Mohamed CHAKOR,
(Primera publicación: el 3/6/2000)
1- E1 libro de relatos que me propongo
presentar en este artículo, La llave y
otros relatos, ofrece interesantes aspectos literarios porque, contrariamente a lo que se publica en este
campo, este libro es a la vez un texto narrativo y un discurso sobre la
situación histórica y actual de las minorías que representan los moriscos y los
palestinos.
Tanto el contenido como la forma están
elaborados mediante un conjunto de recursos estilísticos y lógicos que hacen
que el estilo del autor alcance su máxima realización.
Cabe destacar en el libro seis ejes
temáticos y tres discursivos.
A- Contenidos temáticos
- El devenir de los moriscos expulsados
de España y sus avatares actuales.
- Palestina y su tragedia histórica.
- La mujer musulmana, sus deberes,
derechos e ideales.
- Bibliofobia.
- Colonialismos del siglo XX.
- Amistad, amor y misticismo.
B- Contenidos discursivos
- Meditación sobre los temas citados.
- Avatares de las diásporas actuales.
- la superación de los integrismos,
fanatismos e injusticias...
2. El autor distingue con maestría y
nitidez el relato del discurso.
En el primero presenta los
acontecimientos como si se desarrollaran ante nosotros de por sí solos. Evita,
mediante elipsis, las marcas del subjetivismo y del expresionismo. Utiliza en
su debido lugar los pretéritos indefinido e imperfecto, por ser estos tiempos
fundamentales del relato.
Pero paralelamente ubica el discurso en
los mismos tejidos lingüísticos y el lector no puede dejar de sorprenderse al
descubrir la otra cara del texto, la del discurso: marcas de subjetividad,
utilización de la primera persona (narrador no omnisciente), expresión de las
modalidades y construcción de los tiempos del discurso: presente de indicativo,
pretérito perfecto e imperativo.
De hecho, Mohamed Chakor procede como
un alquimista: narra historias de interés fundamental para los que vivimos en
este fin de siglo, pero lo hace estructurando dicha narración ilocutoriamente,
es decir, se enuncia enunciando y, en su escritura, hace que otros individuos,
los receptores del mensaje, se enuncien a su vez. Todo parece como si el autor
primero y verdadero fechara los acontecimientos que narra, proyectándolos sobre
la escena del texto del lector, y al mismo tiempo, remitiera indirectamente
personajes y lectores a la cronología supuesta del universo narrado,
metafóricamente comparado a un iceberg, donde lo visible representa las
minorías morisca, sefardí y bereber y lo invisible, la historia fundamental de
Al-Ándalus.
Conviene destacar tres focalizaciones:
- Absoluta: lugares físicos, históricos
y actuales.
- Relativa: juicios y modalidades del
narrador y de los personajes.
- Síquica: impacto que la narración
produce en el lector.
3. Los procesos de la narración
El contenido argumentativo común es el
destino (histórico y actual) de las minorías arriba citadas. Formal y
semánticamente, el texto, metáfora de las diásporas, entretiene una relación
conflictiva respecto a la sabiduría popular (la oralidad de la convivencia) y
sus detractores que, sin escrúpulos, luchan por borrarla.
A-
Estructura general del libro: el autor aboga por una sociedad multirracial,
multicultural, tolerante y justa.
B-
Título del libro: el título sirve siempre de enganche e inaugura y marca
por sí solo el acceso a la enunciación narrativa. La metáfora de las llaves
remite a dos contextos fundamentales: Boabdil entrega la llave real de Granada
a los Reyes Católicos (por lo que se inicia un largo período de expulsiones de
las minorías religiosas) y la llave como metáfora propiamente dicho (solución y
desenlace final para la diáspora).
C-
Los personajes de la narración. En el relato, los personajes son papeles
actanciales investidos por los pronombres personales y sus sustitutos
(pronombres posesivos). En el discurso son los moriscos, los sefardíes y los
bereberes, sin olvidar a los palestinos.
El primer capítulo evoca al celebérrimo
Sidi Abdellah Molina El-Andalusí, héroe de las Alpujarras y santo para todos
los musulmanes. Su nieto, que narra los acontecimientos de forma
extradiegética, recuerda como aquellos le construyeron un Mausoleo para
eternizar "la conciencia andalusí" y donde todos pueden consultar
valiosos documentos que preservan y perpetúan la cultura morisca".
En el segundo cuento, Sidi Mohamed
Chupira, extraordinario personaje, a la vez sabio y loco, se propone llevar a
cabo la misión profética de "despertar a los narcotizados de toda índole y
de todos los tiempos".
En el tercer cuento, el narrador
presenta una encarnizada lucha entre el amor y el desamor, el altruismo y la
indiferencia, entre Eros y Tánatos, logrando el primero derrotar al segundo,
mediante una peculiar técnica.
En el cuarto cuento el narrador condena
el bombardeo de Sabra y Chatila, y expone cómo y por qué es “Una herida que
sangra en la conciencia de toda la humanidad”.
El quinto cuento es una apología de las
cualidades femeninas, el himno al amor, la belleza, la vida y la inteligencia
de la mujer: Hayat, la heroína de múltiples hazañas que cristalizan dicha
apología, se propone "reilusionar a esta humanidad triste, pesimista,
escéptica y empobrecida espiritualmente, forjando una sociedad basada en las
fuerzas del amor y de la fe".
En el sexto cuento, el narrador se
lamenta porque donde había bibliotecas y librerías, solo encuentra manicomios,
cárceles y funerarias.
El último relato, uno de los más
entrañables, trata de los avatares de un personaje, Alí El Hozmri, de cuarenta
años, inválido, conocido vendedor de loterías y protagonista de los últimos
acontecimientos del Protectorado español en Tetuán. Una historia donde el amor
y la muerte hacen y deshacen destinos enteros.
Relato tras relato, el lector siente
cómo Mohamed Chakor presenta, no mensajes absolutos o hechos plasmados en la
historia, sino un dispositivo ritualizado donde son distribuidos papeles
actanciales precisos para alcanzar metas determinadas. Por eso conviene
precisar que el primer nivel de la narración es solo un pretexto al verdadero
texto, visible en el nivel dos: el devenir injusto de las minorías antes
citadas. La narración puede parecer mimética al lector mediano. Eso es debido a
la alquimia semántica que Chakor Mohamed manipula con destreza: la historia es
narrada paralelamente al discurso inmanente donde toma la palabra un narrador
omnisciente que hace que dialoguen otros personajes para justificar lo narrado
y orientar 1a narración en su debido tiempo. "Si perdemos nuestra memoria,
dice el narrador principal, corremos el riesgo de desaparecer para
siempre". En otro párrafo exclama otro narrador: "Nuestra sangre
ibérica (bereber, árabe y sefardí) hace que seamos la simbiosis de una
civilización verdaderamente ecuménica. Consideramos el pluralismo cultural una
riqueza y no una desgracia.” Y podría multiplicar estos ejemplos que en
realidad se proponen una sola meta: hacen progresar la narración e inaugurar
diálogos cada vez más problemáticos.
4. Tiempo-espacio
Es inicialmente Al-Ándalus y
exteriormente los lugares de la diáspora. Los deícticos espaciotemporales son
recurrentes y pertinentes, ya que remiten a la posición y al punto de vista del
narrador principal, fuente del discurso y de la enunciación, es decir, se
organizan junto a la conciencia que los engendra. "Nuestro éxodo, dice el
narrador, empobrece a España". En otra parte, continúa, "Hemos dado
artistas y sabios en todos los campos y
hemos dado ciudades perennes".
En cada caso el lector es invitado a
remitirse a la historia de Al-Ándalus y a los acontecimientos actuales en
relación con aquella.
5. La estructura semiótica
El autor utiliza sentencias y juicios
para abrir y cerrar cada relato.
La enunciación principal que firma el
texto es: ¿cómo recuperar la llave que en un momento dado de la historia
permitió la convivencia y la fraternidad en la justicia y en el amor de las
minorías?
No es pura casualidad si el lector
avezado descubre el hecho siguiente: la llave que ilustra la portada del libro,
acompañada de un versículo, tiene la forma de un 7 invertido, pues no cabe duda
que configura los 7 relatos expuestos en él. Se puede también ver en el número
la metáfora de la creación universal en 7 días
y el símbolo que este número tiene en la filosofía griega queda patente
(NB- Este artículo contiene también 7 apartados).
En esto consiste la estructura
semiótica de la obra de Mohamed Chakor. Podría ilustrarlo con más detalles por
el sesgo del cuadrado de Greimas pero temo aburrir al lector con tantos
gráficos. No obstante, cabe retener tres itinerarios de la estructura:
- Total convivencia de las minorías
bajo el reino de Abderramán III,
- Trama trágica de la expulsión,
- La diáspora actual.
6. La diseminación argumentativa
La teoría de los actos del lenguaje
está en el centro de las investigaciones científicas que se llevan a cabo en la
pragmática. Estipula que cualquier acto de lenguaje tiene como objetivo cambiar
o modificar la actitud del oyente, utilizando recursos lingüísticos específicos
destinados a convencer, persuadir, disuadir, obligar...
El autor elabora sus relatos teniendo
en cuenta los tres actos fundamentales del lenguaje (Austin: 1982): el locutorios
(el hecho de decir), el ilocutorios (el hecho de cumplir lo que se dice) y el perlocutorios
(el hecho de provocar efectos sobre el interlocutor).
Me basta un ejemplo para ver cómo
implica el autor al lector en la trama principal: "Despertaos, dice Sidi
Mohamed Chupira; no os dais cuenta de que las armas del enemigo son el dominio
del saber para intoxicarnos mejor; acaso no veis cómo injurian a nuestro
profeta; no olvidéis de que detrás de cada acción está la mano oculta de los
hierofantes del templo del vil metal...".
Podría también aquí multiplicar estos
ejemplos, pero confío en que el lector saboreará personalmente esta técnica.
Conclusión
Escribir no es solo contar cosas. Es
también desempeñar un estilo particular que consiste en convertir la lengua en
metalenguaje. Es lo que llamo la alquimia del verbo. Y Mohamed Chakor alcanza
este nivel en toda su narración.
Lo hace gracias a múltiples efectos
semánticos.
La adjetivación iterativa y la deriva
isotópica le sirven de trama en sus relatos para recrear respectivamente
espacio y tiempo de la estructura semiótica citada arriba. Ambos actos son
espasmódicos. El autor describe fríamente y con cálculo las pasiones de los
personajes que crea con meras palabras. La descripción le sirve, como he dicho,
para detener la narración. La mimesis muestra lo acontecido y remite a la
catarsis y a la identificación por el lector con el personaje.
Por otra parte, Mohamed Chakor utiliza
la diégesis como técnica de subversión y agresión al texto, no como adorno (como suele ocurrir en otros escritores),
sino como violación de la sintaxis. El autor infringe conscientemente la regla
general de concordancia, haciendo eco a la expulsión de las minorías que acaba
con la concordancia inicial, la coexistencia y la simbiosis social en Al-Ándalus,
y lo hace así porque creo que persigue el esfuerzo de desarrollar una imagen
que libere la literatura de la necesidad de hacer ver cuadros e imágenes
dramáticos, en vez de acciones sincréticas y movedizas. De allí esa impresión
sorprendente que invade al lector: ver situaciones y no solo signos.
La literatura entretiene una relación
esencial con lo que se ha llamado intertextualidad, que estipula que un texto
es el resultado de una o varias transformaciones, un producto de otros textos.
Los relatos de Mohamed Chakor comunican de forma permanente esa relación, si
bien el lector ducho parece tener la impresión de estar leyendo su propia
historia, siendo el leitmotiv: el destino de los descendientes de Abraham.
Dicha impresión es lograda gracias a
tres formas del discurso: el discurso directo (donde un mismo sujeto
hablante-los personajes del relato- se presenta como locutor de su propia
enunciación), el discurso indirecto (donde un locutor se encarga de representar
la enunciación citante -los protagonistas del relato-) y el discurso indirecto
libre, que disocia ambos actos discursivos e invita al lector a formar parte de
la trama textual -el narrador principal del relato. Con este método, Mohamed
Chakor logra restituir la realidad histórica y elaborar unos relatos rigurosos
que no son fáciles de olvidar.
La llave es un libro logrado porque en
él se dan cita todos los ingredientes lingüísticos que exige este género
literario. Las secuencias de cada relato son elaboradas escrupulosamente; los
personajes evolucionan según los conocidos procesos de transformación narrativa
y las intrigas son llevadas a cabo mediante la mezcla del encadenamiento, el
entrelazamiento y el engarzamiento de los acontecimientos.
Hay en cada relato nitidez estilística,
vigor literario e imaginación fértil.
Elementos todos ellos pertinentes para permitirnos llamar a Mohamed Chakor el aristócrata del verbo.
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