada, más elaborada, más libresca y literaria, siguiendo al pie de la letra el consejo del argentino Julio Cortázar que solía decir en sus últimos días:

“Si tienes alguna cosa que decir y no la dices con el exacto y preciso lenguaje con que tiene que ser dicha, pues, de alguna manera, no la dices o la dices mal”.

Ahmed Oubali se vale de expresiones que solo puede utilizar un nativo o alguien que haya conseguido un dominio tal del castellano y que haya vivido tanto con los españoles como para poder formular expresiones del tipo:

- “¡Historias de fantasmas! Bobadas. ¿Acaso estamos en la Edad Media? Esta historia es pura patraña. ¡Vaya tela!, dejaros de boberías… De nada sirven estos potingues y ungüentos… Tenemos que buscar a un asesino de carne y hueso que nos tiene a los españoles entre dientes.” (pp. 78-79).

- “Yo creo que es tan verdad como el Evangelio, exclamó enfadado el sereno del Castillo, luego añadió: ¿Y qué me dicen de las Hespérides que tenían el poder de inmortalizar con sus filtros a los humanos (…) o de aquellas santas que tuvieron el poder de transformarse en cigüeñas, cosa que dio el nombre al Castillo? No son leyendas, señores.” (p. 79).

 

A través de Chivos expiatorios y otros relatos nuestro autor llegó a enriquecer la lengua de que se había valido para crear, con nuevos temas y nuevas dimensiones expresivas y culturales absolutamente insospechadas en creaciones de nativos. Su narración es, evidentemente, de una indudable calidad en que estilo, estructura y naturaleza de los temas se conjugan perfectamente y de manera armoniosa. Con este libro, nuestro autor ofrece a los amantes de la literatura un espacio privilegiado para “distraer, entretener, encantar, manipular caracteres, desviar, impresionar mediante la magia de un lenguaje que ha de mejorar y reinventar sin cesar, invitar al viaje, seducir, quizás…” (p. 15).

Ahmed Oubali se nos viene a situar de golpe como uno de los mejores cuentistas marroquíes en lengua española. La jugada maestra ha sido Chivos expiatorios. Con otros relatos arriba citados, el autor ha repetido muchas jugadas.

 

Para terminar, quiero decir que el presente artículo es un acercamiento o un botón de muestra del libro Chivos expiatorios y otros relatos que, en realidad, muchos otros de sus componentes básicos merecen ser analizados y estos serán el objeto de un próximo artículo. 


Notas:
1 Profesor titular de español  como Lengua Extranjera en Secundaria. Licenciado en Estudios Hispánicos por la Facultad Pluridisciplinar de Nador y Máster en Cultura Hispánica y Comunicación por la Universidad Abdelmalek Essaadí de Tetuán. Doctorando en Lingüística Aplicada al Español en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de Agdal-Rabat.
2 Utilizo aquí la primera edición: Ahmed, Oubali: Chivos expiatorios y otros relatos, Diputación de Cádiz, Fundación Dos Orillas, 2009. Conviene señalar también que este libro se reeditará pronto en España con modificaciones leves en el texto hechas por el autor.
3 Las referencias entre paréntesis en este artículo corresponden a esta misma edición de 171 páginas.
4 Aziz, Tazi: "Análisis crítico general. Género poesía", in Manuel, Gahete, et ál.: Calle del Agua. Antología contemporánea de literatura hispanomagrebí, Madrid, Ediciones Sial, 2008, p. 84.
5 AA. VV.: Escritura marroquí en lengua española, Fez, Facultad de Letras, Dhar El Mahraz, 1998, p. 13.
6 Marta, Cerezales, Miguel Ángel, Moreta y Lorenzo, Silva: La puerta de los vientos. Narradores contemporáneos marroquíes, Barcelona, Ediciones Destino, 2004, p. 18.
7 Abdellatif, Limami: "Análisis crítico general. Género narrativa", in Manuel, Gahete, et ál.: Op.Cit., p. 52.
8 Ídem.
9 La AEMLE es la primera asociación marroquí de escritores en lengua española. Fue creada en 1997 con el propósito de difundir la literatura marroquí de expresión española y que se escuche la lengua de Cervantes en todos los encuentros donde participe la AEMLE.
10 Véase la entrevista al escritor Ahmed Oubali, por Paloma Fernández Gomá, escritora, crítica literaria y directora de la revista intercultural Tres orillas.

11 Ídem.


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