UNA MIRADA CRÍTICA SOBRE
Por Azeddine ETTAHRI 1
Entre los fenómenos literarios que han
marcado el panorama cultural marroquí en estos últimos decenios sobresale la
"literatura marroquí en lengua española". Se trata de un fenómeno
relativamente reciente que consiste precisamente en que algunos marroquíes, al
igual que sus homólogos en francés, han decidido escribir y publicar sus
creaciones literarias en la lengua de Cervantes. Es cierto que esta literatura
no cuenta, hasta el presente, con ningún Tahar Ben Jelloun ni Driss Chraibi,
pero no menos cierto es que hay escritores que son mucho más conocidos en
España que en el mismo Marruecos: Mohamed Chakor, Mohamed Bouissef Rekab,
Mohamed Lahchiri, Abderrrahman El Fathi, Ahmed Oubali, entre otros.
Antes de entrar de lleno en materia y
acercarnos al libro que nos ocupa Chivos expiatorios y otros relatos (2, 3) de
este último autor, me interesa comentar brevemente dos hechos: el primero tiene
que ver con la conveniencia de hablar de una "literatura" o
simplemente de una "escritura", y el segundo tiene relación con el
hecho de que unos marroquíes hayan optado por valerse de la lengua castellana
para escribir obras literarias.
Lejos de considerar con algo más de
detalle los debates y las charlas repetidas que tomaban, en la mayoría de los
casos, un cariz polémico acerca de la pertinencia o no de hablar de literatura
marroquí en lengua española, creemos que es de justicia llamar a las cosas con
su nombre, ya que la escritura es una cosa y literatura es otra. Por supuesto
que la escritura lo engloba todo: filosofía, historia, investigación, prensa,
ensayos, en fin varios campos y disciplinas; pero hay que llamar, como dicen,
al pan, pan y al vino, vino.
De lo que no cabe la menor duda, en el
día de hoy, es la existencia de esta literatura, puesto que en cualquier parte
del mundo se habla de literatura cuando se habla de tres puntos esenciales:
primero, una extensa y vasta producción de obras que abrazan la mayoría de los
géneros literarios (cuentos, poesía, novelas…); segundo, un grupo de creadores
que se expresa con un estilo propio; y tercero, una recepción crítica de tales
producciones.
Indudablemente, la literatura marroquí
en lengua española cumple enteramente con estos puntos señalados. Ya contamos
con verdaderas producciones literarias, con creadores y ya hay una crítica
literaria. Sea como fuera, y en palabras del catedrático Aziz Tazi: “hay que
tomar en cuenta que el lector es soberano para aceptar o rechazar esa o aquella
producción (…). La complicada operación de la lectura (…) requiere mucha
preparación, mucho tacto y mucha intuición literaria. Ni todo el que escribe es
buen escritor ni cualquiera que lee es buen lector.”(4).
El segundo hecho que quería comentar
tiene relación con la herramienta lingüística utilizada para escribir esta
literatura. Igual que ocurrió en varias ocasiones con los marroquíes que
escriben en francés, a nuestros autores en lengua española se les venía
preguntando, desde el principio, el porqué de escribir en español y no hacerlo
en árabe. La respuesta se dio en el primer coloquio internacional celebrado en
Fez acerca de la literatura marroquí de expresión española: “La lengua española
la entendemos, la hablamos y la escribimos.” (5). Desde luego, estos autores
han optado por la lengua que dominan más, que aman, y que les permite
expresarse sin ninguna dificultad. Algunos señalan que “a pesar de hablar y
escribir sin problema en árabe y en francés, cuando se trata de la creación solo
[pueden] hacerlo en español.”(6). Pero sin extendernos mucho sobre este cariz,
creemos, citando al catedrático Abdellatif Limami, uno de los primeros críticos
en haberse ocupado de este fenómeno, que
“cada uno tiene el derecho legítimo de
sentir una especial proximidad y atracción por un idioma determinado.” (7). Por
lo tanto, “obligar a alguien a que utilice tal idioma en vez de otro para
crear, significa, sin lugar a dudas, el desmantelamiento de una vocación
artística.” (8).
Tras estas palabras que dejan diáfanos
los puntos en torno a los cuales se ha gastado mucha tinta en los últimos
lustros sobre esta literatura, vamos a asomarnos al mundo literario de Ahmed
Oubali, figura determinante del hispanismo marroquí, que es la vez catedrático,
escritor, crítico e intérprete de conferencias, que ha consagrado gran parte de
su vida al español.
En la primera solapa del libro Chivos
expiatorios y otros relatos se informa que el autor fue licenciado en tres
ramas: Filología española, Traducción, y Periodismo. Es Doctor desde 1990 por la
Universidad Rennes II de Haute Bretagne (Francia) en la que defendió su Tesis
Doctoral titulada LES AVATARS DU SENS DANS LA TRADUCTION DU QUICHOTTE, una
crítica histórica sobre las traducciones francesas del Quijote.
Entre sus numerosas actividades académicas
cabe destacar comunicaciones, cursos, seminarios y conferencias impartidos en
español, francés e inglés tanto en universidades nacionales como
internacionales.
Ahmed Oubali es miembro de la
Asociación de Escritores Marroquíes en Lengua Española (9), pues desde hace dos
décadas lleva publicados unos cuarenta relatos en español y unos sesenta en
francés, todos ellos dedicados al ambiente etnográfico marroquí. Nuestro
escritor cuenta, sin lugar a dudas, con una trayectoria que no es posible ni
definir ni delimitar aquí.
Su libro que nos ocupa Chivos
expiatorios y otros relatos se compone de once cuentos que llevan los
siguientes y cuán significativos títulos: “Chivos expiatorios”; “Carnaval de
serpientes”; “Gusano entre fresas”; “Cita con la muerte”; “El diablo de las
Hespérides”; “Las pateras de la muerte”; “Venganza seropositiva”; “Amor aéreo”;
“El obseso”; “La bolsa escarlata” y “Distorsión del tiempo”.
En Chivos expiatorios, el guía Munir
Benhayún y la turista Alicia Trafalgar protagonizan este relato que tiene un
desenlace trágico. Alicia, cansada de su marido inválido, el muy conocido
multimillonario catalán Álvarez Planells se propone asesinarle para quedarse
con su colosal fortuna. Para ello piensa en un crimen perfecto. Ayudada por su
amante Hasán, va en busca de un guía simulando interesarse por las excursiones.
Escoge a tal Munir, como chivo expiatorio, el que endosaría el asesinato de su
marido. Le promete dinero, sexo e inmigración legal. Le invita a casa,
fingiendo necesitar su compañía. El guía no sabe que los dos amantes se
proponen dispararle a quemarropa y “maquillar” luego el crimen: pasar al
dormitorio y asestar al marido inválido un culatazo mortal con el busto que
está sobre la chimenea; después limpiar el arma, imprimir las huellas de Munir
en el busto; situar su cadáver en la habitación de su marido y forzar la
cerradura de la puerta trasera para que la policía pensase en un robo con
fractura. Pero las cosas no siempre salen como uno quiere. Al llegar
intempestivamente Munir a casa se enfrenta con Hasán y los dos inician una
feroz lid, y como en las películas, el amante se endereza pronto, pasa el
cuchillo en su mano izquierda y alcanza al guía en la pantorrilla derecha, pero
este, en vez de gritar de dolor, se echa atrás, topa con una silla y la coge
para defenderse. El amante se abalanza entonces como un toro sobre él y ambos
reanudan la lucha. En ese momento aparece Alicia con la pistola en la mano,
alocada por lo que ven sus ojos. El inválido, curioso, participa en la escena
macabra. En un momento muy corto todos se sienten traicionados, cada uno a su
modo: Alicia ve su plan desmoronarse como un castillo de naipes; el amante
termina con el cuchillo hincado en el pecho; Munir se siente en sus últimos
instantes profundamente despreciado y engañado y el marido inválido intenta
encontrar una respuesta a aquella tragedia. Alicia dispara indistintamente. Hay
tiroteo. Caen todos muertos. Reconstruir aquellos hechos en su cronología será
una verdadera apuesta para la policía.
En Carnaval de serpientes se narra un
ataque inexplicable de serpientes cuya mordedura tiñe de pavor un poblado. En
este relato la muerte protagoniza sus tramas y acciones.
Gusano entre fresas se desarrolla en
torno a la conducta de Selam/Elías, cuya lasciva presencia se desdobla para
satisfacer sexualmente a las gemelas Yamila y Firdaus, buscando como finalidad
la fortuna de ambas hermanas.
Cita con la muerte narra la historia de
una joven, Firdaus Diouri, que se vio utilizada y después víctima del desprecio
de su novio, al que solo le importa el dinero. En su camino hacia el suicidio,
Firdaus conoció a un joven español, Rodrigo Santander, que logró salvarla de la
muerte.
En El diablo de las Hespérides se
relata la historia de Si Mohand, un viejo héroe de la Guerra Civil española que
busca venganza por resentimiento.
El protagonista del relato Las pateras
de la muerte narra su viaje a España en la patera. El joven, que pese a sus
diplomas, se encontró sin dinero ni trabajo ni familia. En su odisea, una enorme
ola ahogó la patera, donde únicamente se salvó el protagonista y una joven
llamada Hayat.
La historia de Venganza seropositiva
gira en torno a Saída, una joven víctima del sida y de muchos ultrajes que la
indujeron a la prostitución. Saída esgrime toda una estrategia hábilmente
estudiada para vengarse y contagiar el sida a todos los que abusaron de ella.
Amor aéreo tiene como tema central el
amor que surgió entre las tres parejas que viajaban de Madrid a Marrakech,
especialmente entre una española, Aurora Gómez, y un marroquí, Adel Sekal,
relato que sorprendería a los que no creen en el matrimonio mixto.
El obseso cuenta la historia de
Abdeltif, que sospecha que su mujer lo engaña con sus amigos y programa su
envenenamiento. Pero al final, muere envenenado a causa de su obsesión
irracional.
La bolsa escarlata es el hilo conductor
del relato que lleva este nombre. Un heredero asesina a todos los demás para
quedarse con el pastel.
En Distorsión del tiempo, último
relato, Nadia encuentra su equilibrio personal gracias a la ayuda del doctor
Ubaldia que, mediante el psicoanálisis, logró desterrar un pasado siniestro
donde fue asesinada la madre de Nadia.
Estas son, a grandes rasgos, las
historias que nos cuenta Ahmed Oubali en su libro Chivos expiatorios y otros
relatos, compuesto de once cuentos de excelente nivel literario, cuyas tramas
logran captar desde las primeras líneas la atención del lector. Dichos cuentos
no han dejado de asombrar a los lectores por su capacidad de emocionar y su
constante cuestionamiento del mundo, la vida, la muerte y todo lo humano,
además de su impecable tratamiento estético-literario.
Los títulos están estrechamente
vinculados con la estructura del relato y vienen a sintetizar el contenido de
las acciones que se cumplen en estos relatos.
Ernest Hemingway, uno de los grandes
maestros del cuento en el siglo pasado, decía que un buen relato debe ser como
un iceberg; lo que se ve es siempre menos que lo que queda oculto bajo el agua,
y otorga intensidad, misterio y significación a lo que flota en la superficie.
Los cuentos de nuestro libro cumplen
con dicha premisa, pero también se sustentan en una afirmación que hace el
autor en unos de ellos. Y así es al menos en su territorio literario: relatos
abiertos, nada previsibles, donde lo que está más allá de las historias que se
cuentan ‒siempre apasionantes‒, el enigma que hay que desvelar, subyace a lo
escrito; donde en cada uno de ellos hay una figura inscrita en la trama del
tapiz que hay que descubrir, una figura en la que realidad y ficción se imitan
una a la otra.
Los contenidos de estos cuentos giran
en torno a temas tan variados y heterogéneos como la astucia, el engaño, la
traición, la muerte, la emigración con sus aciagos desenlaces y también como
deseo frustrado, el contacto y la convivencia con los españoles, la venganza,
la obsesión, el asesinato, la mujer como objeto sexual, el amor configurado en
la sexualidad, siempre presente, en varias de sus dimensiones.
Estamos, por tanto, ante temas tan
múltiples que nuestro autor, con una capacidad de imaginación tremenda, nutrida
además por un cúmulo de vivencias, recuerdos, lecturas y experiencias, sabe
invertir asombrosamente en su creación literaria. De este modo, las narraciones
de Oubali poseen la capacidad de comunicar con el lector aquello que más
preocupa al ser humano.
Pese a que sus cuentos laten una suerte
de tristeza y de desgarramiento ante los problemas que sufre el ser humano, al
final de sus cuentos, parece casi siempre una salvación, una solvencia de los
problemas y, por ende, una esperanza de un mundo mejor (léase por ejemplo Cita
con la muerte, Las pateras de la muerte o Distorsión del tiempo).
La acción de los once cuentos
transcurre en varios lugares, lo cual ofrece una dinámica particular. Las
ciudades de Larache y su castillo de Las Cigüeñas, Tetuán con sus calles
bulliciosas, Tánger, Rabat, Marrakech, Madrid, entre otras, están presentes en
estos relatos; junto a protagonistas marroquíes y españoles (Munir, Alicia,
Aurora, Adel, Firdaus, Rodrigo…), fusión de la convivencia entre españoles y
marroquíes, que el autor quiso reflejar en su libro. Se trata de personajes
mixtos que, por unas circunstancias o por otras, están asomados a dos culturas,
a dos religiones y a dos formas diferentes de ver la vida y de enfrentarse a
ella.
En el aspecto de los personajes,
convendría señalar un cariz que me parece digno de ser mencionado, a saber la
gran capacidad que tiene Oubali de instalarse en la interioridad de sus
personajes, especialmente los femeninos. A la pregunta de por qué ese interés
por los personajes femeninos, nuestro escritor contesta de la siguiente manera:
“Los sentimientos y las pasiones son más profundos en la mujer. La fascinación
que ella ejerce y el sufrimiento que vive son superiores a los del hombre” (10).
En otra parte, añade: “insisto mucho sobre el componente psicológico y social
para dar rienda suelta a las fuertes emociones” (11).
Los espacios aparecen asociados con las
acciones de los personajes y sus comportamientos. Son frecuentes las
descripciones que suelen limitarse mayoritariamente a describir los personajes,
que juegan un papel decisivo en el desenlace de los cuentos. Si nos fijamos en
cada uno de estos personajes y sus acciones, encontramos las claves de los
relatos, partiendo de las descripciones y características dadas por el autor y
algunas frases por ellos mismos expresadas.
Existen, según el crítico francés
Gérard Genette, cuatro modos fundamentales del movimiento narrativo: la
elipsis, la pausa descriptiva, la escena (el diálogo) y el resumen (el
sumario). Los cuentos de Ahmed Oubali son una especie de dichos cuatro modos
sobre los que se apoya lo que nuestro autor llama “hechos imaginados [que] solo
son inteligibles si las palabras lo son también” (p. 12). En este mismo
sentido, Oubali agrega diciendo: “Creo que lo que leemos en literatura es
puramente ficticio e imaginario, porque la ficción remite a las palabras y
estas, a aquella, y porque el relato nunca reproduce los hechos reales o
vividos, sino que los produce lingüísticamente.” (p. 12).
Lo que llama la atención en los cuentos
de Oubali, desde el principio, es el dominio de todos los recursos del oficio
de escribir: el lenguaje, la técnica, el juego de las perspectivas, la
focalización, la estructura simétrica, sobre todo, la apertura al misterio, con
toda naturalidad, desde una realidad cotidiana que todos conocemos.
En Chivos expiatorios y otros relatos
se combina un excelente conocimiento del idioma que, con una excelente
formación como la que tiene Oubali en el ámbito del lenguaje, pone de
manifiesto un distanciamiento claro con los demás creadores marroquíes que
escriben en castellano. El idioma de nuestro autor es un idioma tan rico y tan
amplio, es una herramienta realmente muy trabajada, más elaborada, más libresca
y literaria, siguiendo al pie de la letra el consejo del argentino Julio
Cortázar que solía decir en sus últimos días:
“Si tienes alguna cosa que decir y no
la dices con el exacto y preciso lenguaje con que tiene que ser dicha, pues, de
alguna manera, no la dices o la dices mal”.
Ahmed Oubali se vale de expresiones que
solo puede utilizar un nativo o alguien que haya conseguido un dominio tal del
castellano y que haya vivido tanto con los españoles como para poder formular
expresiones del tipo:
- “¡Historias de fantasmas! Bobadas.
¿Acaso estamos en la Edad Media? Esta historia es pura patraña. ¡Vaya tela!,
dejaros de boberías… De nada sirven estos potingues y ungüentos… Tenemos que
buscar a un asesino de carne y hueso que nos tiene a los españoles entre
dientes.” (pp. 78-79).
- “Yo creo que es tan verdad como el
Evangelio, exclamó enfadado el sereno del Castillo, luego añadió: ¿Y qué me
dicen de las Hespérides que tenían el poder de inmortalizar con sus filtros a
los humanos (…) o de aquellas santas que tuvieron el poder de transformarse en
cigüeñas, cosa que dio el nombre al Castillo? No son leyendas, señores.” (p.
79).
A través de Chivos expiatorios y otros
relatos nuestro autor llegó a enriquecer la lengua de que se había valido para
crear, con nuevos temas y nuevas dimensiones expresivas y culturales
absolutamente insospechadas en creaciones de nativos. Su narración es,
evidentemente, de una indudable calidad en que estilo, estructura y naturaleza
de los temas se conjugan perfectamente y de manera armoniosa. Con este libro,
nuestro autor ofrece a los amantes de la literatura un espacio privilegiado
para “distraer, entretener, encantar, manipular caracteres, desviar,
impresionar mediante la magia de un lenguaje que ha de mejorar y reinventar sin
cesar, invitar al viaje, seducir, quizás…” (p. 15).
Ahmed Oubali se nos viene a situar de
golpe como uno de los mejores cuentistas marroquíes en lengua española. La
jugada maestra ha sido Chivos expiatorios. Con otros relatos arriba citados, el
autor ha repetido muchas jugadas.
Para terminar, quiero decir que el
presente artículo es un acercamiento o un botón de muestra del libro Chivos
expiatorios y otros relatos que, en realidad, muchos otros de sus componentes
básicos merecen ser analizados y estos serán el objeto de un próximo artículo.
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