sábado, 27 de abril de 2019

CRÍTICA LITERARIA Y PARANOIA



                      


CRÍTICA LITERARIA Y PARANOIA







             Según la definición de la Real Academia Española (RAE), la literatura es el «arte de la expresión verbal» (entendiéndose como verbal aquello «que se refiere a la palabra, o se sirve de ella») y, por lo tanto, abarca tanto textos escritos (literatura escrita) como hablados o cantados (literatura oral). Así, la obra literaria, como cualquier otra obra de arte, está hecha para que los oyentes o lectores disfruten con ella porque la literatura busca ante todo el placer estético, su finalidad principal. 

          Las obras literarias se pueden estudiar, como tales, desde varias perspectivas (social, histórica, política, formalista, estilística, psicoanalítica, etc.). Así, en los tres primeros casos, el crítico realiza una labor científica al comparar contextos y corrientes, al interrogar ideologías o archivar documentos para futuros estudios. Es el trabajo del sociólogo, del historiador y de cualquier crítico literario que pretende fomentar la investigación académica. En los demás casos, se trata de valorar el contenido y la forma de la obra, su especifidad discursiva, estética y simbólica. El estudio que aquí se realiza es inmanente a la obra. Ahora bien, en ambos casos, la obra literaria es definida como un objeto artístico, una invención autónoma cuya finalidad es, en el primer caso, el progreso de los estudios literarios y, en el segundo, el entretenimiento y la evasión, primordiales ambos para eludir el lado insoportable de la vida. Porque el mundo del que habla la literatura es puramente textual, de papel y si "refleja" para algunos la realidad, lo hará como lo hace el sueño con esta. 

                  Ficción y realidad no son conmutables: los conceptos, por ejemplos, de otredad, hibridación, inmigración, violencia de género, etc., remiten a la realidad en un estudio sociológico o una crónica periodística y al sueño puro, en una novela. En el primer caso, un disparo te puede matar, un perro te puede morder y hasta puedes vivir el mejor de los idilios o la peor de las tragedias; en el segundo, nada ha de preocuparte porque todo está en papel, el disparo, el perro y hasta la bella mujer con quien deseas acostarte. 

             Así, buscar un puente fronterizo entre realidad y literatura es adentrarse a pies juntillas en la paranoia, donde el crítico "se disfraza" de sociólogo o de historiador para demostrar, devanándose los sesos y haciendo de abogado del diablo, que la narración en una novela o un poema representa la realidad, por transmitir un mensaje moralizador o un compromiso social y político... y no quiero evocar el extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde. 

            Por el bien de la literatura y su longevidad -por cierto, muy amenazada por las nuevas tecnologías- es aconsejable devolver al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios...

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