miércoles, 20 de junio de 2012

El metadiscurso en Intramuros, de R. M. BOUISSEF.







El metadiscurso en  Intramuros, 
de R. M. BOUISSEF.





  

Publicado el 12/04/2000.

 

PREÁMBULO

Según Barthes (1966) la función de un relato no consiste en representar una posible realidad sino constituir un espectáculo textual cada vez más enigmático y entrañable.

Esta definición corresponde a los posibles narrativos que nos presenta el autor en «Intramuros». Título enigmático porque como enunciado metafórico y metonímico remite inexorablemente al cuerpo del texto al que da sentido. Por asociación de ideas emerge la imagen del laberinto en que están atrapados no solo los personajes sino también el autor y sus lectores, cosa que demostraré a continuación. Pero antes ¿qué se entiende por "posibles narrativos"?

Todos sabemos cómo viene elaborada la forma tradicional de una novela: un conjunto de secuencias diferenciadas, separadas en capítulos y divididas grosso modo en cinco recurridos: situación inicial o 'búsqueda del objeto valorado’, intriga, situación de equilibrio-desequilibrio y desenlace feliz o no.

Tal no es el caso en "Intramuros”: las secuencias vienen perturbadas por digresiones y engarces problemáticos; los personajes sufren transformaciones según estemos en el plano de la narración, del relato y de la significación; tiempo y espacio son cada vez re-inscritos por los propios personajes e interpretados por el lector a su manera. Incluso la temática principal de la novela (el adulterio y sus consecuencias) repercute curiosamente en la estructura lingüística tanto a nivel semiótico como semántico.

 

1. EL PRÓLOGO

El prólogo de la novela es problemático porque encierra a la vez la realidad desde la que escribe el autor (cita obras publicadas) y la ficción en que aparece el narrador implícito (lo pensé y me dije que sería bueno seguir en la aldea) y explícito (Siru como fuente directa de una gran parte de la narración). Si el tono autobiográfico es a la vez ficticio y real es porque el autor verdadero quiere implicar e involucrar al lector en su propia tarea narrativa. Este método, aunque remite a la teoría literaria postmoderna de la última década, se inspira directamente en El Quijote donde, como se sabe, Cervantes se inmiscuye entre sus personajes para realizar dos efectos: transformarse en ficción y transformar a Don Quijote en realidad.

 

2. EL LECTOR-NARRADOR

Así lo defino porque el texto arranca utilizando la segunda personal (tú) y el presente de indicativo, en vez de la 3. ª persona y del pretérito, como suele ocurrir en las novelas tradicionales. Así, el lector tiene la impresión no de leer un relato cuya acción se desarrolla en un remoto pasado que no le concierne (o del que no quiere acordarse), sino de vivir personalmente esa acción. El presente de indicativo indica que la acción se hace hic et nunc, es decir, coincide con el proceso de lectura del lector; en cuanto a la segunda personal (tú), obliga a este a tomar parte en el relato. El subterfugio es original:

 

/Sientes que todo lo que te pones está mojado / Esto te recuerda que el vaho te molesta la visión /Una mujer te pide que la lleves a... Piensas en la forma en la que tienes que ligar con ella /Te gusta la cosa y te paras  /Ella te mira y sonríe:  te propone una cita.../

 

El autor utiliza dos mecanismos discursivos de la filosofía del lenguaje (Cf. Austin, Cuando decir es hacer): las funciones conativa e ilocutoria que consisten en enfocar el mensaje en el lector, transformado en interlocutor. Estamos aquí lejos de la novela tradicional con sus trucos ya obsoletos: el "yo" autobiográfico y su subjetividad, la 3. ª persona y su verosimilitud. Estos dos pronombres personales se transmutan en "tú" para anular esa distancia que separa la diégesis del lector. Al hacerle partícipe y al delegarle la voz narrativa, Bouissef establece, lo quiera o no, un precedente teórico de gran importancia para nuestra literatura escrita en español.

Al mismo tiempo, el lector experimenta más adelante una gran sorpresa porque ocurre algo inesperado a partir de la página 15: el lector-narrador se ve despojado de su narración y de su propia existencia y, en su lugar, como en un cortocircuito, se abre el texto esta vez gracias a la voz de un narrador omnisciente y extradiegético. No sabemos cómo sufre el relato esta metamorfosis. Parece que se establecen las cosas como suele ocurrir en una novela tradicional: pretéritos imperfecto e indefinido, tercera persona, acontecimientos remotos: se pasa pues del discurso al relato propiamente dicho, haciéndose así posible la alternación de los estilos directo, indirecto e indirecto libre y la ubicación de las instancias narrativas (tiempo, espacio, personajes) en la aldea, donde pronto se constituirá el escenario de la tragedia, desencadenada por el adulterio que viven Kabir y Habiba. El relato desarrolla pues dos dimensiones narrativas: la primera, la del lector-narrador, sirve de fuente y de archivo al relato; la segunda, de mimesis, pero que atañe al propio relato y no a una realidad extralingüística. A partir de la página 21, sin embargo, aparece otra sorpresa porque se invierten otra vez los signos y reaparece el lector-narrador para hacer orden en el relato: indagar por su propia cuenta, recoger datos, corroborar o rechazar hechos narrados por "Siru" y comentados por el narrador omnisciente, articular, por fin, los diferentes niveles de la narración. Lo curioso del caso es que: al mismo tiempo que escribe su "libro", participa en él, es decir, se encuentra con sus propios personajes. Este artefacto nos recuerda a Pirandello y su obra: Seis Personajes en Busca de un Autor.

 

3. EL LIBRO COMO LABERINTO

A estos narradores se les añade otras voces que vienen a complicar el relato:

 

- "Los microrrelatos”: /se te viene a la memoria, p. 14; recuerdas lo de Abul Alaa El-Maari, p. 24; recordó que en ese café, p. 62; un amigo mío no consiguió que su mujer quedara encinta;  p. 63; y le contó todo lo referente a Fatiha y Farid, p. 65; recuerdas que cuando fuiste al banco, p. 102; contaba anécdotas muy raras, p. 126. /

- Los comentarios de los propios personajes inscritos en cursiva y  paralelamente a las  secuencias narrativas del relato. Tienen como función elaborar monólogos y soliloquios que quebranta el desarrollo del relato. Por su sesgo, se elabora otro relato subterráneo donde se critica, se enjuicia, se reivindica, se odia, se aprecia, se revelan secretos sucios, de recelo y odio: /Habiba odia a su Shrika porque Si Kaddur (marido de las dos) le ofrece oro/. Se justifica así el adulterio que se eterniza con Kabir. Este percibe la relación viciosa que une Fatiha a sus "verdugos" pero sabe que  por perder su virginidad, se casará con él. Habiba no sabe que alguien la espía cuando se acuesta alternativamente con Si Kaddur y Kabir.

 

Sería largo hablar de cada situación. La metáfora «Intramuros» traduce perfectamente este mundo oscuro de conflictos  existenciales y vicios sexuales.

- La cinta grabadora sirve de reconstrucción y grabación de la historia  narrada por Siru y otros narradores: El lector-narrador verifica los hechos al recomponerlos y verificarlos en la realidad. Así, los hechos reales son suscitados por las acotaciones del Corán, por la década de los años 70, la muerte de Franco, La Marcha Verde y ciertas marcas autobiográficas muy relevantes.

Con todo esto se pone de manifiesto el problema fundamental de la novela, su narración polifónica: escribir un libro de esta índole es problemático.

 

/”Ya ves, dice el lector-narrador, estoy liado con mi último libro y no quiero hacer otra cosa hasta terminar unas cosillas que me quedan por aclarar.” (p .87)

 

Esta problemática es llevada a sus extremos cuando el relato empieza a escapársele de las manos al lector-narrador. Comienza entonces la narrativización de otros personajes incluido el lector-narrador que, por falta del relato principal elabora su propia vida sentimental y conyugal con Turía: nacen los hijos adúlteros y los delata una deformación física común que precipita la acción hacia un desenlace fatídico: Munir pierde la vista y Aicha es violada y con la muerte de Siru se pierden los hilos de la narración. Hay un momento de alta inquietud e insoportable desasosiego cuando se reactiva la narración principal con la aparición del personaje Yusef Mehdati, propietario de la casa secreta donde consumían su adulterio Habiba y Kabir. Paralelamente, Mehdati conoce a Kabir bajo el nombre de Abdelkader Mtalsi, marido de Habiba. Ambos no saben que su encuentro es inminente en casa de Si Kaddur, verdadero marido de Habiba. Es el propio hijo adúltero, Munir, quien invita a Mehdati, petición de mano obliga. El enredo está en su paroxismo.

 

4. El METADISCURSO

Como se ve, los personajes evolucionan no para representar miméticamente una supuesta realidad sino para alcanzar una dimensión antropológica que plantea problemas vitales en literatura. Más que palabras, estamos en presencia de voces que claman actos de comunión con el lector. Las voces suplantan a las cosas y a las palabras para hacerse actos rebeldes concretos y tangibles.

De la ficción se pasa a la realidad y vice versa.

Muere Siru pero su voz queda grabada en la cinta. La novela es metafóricamente comparada a la cinta y a la voz. Y quien dice voz, dice cuerpo. El cuerpo textual (sexual) de Intramuros es elaborado según tres mecanismos estructurales:

- Estético: los diferentes niveles narrativos que hemos destacado invitan a una lectura como puro placer de texto. Para lograrlo, Bouissef viola la lengua española (acotaciones coránicas y términos árabes), crea isotopías diferentes del tema principal que es el adulterio y deja abierto el relato cuando al final describe a Aicha en Rabat contando su propia versión de los hechos a su pretendiente mientras que Abdelhay la espía y la codicia para urdir otras acciones.

- Simbólico: la aldea es el espacio tabú y Tetuán el espacio donde  todo se permite. Lo  prohibido y lo permitido.  Junto al adulterio que sirve de motor al relato, leemos una serie de temas etnográficos que remiten a supersticiones, fantasmas y ritos que complican la vida normal de la gente. Podemos decir, sin equivocarnos, que la función simbólica en Intramuros es el vector del sentido y la clave esencial de toda la lectura del relato y por ello necesita un estudio semiótico y semántico aparte.

- Ideológico: es obvio que no todo es ficticio en una novela.

El referente social nos es presentado como una ficción pero está trabajado por campos semánticos dominados por una isotopía principal, la de la pasión, una pasión mórbida y fatal. El sexo es el eje que mueve los hilos de las relaciones sociales. Y el objeto valorado no siempre es conseguido. De allí el delirio  -y el “fantasma”-  (del francés phantasme y no fantôme). El adulterio es aquí un principal agente perturbador (un síntoma) del orden social, un orden social condenado por ello a reformarse. El cuerpo de Habiba (el de Aicha y Fatiha) es el cuerpo social herido y enfermo pero también verbal del relato. Hay un momento muy importante en la novela. Es cuando Kabir razona y decide parar la máquina del adulterio pese al chantaje de su amante. Es aquí donde se lee el metadiscurso. El texto, como el sexo, es fundamentalmente adúltero. Inter- sexo- textualidad: En lugar de una lección moral, el autor nos ofrece en definitiva un acto de libertad. Eso es: el lenguaje literario constituye una liberación y su única intención es restaurar y reconstituir nuestro propio Yo quebrantado.

 

CONCLUSIÓN

El tema de la verdad se plantea de forma persistente en la página 35 y sig.

No obstante se trata exclusivamente de la verdad DE la novela y no EN la novela. Ello significa que si la verdad en la novela remite a lo que se llamó "ilusión realista", la verdad de la novela (donde innova el autor) nos convence de una cosa esencial: a través de la mirada etnográfica del autor, se abre al lector un campo de análisis fecundo y fértil.


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